La venganza del Diablo [Saga Entre cielo e infierno #2]

Capítulo 06

𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟔

𝐓𝐢𝐞𝐫𝐫𝐚𝐬 𝐢𝐧𝐡ó𝐬𝐩𝐢𝐭𝐚𝐬

𝐉 𝐔 𝐋 𝐈 𝐀 𝐍 𝐍 𝐄

 —¿Qué tan grave es? —escuché vagamente la voz de un hombre. Me parecía conocida pero mis fuerzas eran tan escasas que mi cerebro no lograba coordinar que sucedía.

Mi cuerpo lo sentía pesado, sentía como si una bola de demolición me estaba aplastando. Me dolían los huesos, tenía la garganta seca y mis párpados se encontraban sellados.

La somnolencia no abandonaba mi cuerpo, me encontraba tan agotada. Y por más órdenes que le mandaba a mi cuerpo por reaccionar, seguía en el mismo estado.

«No puedo moverme»

Me desesperé, sintiendo como mi corazón se alteró de golpe. Quería levantarme de donde me encontraba.

Escuchaba voces lejanas revoloteando a mi alrededor. Solo que no oía con exactitud con lo que decían, ya que eran ahogadas, como si yo estuviera dentro del mar.

«Vamos, reacciona, Julianne» me exigí.

Mi meñique se movió y al segundo, sentí un pinchazo en mi brazo. Quería quejarme, solo que me rendí a la oscuridad una vez más.

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Corría libremente por el laberinto de terror de la casa Bucheli. La risa borboteaba de mi garganta, me sentía feliz y grandiosa.

Mi vestido era de un amarillo pastel, demasiado suave y ondeaba gracias a la fresca brisa que golpeaba mi piel.

—¡Julianne! —me gritaron, pero lo ignoré porque estaba cerca. Estaba cerca de escapar, de que todo acabara. Lo podía presentir en cada célula dentro de mí.

Yo conocía la salida.

—¡Julianne! ¡Espera! —volvieron a llamarme —. ¡No!

Al girarme hacia atrás sin dejar de correr con el corazón en la garganta, alguien me jalo por las caderas y me paralizó en la tierra.

—¡Julianne!

Mi pecho se hundió.

—Lo siento —murmuré y sentí el filo del cuchillo que yo misma clave en mi corazón, partiéndome por la mitad.

No lloré, pero si me quemó por dentro.

—¡Julianne! —gritó —. ¡Despierta!

—Muchachita, despierta —medio parpadeé al escuchar una voz con un acento extraño —. Muchachita. Vamos, que no tengo tiempo.

Parpadeé suavemente y entrecerré los ojos cuando el sol golpeó mis párpados sensibles. Me removí un poco en la cama donde me encontraba y tuve que volver a cerrar los ojos, ya que me ardieron al intentar enfocar mejor.

—Muchachita —una mano se posó en mi frente —. Debes despertar.

—¿Ah? —al abrir nuevamente los ojos, me encontré con una mujer castaña, algo mayor, que al verme, se llevó en un gesto exagerado las manos al pecho y soltó un suspiro, como si estuviera preocupada por mí —. ¿Qué…? —la voz se me perdió. La garganta me ardió, como si me hubiera tragado una lija.

—Bebe —me ofreció un vaso y me lo llevó a los labios. No me dio tiempo de procesar, cuando ya el líquido estaba bajando por mi garganta, aliviando el dolor —. Pensé que no ibas a despertar más —se levantó de la orilla de la cama donde estaba sentada, intentando despertarme buscando algo en una pequeña mesa de cuatro asientos.