Escucha mis celos

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Naoto se encontraba sentado frente al lienzo en el club de arte de la escuela. Era una tarde lluviosa después de clases y había decidido refugiarse ahí mientras esperaba a que la tormenta pasara. Pero su mente no estaba en la pintura, sino en el momento íntimo que tuvo con la presidenta Sana.

Recordaba cómo habían estado juntos en el aula vacía, tocándose apasionadamente, y cómo él había sentido por primera vez en mucho tiempo una conexión especial con alguien. Sin embargo, ahora se sentía culpable por estar en el club de arte, y se preguntaba si Sana también se habría sentido mal por faltar a sus responsabilidades.

Mientras intentaba concentrarse en la pintura, su mente divagaba hacia aquellos momentos con Sana. Se preguntaba si ella también estaba pensando en él, si sentiría lo mismo que él sentía. Pensaba en su cabello, su piel suave, su cuerpo similar al de Venus o Afrodita y en cómo habían explorado sus cuerpos juntos. Pero no podía dejar de preguntarse si esto fue un error, si debió haberse mantenido alejado de ella y no dejarse llevar por la pasión del momento.

La tormenta se intensificó y Naoto se sentía ajeno al club de arte, no podía dejar de tener la sensación de que algo había cambiado después de su encuentro con Sana. No sabía qué sería de su relación a partir de ahora, pero sabía que tendría que lidiar con las consecuencias de sus acciones.

El joven rizado seguía sentado frente a su caballete. Sin embargo a pesar de su empeño por plasmar su inspiración en el lienzo, el joven artista se sentía terriblemente desmotivado y con un bloqueo creativo que iba creciendo.

Por más que Naoto lo deseara, Nagatoro no había llegado al club de artes. El la extrañaba tanto y ya hace mucho que quería hablar con ella, no sabía nada de su kohai desde que Sana lo invitó a la exposición y pasó eso. Se preguntaba si ella estaba celosa o pasaba algo más, pero no podía pensar en una razón.
Naoto se encontraba solo y su abatimiento no ayudaban a la situación.

De repente, el viento sopló con fuerza y una corriente de lluvia fría se coló por las ventanas, dejándolas abiertas, haciendo que Naoto temblara de frío. En su tristeza, se sintió impotente y sin fuerzas para continuar, así que se dirigió hacia el sillón del club y se sentó, cerró los ojos y dejó que las lágrimas resbalaran por su rostro al no entenderse a si mismo.

En ese momento, la puerta del club de artes se abrió y Nagatoro entró por ella, empapada por la lluvia. Al ver la tristeza en los ojos de Naoto, corrió hacia él y lo abrazó cariñosamente, diciéndole que estaba allí para él.

Sintiendo el calor del abrazo y la ternura de las palabras de Nagatoro, Naoto comenzó a sentirse mejor emocionalmente. Nagatoro, entonces, se acercó a su obra de arte y comenzó a elogiarlo por su técnica y la belleza de sus trazos, comentándole todo lo que le gustaba de su obra.

Estos comentarios hicieron que Naoto se animara y se llenara de energía, tomando sus pinceles y comenzando a trabajar frenéticamente sobre el lienzo. La lluvia seguía cayendo afuera pero, dentro del club de artes, Naoto encontró la chispa creativa para seguir adelante, gracias a la ayuda de su kohai Nagatoro.

Pero tan pronto como Naoto encuentra su inspiración, vuelve a abrir los ojos y se frota ligeramente los párpados mientras intenta enfocar su vista. A medida que su visión se aclara, se da cuenta de que la habitación está inundada de luz brillante y un cálido resplandor indica que el sol se ha presentado finalmente después de la lluvia. Una suave brisa sopla por la ventana nuevamente abierta, trayendo consigo el aroma de la tierra húmeda.

Se incorpora lentamente y estira su cuerpo mientras bosteza. Después de un momento, su cerebro comienza a organizarse y se da cuenta de que todo lo que recuerda del momento anterior con Nagatoro es solamente un sueño. No había nadie más en el club de artes, solo él y el sofá donde estaba acostado.

Ijiranaide, Nagatoro-san: SUPER ROMANTIC LOVER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora