31| Te ayudaré: "La noche antes de la tormenta."

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Narradore Omnisciente:


Ya era de madrugada en el hospital cuando un joven beta se despertó alterado.


— ¿Amber? ¿Amelia? — preguntó apenas audible al ver a las chicas durmiendo a su lado.



No entendía qué ocurría, pero no importaba eso ahora.



Tocó el hombro de ambas rogando que pudieran oír lo que quería decirles.


— ¿Luca? ¡Despertaste! — soltó emocionada la beta al ver al chico, la alfa siguió en despertar, preguntando por qué ocurría.


— Necesito mi teléfono, llamen a un detective. — ordenó decidido.



— Hey... Es temprano, no creo que nadie responda... Tengo tu teléfono, pero está roto. ¿Necesitas algún vaso de agua? — respondió calmada la segunda hija Blight.



El chico estaba haciendo un gran esfuerzo para hablar, no es para menos teniendo en cuenta que hubo daño pulmonar.



— Por favor... — el pecoso empezaba a desesperarse, suplicó por sus peticiones previas, a lo que no tuvieron más que acatar al ver la reacción.


— Creo que tengo el dispositivo en mi mochila. — fue la adolescente a dicho bolso.


— Conozco a un investigador. — completó la mayor viendo en su celular.



Había un leve problema: Nadie iría a tal hora.



— No es horario de visitas, lo sabes, ¿no? — preguntó la alfa en lo que su dispositivo marcaba.



El joven al recibir su dispositivo lo miró por un rato, hasta que tuvo la idea de qué hacer.


— ¿Tienen un computador o un celular en el que pueda poner el chip? — pidió con dificultad.


— Puedo ir a por un teléfono viejo si es lo que necesitas, pero tendría que salir un momento. — sugirió la beta.

Luca asintió y el resto le siguió; irían a buscar lo que el joven les pidió.







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— ¿Eso fue una pesadilla? — preguntó la pequeña alfa al lado de la teñida, quien no hablaba.

La Blight temblaba en su lugar; no sabía si era por el frío o por todo el dolor en su pequeño y escuálido cuerpo, pero no fue excusa para que la latina no se acercase.


— Pudiste haberme dicho lo que ella te hacia... Lo siento. — susurró.

— No estoy molesta contigo, estoy molesta conmigo. — respondió.

La morena estaba atenta a sus siguientes palabras:
— Tuviste que verme así... Es tu hermana y lo arruiné todo, ignora esto... Tú... Me viste sucia, ya sabes que lo estoy, aún con todo, no puedo entender cómo es que no me odias. — se aferró a si misma, envolviendo su torso y rostro en sus extremidades, ignorando la mirada la contraria.

— No arruinaste nada. No te odio, nada de esto es culpa tuya. No estás sucia. Eres muy linda y amable en el fondo, realmente eres una persona que he amado conocer. — Abrazó a la pequeña soltando suave en su oído.

— Así que por favor... Déjame ayudarte. — completó.

Sintió lagrimas mojar su hombro, pero no le importaba ahora mismo.








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