Capitulo 8

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Tiago iba a toda velocidad, tratando de perder a Roberto, quien lo seguía muy de cerca, sin percatarse que poco a poco empezaban a salir más allá de las fronteras, alejándose mucho de la tribu.

El menor hacia lo posible para tratar de alejarse lo más posible de su tío, pero al ser Roberto quien le enseño la mayoría de las maniobras de vuelo que sabía, la tuvo fácil para detenerlo, logrando darle una embestida ligera para hacerlo perder el ritmo de vuelo, consiguiendo que esté cayera por fin, aterrizando con Él en el suelo.

—Ay Por Favor, ¡solo quiero ver a mi Abuelo!— exclamó el menor con una expresión de ira en su rostro, mirando a su tío Beto con malas intenciones.

—Vamos, T-Bird, se que así lo quieres, yo también la verdad, pero ya oíste a Felipe, aparentemente se volvió agresivo, así que, es mejor tener cuidado por ahora— respondió Roberto, colocando una ala en su hombro, pero enseguida el se la quitó, aún molesto con él.

Ambos se miraron entre si, uno pensando como convencerlo de volver y el otro solo con ganas de alejarse de ahí, cosa que intento hacer nuevamente, dándose la vuelta para tratar de volar, pero en ese preciso instante... escuchó algo saliendo de la selva...

—¿Ah?— se quedó un momento observando hacia la oscuridad de aquel conjunto masivo de vegetación, parándose lo más erguido que pudo por puro instinto, queriendo ver de dónde venía aquel sonido, el cual, eran como pasos rápidos y violentos, sumado eso a un par de quejidos en el ambiente.

—¿Que es eso...?— Roberto también se quedó mirando hacia esa dirección, sin entender mucho de aquel ambiente tan siniestro que se percibía, hasta que, un gran Rugido colectivo se hizo presente, logrando erizar la piel de ambos machos.

[Inserte Música: Left 4 Dead 2 OST "Swamp Fever Horde Theme"]

Seguido de eso, una enorme horda de Guacamayos Scarlet salieron de la oscuridad, todos corriendo con las alas extendidas, unos agachados, otros con la frente en alto, todos portando sangre sobre sus plumajes y unos ojos completamente muertos.

Tiago y Roberto se quedaron observando eso unos momentos, con el miedo empezando a recorrer sus cuerpos, abriendo bien los ojos mientras que esas Misteriosas creaturas se iban aproximando cada vez más.

—Tenemos que irnos... ¡AHORA!— El Spix adolescente fue el primero en reaccionar, tomando la ala de su tío para irse de ahí, pero este se quedó ahí de pie aún, totalmente paralizado. —Vamonos ¡YA!—

Al final, Roberto salió de aquel trance por el grito tan agudo de su sobrino, ya ahí, y con el peligro a la vuelta de la esquina, los dos salieron volando de ahí, con la adrenalina disparada en sus cuerpos, regresando a su hogar en la tribu Spix.

Un terrible error...

Ambos volaron a toda velocidad, ahora yendo a la par, aunque aún escuchando como aquellos Guacamayos los seguían desde abajo. Entre más se acercaban a la tribu, varios de los Guacamayos azules que se encontraban cerca, aún despiertos al no ser tan tarde, solo los miraban extrañados, sin saber porque se veían tan cansados.

—¿Que les pasa?— preguntó una hembra, acompañada de su pareja, ambos posando sobre la rama de un árbol.

—Ni idea, pero se ve que tenían prisa— respondió este, sin prestarles mucha atención, hasta que, uno de los Scarlet le llegó por detrás, abrazándose a su espalda para empezar a morder su cuello. —¡Ah! No, ¡carajo! ¿Que Mierda haces?— le pregunto al sentir ese dolor recorriendo su espalda, perdiendo el equilibrio de la rama, cayendo con el Scarlet del árbol hasta el suelo.

—¡NO! ¡Cariño!— su pareja enseguida bajó para ayudarlo, sacándole al Guacamayo rojo de encima, pero este, con el pico ensangrentado se abalanzó contra ella, empezando a mordisquear una de sus alas que uso para defenderse de el. —¡Aaahh! ¡¡AAAAHHH!! ¡¡MIERDA!!—

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