Ghostface en Twitch [EN REVISIÓN]

6

Aldo se quedó a dormir en casa de Osvaldo y Rocío con Rivers. Después de la discusión que tuvieron con Roberto y Barca la situación se volvió algo tensa; no pasó tanto tiempo cuando Vicky se fue; después Nuvia un rato después; y al final Roier se fue al hospital a ver a Ama y hablar con Ari.

—Wey, ¿qué pedo con Barca y Roberto?— Aldo interrumpió la silenciosa cena.

—Están pendejos—. Lleva un rollito primavera a la boca.

—¿Qué estarán haciendo ahorita? Ni siquiera vi si hicieron el stream o no.

—Matando a alguien seguro.

—Pues habrá que ver a las niñas. La pendeja de la Rivis los amenazó y corrió de su casa.

—Ya han de estar dormidas con el hocico abierto wey, a parte yo le dije a Samy que se encerraran.

—¿De qué hablaste con ella ahorita?

—¿Ahorita cuando?

—Cuando se fue Roier y lo fueron a acompañar, se quedaron hablando afuera un ratote.

—¿Por qué wey? No me digas que tú también crees que somos sospechosos.— Dejó su plato en la mesa para mirarlo directamente.

-—Pues sospechosos si son. De ahí a decir que atacaron a Juan y Ama es diferente—. Desvió la mirada, no sabía desde cuando le ponía tan ansioso la mirada de su amigo.

—Mírame a la cara y dime que soy un asesino—. Sus ojos ahora reflejaban desafío.

—Que bonitos ojos tiene compadre—. Trató de cambiar de tema, pero Osvaldo no tuvo reacción. —No, no creo que hayas matado a Juan— siguió comiendo pero él no se movía.

—¿Y a Ama?

—Ama está viva. Se va a recuperar.

—Pero piensas que Samy y yo le hicimos algo, ¿no?

—¡No! Claro que no.

—Roberto y Barca te hicieron dudar, ¿verdad?— La intensidad en su mirada disminuyó. No recibió respuesta.

—¿Aldo?— Esta vez se veía más tranquilo, o por lo menos trató de disimularlo bien.

—No sé porque te importa tanto lo que piense—. Recibió silencio de su amigo. Un silencio de realización.

—El hecho que lo haya pensado no significa que lo crea completamente. Te conozco hace años, no matarías a alguien.

—¿Y Samy?

—A ella no la conozco tanto.

—Yo si. Si yo no soy, ella menos.

Terminaron de comer en silencio, después de esta conversación ya no saben si pueden confiar el uno al otro.

Interrumpiendo aquella incomodidad, el teléfono de Aldo sonó. Osvaldo se estiró para ver quién era.

—Ya, pinche metiche.

—Sólo estoy siendo precavido—. Sin duda algo se rompió en esa amistad.

—Mira, es Vicky—. Casi le pone el celular en la cara.

—¿Qué onda cara culo? ¿Dónde andas?

—Aldo—. Una voz bastante baja se escuchó al otro lado.

—¿Vicky? No te escucho wey. Hay mucho ruido.

—Ayuda. Nos atacaron—. Puso el altavoz de inmediato.

—¿Cómo Vicky?

—Nuvia— hizo una pausa y suspiró.

—Está muerta, creo—. Los chicos se pusieron de pie al mismo tiempo.