Tras años después de la más significativa victoria sobre el enemigo, el imperio galáctico, la Nueva República y sus generaciones por venir se enfrentan a un viejo enemigo en forma de uno nuevo, que busca apoderarse definitivamente de la galaxia con...
El viento azotaba gentil contra la roca de la que estaban hechos los templos y dormitorios de la academia jedi de Aldhani, fundada y administrada por el último caballero jedi en regla: Luke Skywalker; a más de una década posterior a la caída del pleno auge imperial, y mucho más de la famosa batalla de Yavin, Luke Skywalker, en compañía de su mujer Mara Jade, y su hermana, Leia Organa Solo, había logrando no solo edificar una academia jedi que recibía el apoyo de la Nueva República, en una mancuerna digna de la de los días de antaño previos a la conflictiva relación de la anterior orden y la república. Bajo el apoyo de la Nueva República, decenas de niños y jóvenes sensibles a la fuerza habían logrado desarrollar sus habilidades aproximadamente y con una seguridad no vista hace casi un siglo. El lugar anfitrión de la academia, era Aldhani, un planeta calmado en al menos dos ciclos solares, hasta que en el tercer año empieza la, considerada por muchos, magia verdadera del planeta; el ojo de Aldhani. Al igual que el resto de la galaxia desde la caída del Imperio Galáctico, había recuperado poco a poco la gloria de sus días dorados; mientras que en el punto más alto del mandato imperial, apenas llegó un número apenas cercano a los quinientos espectadores, ahora la cifra superaba los diez mil, todos movilizándose en aras de apreciar uno mas de los bellos espectáculos celestes de la galaxia, y el sabio líder jedi lo sabía muy bien.
—Padawans— llamó sereno Luke, sosteniéndo con firmeza su cinturón a ambas manos y acercándose hacia los padawans en compañía de su fiel compañero: R2-D2.
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—¿Maestro?— pregunto Ben Skywalker, hijo del maestro jedi y Mara Jade, otra fina usuria de la fuerza; el padawan de mayor edad entre los estudiantes y quien fungia como prefecto para la academia
—Es todo por este dia— expreso Luke, antes de oír los chillidos tipicos de su astromecanico —, R2 tiene razón, la migración ya empezó, el ojo será visible esta noche— señaló Luke, tras ver un par de estrellas fugaces en el cielo crepuscular
—Sean libres de apreciar en todo su esplendor tal evento— intervino Mara, quien llegaba para hacer compañía a su esposo —. Esta noche es libre para su uso.
Fue entonces cuando la atención, tanto de los padawans presentes como de Luke y Ben, se vio robada ante dos poderosas presencias en la fuerza, una muy de un sentir dulce y noble, mientras que la otra era una más fiera pero tan noble o más que la primera. Las dueñas de esta aura en la fuerza, eran dos de los miembros mas fuertes de la nueva orden jedi: aquella dueña del aura rebosante de fiereza, era Mara Jade Skywalker, la esposa del maestro jedi Luke Skywalker, madre del adolescente Ben Skywalker y la una vez mano, de muchas, del emperador Palpatine; Katrynn, la más bajita y acompañante de Mara, era quien desprendía la dulzura cuál perfume luminoso; ella era menor que Mara Jade, portaba en su cabeza una cegadora y peliblanca cabellera que poco poco y cubría su espalda baja, de piel muy pálida, era la compañera padawan de Ben y la padawan de la caballero jedi, Leia Organa Solo. Un raro festival se hizo presente de un momento a otro entre ambos Skywalker, padre e hijo; mientras que Ben miro de pies a cabeza a a Katrynn, notando el deleite visual que era verla con aquella mezcla del estilo moderno y las ropas de los viejos caballeros jedi de la ya lejana edad de la alta república; su cabellera blanca hacia juego con su camino en la fuerza, contratastante a su actuar corpóreo pues aunque saludo a Ben entre un inaudible danzar de sus labios, esta buscaba esconder su rostro y miradas del padawan con algo de pena. Luego estaba contrastante Mara Jade, pues la maestra veía con oscuras prendas a juego con las de su esposo, siendo un conjunto de negro, gris y oscuros tonos de café los que usaba en su atuendo la pelirroja.
