Lienzo en blanco

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En algún lugar de la capital de Japón se encontraba un edificio, en aquel edificio guardaba en sus entrañas algo más que interesante, pero para saber de ello se debía pasar por una puerta.
La puerta se abre lentamente haciendo crujir sus antiguas bisagras. Un hombre jóven, delgado y de cabello rizado pero seguro de si, entra por esas puertas, con aspecto de artista, apareció en el umbral. En su mano derecha llevaba un delgado pincel y en la izquierda una paleta llena de colores.

Al otro lado de la puerta se encontraba su taller de arte. Allí dentro, dos mujeres jóvenes y hermosas estaban recostadas sobre un sofá. Estaban desnudas, exhibiendo sus propios encantos con naturalidad mientras el hombre las estudiaba con una mirada detallada.

El pintor se acercó lentamente a ellas, con los ojos puestos en los cuerpos de sus modelos mientras paseaba su pincel sobre el lienzo. Con habilidad y precisión, mezcló los colores para crear una paleta perfecta que permitía a las modelos tomar vida en su obra.

De repente, el pintor suspiró y se quitó las gafas. Se quedó mirando el cuadro fijamente, como si esperara que las figuras cobraran vida por sí solas. En eso, el recordó varios momentos de su pasado.
Su compleja juventud, su primer amor, su lucha por convertirse en artista.

Mientras tanto, las modelos continuaban impasibles. Estaban acostumbradas a posar para el pintor y a la emoción que siempre mostraba mientras trabajaba. Las mujeres permanecieron inmóviles, fielmente adoptando sus posturas.

Finalmente, el pintor se acercó al sofá y se detuvo frente a las mujeres desnudas. Las miró de nuevo como si estuviera buscando algo. Luego, volvió a sus lentes, se apoyó en el caballete y continuó trabajando en su obra de arte, construyendo un mundo mágico que solo él podía ver y entender.

- Hachioji, ¿Te encuentras bien? -
Pregunta con curiosidad la más voluptuosa del par, así como también muestra su preocupación.

- ¿Hay algo que te moleste hoy... Se-n-pa-i? -
Pregunta la más fina de tes morena, remarcando algo de picardía en sus palabras.

El pintor atinó a solo acomodar sus lentes y negar con la cabeza, estaba claro que estaba en su mejor momento, sonriente, aquel artista empezó a divagar para el.

Ah, la vida... Es tan efímera, ¿no? A veces veo alrededor y me pregunto cuál es el propósito de todo esto, ¿qué somos nosotros en este vasto universo? Pero mientras pinto este cuadro, me doy cuenta de que lo que realmente importa es cómo elegimos llenar nuestra existencia con un significado.

Los seres humanos existimos y estamos para buscar una felicidad y el éxito a menudo esto significa luchar por la perfección y la aprobación de aquellos que nos rodean. Pero cuando miras más allá de estas expectativas, te das cuenta de que lo más importante son las experiencias y las relaciones que hemos formado a lo largo del camino.

Y en mi camino, tengo la suerte de tener a dos personas increíbles. Hayase y Sana. Cada una de ellas tiene un vínculo diferente conmigo, pero juntos hemos construido una vida basada en la honestidad y el apoyo mutuo. Agradezco todos los momentos que hemos compartido y espero compartir muchos más ahora que la familia está a punto de tener nuevos miembro, nuevas voces y nuevas oportunidades en este mundo.

Entonces, sí, la vida es fugaz y nada está garantizado, pero mientras tengamos a las personas que amamos cerca, podemos encontrar paz y alegría en nuestro camino. Y en ese sentido, siento que he encontrado un propósito y un significado a este mundo.

Eso era lo que pensaba aquel artista, Naoto, mientras veía por sobre el lienzo una vez más a quién en su momento fueron la presidenta del club de artes de su escuela, y su querida kohai. Ahora siendo sus mujeres y llevando en sus abultados abdomenes su futura familia.

Ijiranaide, Nagatoro-san: SUPER ROMANTIC LOVER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora