CAPÍTULO 1: BIENVENIDA A TEYVAT

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Narumi siempre había sido diferente a los demás niños de la aldea Sumeru. Sus ojos grises, su pelo turquesa y su piel pálida la hacían destacar en un mar de ojos marrones y pelo negro. Pero lo que nadie sabía era que Narumi no era de este mundo. Había sido abandonada por sus padres y criada por los Aranara, criaturas del mundo de los sueños que se hallaban escondidas en el profundo bosque de Sumeru.

Los Aranara la habían acogido cuando era sólo un bebé y la habían criado como si fuera suya. La mantuvieron oculta de los demás niños de la aldea Sumeru, temerosos de que descubrieran su verdadera naturaleza. Narumi quería a los Aranara, pero anhelaba jugar con los demás niños de su edad.

Un día, Narumi no pudo soportarlo más. Decidió escapar de Vanarana e ir a la aldea Sumeru a jugar con los demás niños. Los Aranara le advirtieron de que era demasiado peligroso, pero Narumi estaba decidida. Se escabulló del mundo de los sueños y entró en la aldea Sumeru.

Los niños quedaron asombrados por el aspecto de Narumi. Nunca habían visto a nadie con unos rasgos tan singulares. Narumi estaba encantada de jugar con otros niños, pero pronto se dio cuenta de que las cosas no eran tan fáciles como había pensado.

"Hola, ¿puedo unirme a vosotros?", preguntó con una sonrisa. Los niños se detuvieron en seco y la miraron de arriba abajo. "Que ropa más rara llevas, pareces una vagabunda", dijo uno de los niños, y los demás comenzaron a reírse. "¿Enserio lleva una hoja como sombrero? Dijo otro de ellos. "¿Y esos ojos similares a los de un monstruo y ese pelo de bruja?", terminó por aportar otro. Narumi se sintió humillada y triste, pero trató de mantener la compostura. "No soy un monstruo, sólo soy diferente", respondió con voz temblorosa.

Narumi no entendía por qué los niños se burlaban de ella por algo que no podía controlar. Se alejó de ellos y se sentó en un rincón, sintiéndose sola y desesperada. "¿Por qué soy tan diferente?", se preguntó en silencio. "¿Por qué no puedo ser como los demás niños?" Los pensamientos negativos se apoderaron de su mente, y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.

En su desesperación, Narumi echó a correr sin rumbo fijo hasta que se encontró en el bosque a las afueras de la aldea, donde de repente apareció un hombre enmascarado de pelo blanco y ojos rojos.

-Hey pequeña no llores, esos niños no saben lo especial que eres y todo el potencial que escondes. Aunque no te lo creas ahora mismo estoy seguro que cuando crezcas te darás cuenta de ello. Te ofrezco un trato, ¿qué te parece si ambos huímos a un lugar lejano dónde la gente te acepte tal y cómo eres? Te prometo que yo te cuidaré como es debido. ¿Sabes? Yo también pasé por lo mismo que tú cuando era pequeño y le demostré al mundo que se equivocaba y tomé venganza.

Narumi dudó al principio, temía lo que pudiera pasarle si se iba con un extraño, pero también sentía una sensación de alivio al pensar en escapar de la aldea y dejar atrás la humillación y el dolor que había experimentado. Finalmente, decidió arriesgarse y se fue con él, sin saber que éste tenía otros planes para ella.

A medida que Narumi avanzaba con el hombre enmascarado, sus nervios aumentaban y comenzaba a arrepentirse de su decisión de irse con él. No sabía a dónde la estaba llevando y no estaba segura de si el hombre era confiable y cumpliría su palabra de ayudarla. La falta de información que tenía sobre él la hacía sentir sola y vulnerable, sin saber qué le depararía el futuro. Sin embargo, durante el trayecto, Narumi intentó autoconvencerse a sí misma de que todo estaría bien, que después del día que llevaba la cosa no podía ir a peor. Aun así, la incertidumbre sobre su destino y su seguridad seguía aumentando con cada minuto que pasaba.

Mientras tanto, los Aranara la buscaban por todos lados, pero el hombre enmascarado había cubierto bien sus huellas y tomado medidas para evitar cualquier tipo de rastro.

Narumi's journeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora