Episodio V: Siempre hay dos, ni más, ni menos

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—Aldhani.

La noche era intranquila en los bastos pasillos de la academia jedi. Los maestros jedi y padawans de mayor edad, y entrenamiento, se encargaban de atender y apoyar a los menores e inexpertos ante el grito con el que la fuerza había azotado a las decenas de oídos sentientes; gritos, nerviosos andares y hasta llanto había secundado tal grito psíquico, pues cada voz que la fuerza, o mejor dicho, el lado oscuro había usado, variaba de persona en persona; padres, madres, hermanos, amigos, todos habían gritado al unísono para el terror de los nuevos jedi de la galaxia, incluso en aquellos más entrenado. Mara Jade y Leia Organa Solo se encargaban de apaciguar a los padawans a su paso por los pasillos mientras buscaban Luke, intentando atenuar el temor de los presentes, incluso entre estos algunos de los propios maestros.

—El maestro Luke ¿Lo has visto?— pregunto Mara, tras llegar con un viejo maestro de la raza Vintian, prácticamente una roca con un atisbo a ropajes jedi y un sable en el cinturón colocado vagamente a la mitad; aquel "jedi" no respondió.

—Si, maestra Mara— agregó una joven de cabellera casi tan rubia que rosaba el gris —, acaba de irse a meditar. Lamento el silencio de mi maestro, esta conmocionado— disculpo la padawan, frotando un costado de la roca arropada a su lado

—Descuida padawan, no eres la única— conforto Mara tras ponerle la mano en el hombro y sentirle con gratitud

—¿A meditar?— pregunto Leia, mientras avanzaba rápidamente en dirección al nuevo salón del consejo jedi, dejando que sus blancos velos dejaran ver las prendas en el interior de la gemela, siendo estos eran de un color más opaco y con diseño más similar al del resto de la orden jedi —El Luke que conozco estaría yendo hacia Tython para llegar al fondo de esto.

—Tal vez sea tu hermano y maestro, Leia, pero no sabes todos sus trucos— confesó Mara, sumergida en sus propias preocupaciones tras el suceso, entre las que resonaba una vieja risa de ultratumba, haciendo eco entre sus pensamientos

Frente a una enorme ventana, con la vista hacia el próximo amanecer, se encontraba el Gran Maestro Luke, con los ojos cerrados y los brazos cruzados de manera elegante tras su espalda, viéndose centrado en su fluir en la fuerza misma, como si tratara de escuchar más atentamente al universo mismo, buscando el origen de aquellos gritos del pasado, exclamando a su nombre; así como la fuerza buscaba equilibrio, los gritos en cuanto al más sabio jedi con vida hacían lo mismo; una de las voces era una que lograba envolver su corazón con un escalofrio, una voz entrecortada por una profunda e imponente respiración: Vader. Similar a la primera voz, la segunda le daba una especie de confortable calidez, pero no lograba descubrir quien era la dueña de aquella voz, más allá de sus sueños cuando niño, aunque de manera similar, llamando a su nombre entre jadeos moribundos que parecían desbordar una triste alegría.

—Meditando— inicio Mara, tras entrar al salón y dejar que las puertas se cerraran lentamente; la pelirroja se veía más calmada ante la postura de su marido —¿Hmm?

—Oí la voz de Vader— expreso Luke, soltando un pesaroso soplido por la nariz y abriendo finalmente los ojos —, gritando mi apellido nuevamente y llamándome a un mundo en el cual la fuerza es intensa.

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