Capítulo 14.- Verdades.

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Aemond Targaryen no sabía exactamente a quien mirar en la sala. Si a su mujer, con aquella barriga abultada que indicaba que tendría un hijo. O al niño que supuestamente había muerto a sus manos y a las de Vhagar cuando creía haber cumplido su venganza. Sin embargo, había raro en Lucerys Velaryon.

Vio por el rabillo del ojo como los negros estaban paralizados ante aquella visión. De perder a alguien a ver un fantasma para todos. El Velaryon no le quitaba el ojo de vista a su familia y Elyanna puso una mano en su brazo, asintiéndole cuando él la miró. Él le sonrió y lentamente se acercó a Rhaenyra. Todos veían sus movimientos.

- Madre... Soy yo. Lucerys. – el chico depositó una mano en la mejilla de la Targaryen, para limpiar una lágrima que asomaba en su rostro. Ella simplemente abrazó a su hijo y luego todos fueron saludando al muchacho, quien no era soltado por su madre. Aemond no podía moverse de la impresión.

- Tu brazo... - murmuró Daemon Targaryen, observando el brazo inexistente del muchacho.

- Debería estar muerto... - fue el murmuro que soltó su madre sin poder evitarlo. La mirada de Aemond fue motivo suficiente para silenciarla.

- Si fuera por tu hijo, efectivamente, Lucerys Velaryon estaría muerto.

Aquella afirmación de Doryn Martell cayó como un balde de agua fría sobre los hombros de Aemond. Todos giraron a mirar al príncipe de Dorne, que se cernía impasible sobre el trono de la ciudad. A su lado, su mujer con expresión seria miraba a todos. Elyanna se colocó al otro lado de su hermano, depositando una mano en su hombro. Este la agarró y depositó un suave beso en su palma, preguntándole algo en apenas un susurro.

Él dio un paso al frente, queriendo acercarse a su mujer. Pero todo fue demasiado rápido. Adrián Tormenta se colocó frente a la familia de Dorne, Nymeria hizo lo propio con su señora y de la nada, Taria Arena se colocó frente a Aemond, sorprendiéndolo en el acto. Levir por el contrario defendía a los pequeños príncipes.

- Taria Arena... - gruñó Doryn Martell.

- Lo siento señor, pero nuestro juramento va por encima de todo. – respondió ella de forma impasible.

- Príncipe Doryn. – habló Aegon que se había quedado aturdido mirando a Nymeria, al igual que Helaena, que ahora le cogía la mano. - ¿Cómo...?

- ¿Cómo es que Lucerys Velaryon está vivo? Bajad las armas todos y Adrián os contará como sucedió todo.

Todos los presentes bajaron las armas, pero Aemond no podía aparte la vista de la pelinegra, como protegía su vientre con sus manos. Por los dioses, quería ir y poner la mano en aquel abultado lugar y sentir a su heredero, al de ambos.

- Cuando coronaron a Aegon Targaryen y Levir fue herido, mi hermana ya había mandado una misiva. Una carta donde vaticinaba que tendrían que salir de Desembarco del Rey si Aegon se hacía con el poder y los Hightower tomaban el control de la corte. Así que nos pusimos en marcha. – empezó a hablar el príncipe de Dorne, sentándose en el trono, junto a su mujer que había tomado asiento.

- Así que yo me dirigí a Desembarco del Rey. Sin embargo, me enteré por algunos espías que mi señora había sido enviada con su esposo a Bastión de Tormentas. Por lo que mandé una misiva para reunirnos allí con ella. Yo llegué por tierra, pero Nymeria, Levir y el maestre marchaban por mar. – la serpiente guardó silencio durante un momento. – Fue un viaje turbulento, pero con dinero todo era posible. Cuando iba a reunirme con Elyanna, vimos lo que sucedía en el cielo. Busqué a mi señora y borré toda evidencia de que existiera o que hubiera estado en el lugar. Esperamos en la playa al resto.

- ¿Y Taria? – preguntó Aemond, desviando por primera vez la vista de su mujer.

- Una serpiente debía quedarse en Desembarco, pasando desapercibido para protegerte. Y ella era la idónea, a pesar de no querer separarse de su hermano malherido. – la voz de su mujer sonaba fría y distante. – Lo que vimos al llegar el resto fue... traumático. La embarcación donde iban llevaba consigo el ala desgarrada de Arrax, el dragón de Lucerys. Y al chico, con un brazo menos, perdiendo mucha sangre.

The serpent and the dragon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora