Episodio I: La noche anterior en Daiyu

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Star wars

Luke Skywalker y la rebelión ganaron. Ahora, más de dos décadas después y bajo el nombre de la NUEVA REPÚBLICA, la paz de abre paso por la galaxia como nunca antes en décadas ¿O no?

Las últimas hebras de la carne que quedo del cadáver del IMPERIO busca abrirse paso más allá de los cazarecompensas y las fuerzas de la nueva república, siendo solo una llama qué se extingue con el paso de los años.

Una nueva galaxia le da la bienvenida a la orden jedi de fundada gracias al Gran Maestro Luke Skywalker y su prole, augurando por un futuro pacifico en la galaxia, incluso con su primogénito, BEN SKYWALKER, apartado de la orden jedi hace casi un lustro, pero pronto viéndose llamado a casa, por un duelo de destinos...

[...]

Una fuerte tormenta caía sobre las neones calles del planeta "festivo" Daiyu, obligando a que la mayoría de sus negocios lícitos cerraran y extinguieran su furor neón ante los cientos de turistas, o los viciosos locales, y obligandolos a ir a otra parte, más profundo en las viles entrañas del planeta, o en algún interior techado y cubierto contra las fuertes lluvias que este planeta le lanzaba a su población cada tanto.

Si Canto Bight era aquel brillante y lujoso planeta al que iban los luodpatas más grandes y adinerados de la galaxia, con las claras excepciones como los esclavistas y farsantes qué plagaban sus relucientes calles y pasillos, entonces Daiyu era la...

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Si Canto Bight era aquel brillante y lujoso planeta al que iban los luodpatas más grandes y adinerados de la galaxia, con las claras excepciones como los esclavistas y farsantes qué plagaban sus relucientes calles y pasillos, entonces Daiyu era la versión oscura y retorcida de todo eso. El pan de cada día en Daiyu eran los espectáculos, sino clandestinos, de muy bajo presupuesto, la compra y venta de alucinógenos y sustancias ilícitas como las píldoras letales o las especias, por más que el Daimio actual de Tatooine haya frenado su trafico por la zona, e incluso una que otra sustancia más rara o común, pero con usos variados; la violencia y el crimen, todo lo que Canto Bright clamaba tener solo entre mitos y malas lenguas, Daiyu lo presumía a toda la galaxia incluso desde tiempos imperiales, siendo la única excepción su carencia de esclavismo, al menos el tradicional.

En una habitación de los cientos de hoteles en las urbes, pues vivir de manera fija en la ciudad era un grito al aire para que malas cosas te ocurrieran, un joven de cabello largo yacía en la oscuridad de una habitación en el septuagesimo séptimo nivel del edificio. A través de las ventanas era iluminado por los últimos esfuerzos de las luces de los letreros por llegar alto, ayudando a solo iluminar las primeras persianas de la ventana; aquel joven solo se colocaba sus oscuras prendas mientras veía con recelo aquel mago cilindrico en su estante, junto a una botella de bebida y un holograma qué marcaba la hora planetaria, el sabía que ya era la hora. Se coloco su cinturón y lo abrocho, usando la fuerza para llevar hasta sus manos aquel cilindro con un poema grabado; tras colocarlo en su cinturón, este solo suspiro y se decidió por salir de su habitación, tomando la llave de su puerta corrediza y simplemente haciendo uso de esta para salir directo a los decadentes pasillos del edificio de ochenta pisos: el lugar no contaba con escaleras, pues sus elevadores habían sido dañados o hace mucho que no servían. Una larga bajada le esperaba, pero era perfecto, solo el imperio en sus días más paranoicos, irónicamente sus años finales, se habría atrevido a buscarlo hasta esa habitación con tropas de pie, contrario a como haría la Nueva República, de quien dudaba siguieran la búsqueda tras un par de decenas de pisos.

Star Wars: Herederos de guerra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora