La venganza del Diablo [Saga Entre cielo e infierno #2]

Capítulo 02

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟐

𝐉𝐮𝐞𝐠𝐨𝐬

𝐉 𝐔 𝐋 𝐈 𝐀 𝐍 𝐍 𝐄

Me desplazaba en total sigilo por los rincones oscuros y sin vigilancia de la mansión Bucheli. Los familiares de mi «amado y hermoso suegro» ─dios, espero que se entienda el sarcasmo─, se marcharon al amanecer, con la fiel promesa efervescente de convivir en una próxima reunión para que tenga la dicha de estar más familiarizada con todos. Cosa que deseaba que nunca ocurriera.

El vestido blanco de seda translúcida se deslizaba conmigo, dejando poco a la imaginación para los hombres que me tendrían que ver en menos de diez minutos.

Filippo tenía cierto placer extraño en verme correr semidesnuda en el laberinto del infierno, se excitaba ─estaba segura─, al tenerme a sus pies luego de ser cazada por sus perros, llena de barro.

Seguí en silencio a Tira, quien caminaba descuidada como si una loca no espiara a sus espaldas. Su barbilla estaba levantada con orgullo y en sus manos llevaba la bandeja en donde me entregó el desayuno. Se dirigía con parsimonia a la cocina, por lo que me dijo, su lugar favorito de la casa.

Al entrar en la habitación, me sorprendí levemente con sus dimensiones. Era la cocina más grande que había visto en mi vida, digna de un restaurante altamente lujoso. Analicé rápido el lugar y suspiré al ver que éramos las únicas.

─Apresúrese, señora ─demandó, Tira dejando todo en el lavaplatos.

Me moví hacia el refrigerador a paso rápido. Abriendo sus puertas, puse los ojos en blanco al ver que se encontraba abarrotado de comida, casi desbordándose. Aunque, no me sorprendía tanto, ayer había demasiadas personas. De seguro, antes de la cena, ni tenían donde meter tantos alimentos.

Obviando eso, me sonreí al encontrar lo que vine a buscar. Lo guarde dentro del short de mi falda larga. Mi piel se erizó al contacto frío e inhale, era jodidamente asqueroso.

Inmediatamente al cumplir mi papel en la cocina, Tira cogió de mi, aferrando su fuerte mano en mi brazo y llevándome con ella, al patio trasero, donde yacía mi carcelero fumando tabaco y conversando amenamente con el hombre de anoche; Massimo desagradable Pappas.

Nos detuvimos y Tira anunció mi llegada con voz dura. Esa mujer sabía cómo no demostrar emociones frente a su jefe, muy bien Filippo era consciente de nuestra relación medio amistosa.

Mi ceño se frunció al sentir los ojos oscuros de Massimo sobre mi, haciendo un recorrido libidinoso por todo el cuerpo, deteniéndose en una parte en particular.

─Espero sepas apreciar la vista ─evidencie en un saludo para nada agradable, creando así que sus ojos se despegaran de mi pecho ─. Porque la próxima vez que demores siquiera un segundo en mi escote, haré que lo lamentes ─prometí con la sonrisa más dulce que nunca le había obsequiado a nadie.

Sus labios temblaron cuando me sonrió. Odio profundamente mi amenaza, pero poco me importaba lo que ese hombre le gustaba o no.

─No podría faltarle tal respeto mi señora ─juró con una leve inclinación de cabeza.

«Si, eso mismo pensé anoche al insinuar que me comprarías si no estuviese comprometida»

No obstante me mordí la lengua al ver la mirada furiosa de Filippo, quien odiaba mi osadía de contestarle a quien el llamo "los mayores" y no porque le tuviera miedo, sino, porque estaba esperando ver su cara al finalizar el mediodía.