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Iba quince minutos antes de la hora acordada. Justo cuando le faltaban dos cuadras para llegar a la cafetería en donde había quedado con Hanamaru, se detuvo y caminó al lado contrario. Decidió que llegar tan temprano no era lo correcto, así que fue por ahí caminando sin rumbo, dejando que esos quince minutos se consumieran.

¿Debía llevar un obsequio? No, probablemente se vería como si quisiera algo más que un encuentro amistoso. Aunque por otro lado sería de mala educación llegar a la reunión con las manos vacías ¿no?

Su cabeza era una maraña de pensamientos. Podría llevarle algún dulce, pero estarían en una cafetería así que no veía el punto. Quizás una rosa pero sería demasiado romántico y no quería que pareciera que trataba de conquistarla. Tal vez un peluche, a Hanamaru le gustaban, pero parecería muy extravagante para ellas. Y mientras lo pensaba, se dio cuenta de que ya iba tarde por diez minutos.

Se apresuró a regresar directo a la cafetería. Repasó su vestimenta. Había pasado toda la noche decidiendo qué ponerse. No quería verse muy formal o Hanamaru podría creer que intentaba impresionarla. Pero tampoco quería ir tan casual porque parecería una vaga. Al final sólo se puso un pantalón, una playera blanca sin estampado y una chaqueta encima.

Llegó al lugar en menos de lo esperado y tomó aire antes de abrir la puerta. El olor a café, pastelillos y merengues le dio directo. Casi todas las mesas estaban ocupadas. Había desde adolescentes hasta adultos mayores simplemente pasando el tiempo y disfrutando del WiFi gratis mientras bebían malteadas, cafés y chocolates.

Esa cafetería era la favorita de Hanamaru. Cuando eran novias, Yoshiko la llevaba muy seguido ahí pero luego de terminar la relación, estuvo evitando ese lugar lo más que pudo.

Yoshiko caminó lo más tranquila posible, sus ojos buscaban entre las mesas esperando ver a Hanamaru sentada de forma educada y derechita con las mejillas llenas de migajas de galleta y una malteada de vainilla con extra crema como en los viejos tiempos. En cambio se encontró con otra cosa.

—¡¿Qué puta broma es esta?!– gritó una voz escandalosa —¡¿Yoshiko en verdad eres tú?!–.

La nombrada giró sorprendida, abriendo los ojos con asombro cuando identificó a Chika sentada en una de las mesas cerca de la ventana. A su lado se encontraba un rostro muy, muy familiar que Yoshiko solía recordar de vez en cuando en esas ocasiones en las que se emborrachaba.

Riko la veía sorprendida y ligeramente molesta. Su cabello era igual que antes, sus cejas se unían en un ceño fruncido y sus labios esbozaban una mueca mientras sus ojos recorrían a Yoshiko de pies a cabeza.

—¡¿Te operaste algo?!– Chika seguía hablando, su voz atraía las miradas de las personas que los rodeaban.

Yoshiko se sintió avergonzada. Dio un paso más cerca de ellas y sonrió apenas un poco, su mente quedando en blanco. Ambas, tanto Chika como Riko habían cambiado mucho. Sus rostros ya no eran los de aquellas chicas jóvenes y tiernas que recordaba. Sus facciones eran mucho más maduras.

—Hola...– saludó.

Chika se llevó una mano al pecho.

—Incluso tu voz cambió–.

Yoshiko intentó esbozar una sonrisa pero estaba demasiado tensa.

—¿Hanamaru te llamó?– la voz de Riko la hizo saltar ligeramente.

Yoshiko asintió y se preguntó si Hanamaru y Riko segurían juntas después de tantos años.

—A nosotras igual, siéntate, la tonta aún no llega– Chika tomó el brazo de Yoshiko y tiró de ella hasta obligarla a tomar asiento. —¡Ahora haces ejercicio!– exclamó Chika, tocando y recorriendo todo lo que podía por encima de la tela.

El club de las Ex-sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora