Narumi se equipó con la mochila y se despidió de Dottore. Este le dijo que se reuniría con ella en las afueras de la aldea pasados tres días. Narumi asintió y se dirigió hacia la ciudad de Sumeru. Mientras tanto, Dottore decidió esperar y observarla a lo lejos antes de planear cuál sería su siguiente movimiento.
Tras haber salido del laboratorio, Dottore dejó a Narumi en el bosque Mawkiyima como punto de partida de su largo viaje. Para ella, estar en ese lugar era una sensación maravillosa después de haber estado encerrada en el laboratorio durante tanto tiempo. Cuando se adentró a este, lo primero de lo que se percató al llegar fue el aire fresco que respiraba. Después de estar encerrada en un lugar cerrado con un olor a químicos y una asfixia constante, respirar el aire fresco y puro del bosque le hizo sentir que estaba viva de nuevo. Le sorprendió el hecho de que los árboles en aquel lugar fueran enormes setas fluorescentes. Estos creaban una atmósfera mágica y misteriosa e iluminaban su camino a medida que caminaba, haciéndole sentir más segura.
Todo iba bien, hasta que de repente le vino el pensamiento de que era la primera vez que se enfrentaba a tener que viajar sola a una ciudad muy lejana. Esto le generó un ataque de pánico y comenzaron a rondar por su cabeza miles de situaciones fatales que podrían ocurrirle durante su trayecto. Trató de aliviar su malestar tarareando una canción que los Aranara le habían enseñado, pero fue en vano, pues se dio cuenta de que estaba vagando por un mundo repleto de monstruos sin estar armada.
(¡Maldición!) -Suspiró para sí misma al ver que tres magos del abismo se dirigían hacia ella para atacarla.
Sin pensarlo dos veces, salió corriendo tratando de alejarlos, pero para su mala suerte eran monstruos capaces de teletransportarse. De repente, una potente onda de aire golpeó a Narumi hacia el suelo dejándola inmovilizada y sin ser capaz de ver por unos segundos. Cuando abrió los ojos, vió sus rodillas sangrando y al levantar la mirada apareció un chico de estatura similar a la de ella con cabello y ojos de color índigo, piel muy pálida y un sombrero grande muy único. No podía creer lo que estaba viendo, el chico estaba volando. Era algo que nunca había visto antes y le parecía increíble. Él parecía estar acostumbrado a ello, pero para ella era algo completamente nuevo y emocionante. Cuando menos lo esperaba, el chico la tomó de la cintura y levantó sus piernas desde debajo de sus rodillas, cargándola y comenzó a volar sujetándola a toda velocidad. Narumi se sorprendió por su repentina acción, pero se sintió segura en sus brazos. El viento soplaba fuerte en su rostro y el paisaje pasaba rápidamente ante sus ojos. No podía dejar de mirar hacia abajo, viendo cómo ambos se alejaban del bosque. El chico volaba a gran velocidad, esquivando los obstáculos con habilidad y destreza. Narumi se sentía emocionada y aterrada al mismo tiempo, pero confiaba en él para mantenerla a salvo. Finalmente, cuando llegaron a una zona segura, el chico la dejó en el suelo con suavidad. Narumi estaba sin aliento y temblaba un poco por la emoción.
-¿Estás bien? -Preguntó el chico.
Narumi asintió con la cabeza, todavía un poco aturdida por la experiencia.
-¿Eres estúpida que hacías en el bosque sola y sin arma? ¿Acaso no tienes Visión? -Le reprochó con un tono de voz severo.
-Perdón por mi imprudencia, me embarqué en un viaje en solitario tras huir de mi familia por una discusión que tuvimos. No tengo una Visión, ni siquiera sé lo que es. -Respondió un poco avergonzada.
El chico la miró con una expresión de incredulidad y luego suspiró. -Bueno, no importa. Lo importante es que estás a salvo ahora. ¿A dónde te diriges?
-Me dirijo a la ciudad de Sumeru, voy a intentar rehacer mi vida allí.
-¿Sabes? Me has caído bien, perdón por no haberme presentado antes. Me llamo Wanderer. Cuando me has contado tu historia me he dado cuenta de que somos muy similares.
Narumi se sorprendió por la amabilidad del chico, después de todo lo que había pasado.
-Gracias, Wanderer. Me alegra haber encontrado a alguien como tú en mi camino. Yo me llamo Narumi.
-De nada, Narumi. Una pena que nuestros caminos tengan que separarse, tengo un asunto importante al que atender, sino no me sería molestia llevarte hasta allí. Lo más probable es que nuestros caminos se crucen allí, así que estaré encantado de hablar contigo. Por cierto, trata de buscar a alguien que te cure esas heridas de la rodilla, no tienen muy buena pinta.
Narumi sonrió, agradecida por la preocupación del chico.
-Gracias por todo, Wanderer. Será un placer volver a encontrarme contigo en la ciudad. ¡Suerte con ese asunto!
Después de despedirse, Narumi continuó su camino hacia la ciudad, pensando en todo lo que había pasado y en lo agradecida que estaba por haber encontrado a alguien como Wanderer en su camino.
Mientras todo lo anterior sucedía, Dottore la observaba desde las sombras, sintiéndose orgulloso de haberla elegido como su nuevo sujeto de pruebas y con grandes expectativas sobre ella. Pensó para sí mismo que hizo bien en hacer caso a sus compañeros fatuis, pues era una chica única, con habilidades y características que la hacían especial. De repente, Dottore detuvo sus pensamientos y se preguntó a sí mismo qué estaba pensando. ¿Desde cuándo se sentía orgulloso de sus sujetos de experimentos? Recordó que no debía ser estúpido y que no sentía nada por ella, que era solo un sujeto más.
Aunque se esforzaba por mantener una actitud fría y distante, no pudo evitar seguir observándola con gran interés, ansioso por ver sus resultados y descubrir cosas nuevas sobre ella. Dottore sabía que su trabajo era importante y que debía mantenerse enfocado en los resultados, pero no podía evitar sentir una extraña conexión con su sujeto de pruebas. Se preguntó si esto era normal o si estaba perdiendo la cabeza.
En cualquier caso, decidió que lo mejor era mantenerse enfocado en su trabajo y no dejar que sus emociones interfirieran con sus experimentos. Estaba decidido a llevar a cabo su experimento con la máxima precisión y eficacia posible, siendo objetivo y manteniendo una distancia profesional con su sujeto de pruebas.