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La mañana siguiente sentí una pequeña taquicardia al abrir los ojos, era una extraña sensación entre nerviosismo y emoción. Probablemente no sabía cómo sentirme respecto a lo que ví, un hueco se hizo presente en mi pecho y una especie de veneno ardiente me transitaba por la garganta.
Veneno que quería inyectar en él por haberme besado y confundido tanto.
No quería verlo, no quería saber de él. Y al mismo tiempo quería escuchar su voz, ver su rostro, besarlo. ¿Cómo sería estar en sus brazos?
De solo pensarlo sentí de nuevo aquel cosquilleo en el vientre.

Me lave la cara y baje a desayunar, él estaba sentado como siempre en la cabecera de la mesa, tenía el otro plato servido al lado derecho y lo tome para llevarlo a la otra cabecera.

— Buenos días. — saludo mientras elevaba la taza de café que tenía enfrente. — ¿Tenías insomnio anoche?

— ¿Eh?

— Joseph me dijo que te vió subir tarde, casi cuando llegué.

— Ah eso... — me lleve un trozo de pancake a la boca. — solo me quedé leyendo hasta tarde. — respondí sin ganas.
Se hizo un silencio denso e incómodo. Adrian me miraba fijo lo que me provocó un cosquilleo en la boca del estómago, así que me levanté de la mesa. Lo último que necesitaba era evidenciar lo nerviosa que me ponía.
Llegando a la puerta de la entrada Joseph me interceptó.

— Lo siento señorita, el señor Morgan no me ha dado instrucciones de dejarla salir. — dijo con seriedad.

—  Y yo tengo que irme.  — intenté hacerlo a un lado pero se puso el hombre ni siquiera se movió.

— Y yo entiendo señorita, pero el señor Morgan es quien da las órdenes. — dijo sereno.

— Gracias Joseph — dijo Adrian detrás mío mientras abotonaba su saco.  — Vámonos ya.

— Puedo irme sola no te preocupes, así puedes llevar a tu harem de mujeres que seguro mueren por pasear contigo. — comenté con sarcasmo.

— Yo no salgo con "mujeres" — hizo comillas con los dedos. — Y ya vámonos que se me tarde.

— Vaya... Aparte de mentiroso y mandón también eres gay. — Adrian me miró inexpresivo por unos segundos y me tomo de la muñeca para subir al auto. — Puedo caminar sola. — me subió metió al auto y me puso el cinturón. — ¿Sabes que tengo manos no? Puedo hacer eso yo sola. — me cerró la puerta y se subió enseguida. Se puso el cinturón, unos lentes de aviador que le sentaban demasiado bien y encendió el auto.

No soy gay. — dijo de pronto sin dirigirme la mirada. — Y con quién salga no es asunto tuyo. Aún así, entre más te vigilé mejor para mí.

Dicho eso no volvimos a dirigimos la palabra, y así fue el resto de la semana, y la siguiente.  Incluso evité a James y Lana todo lo posible, no me sentía yo misma y no quería que me preguntarán lo que me pasaba porque sabía que podía romperme y verme vulnerable ante ellos, y eso era lo que menos quería. Nunca había dejado que nadie me viera así y está no sería la primera vez.

El viernes por la noche cerré un poco más temprano la librería, todo lo que quería era solo paz, soledad, ya no quería pensar en él, aunque fuera solo un segundo, incluso sabiendo que me mentía a mi misma tratando de ignorar mis sentimientos, todo lo que queria era ver el azul del mar, ya no el de sus ojos, solo el del mar. Así que fui a donde nadie me encontraría.
Llegando al puente que está sobre el lago para llegar a la playa, pude ver a lo lejos una motocicleta, imaginé que era el mismo chico de la última vez así que no me acerque mucho, a lo lejos podía ver qué estaba sentado frente al mar, dió un vistazo a su reloj y se levantó. Si estaba ahí era porque obviamente quería estar solo y probablemente igual que yo no le gustaba ver a nadie, así que corrí a la roca que está entre los pinos, justo a la que siempre voy.

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⏰ Última actualización: Apr 26, 2023 ⏰

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