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Tarde en la playa.

Cuando el sol empezaba a ocultarse todos salimos a disfrutar de la brisa y la hermosa vista del atardecer.

Sentados en la arena, sobre algunas mantas, rodeados de hieleras y muchos snaks, se pasó un buen rato, Georgie se había encargado de ambientar con un poco de música, no faltaban las risas y las anécdotas, era divertido conocerlos a todos uno por uno con esas cosas pequeñas que los hacen ser ellos mismos.

Habían estado jugando a subirse a los hombros del otro, corriendo, un poco de fútbol muy poco habilidoso por parte de Hunter.

Emma había propuesto hacer un círculo en la arena para sentarnos y hacer una fogata para el frío, ya que aseguraba querer estar más tiempo ahí, por lo que antes de que diera la noche, nos acercamos un poco más a la orilla donde las olas rompian en calma con la arena.

Daniel quería lucirse haciendo aquello que la chica de ojos claros había propuesto, según él había crecido toda su vida en un ambiente tropical rodeado playas y hermosas islas en su país, por lo que sería una falta de respeto para su existencia que alguien más lo hiciera.

Pero yo sabía que quería quedar bien con ella.

El quería ser su amigo, pero la estaba empezando a mirar como si nadie más pudiera robarle la atención sobre aquella chica de cabello cortito y mejillas sonrojadas.

Estábamos alejados del muelle de Santa Mónica por los chicos, buscamos un punto tranquilo para que nadie supiera que eran ellos, aunque realmente a mí me hubiese encantado ir, no era algo muy necesario, esa atracción estaría ahí siempre.

Luego de conseguir algunos palos secos junto a Georgie los llevamos a la casa, miré como el sol se ocultaba en el horizonte, llenando el cielo de un color naranja precioso.

-Esto se ve muy bien. -Les digo a Daniel y el esposo de Hunter, que tenían casi todo listo, era una especie de sofá circular hecho en arena. Sólo debías entrar a la poca profundidad y podrías sentarte a gusto.

-¿Crees que está bien así? -Pregunta Georgie mirando divertido a mi amigo.

-Creo que podemos mejorarlo. -Este se encoge de hombros.

-No hay tiempo, ya deben ir prendiendo el fuego. -Les dejo la poca leña que había conseguido y me dirijo a la casa. Donde Hunter, Emma y Jenna terminaban de guardar algo de comida para llevarlo a la fogata con nosotros.

-Hey. -Saludo, tomando de la sala mi bolso. -Hunter ¿Dónde está el baño?

-Oh, al fondo a la izquierda, sólo hay dos puertas, es la que tiene el listón azul. -Asiento y brindándoles una sonrisa a todos me encamino a ella.

Al entrar analizo qué usaré y saco de mi pequeño bolso una sudadera nueva, que me sirviera para el frio de la noche y me saco el sueter que ya había estado usando y estaba cubierto de arena. Aún usando el mismo short que llevaba puesto con mi amigo.

Luego de cambiarme y recogerme el cabello me sentí lista para ir a convivir con los demás, salgo del baño, encontrándome con la puerta de la habitación del frente abierta, donde Emma y Jenna se encontraban en traje de baño aparentemente buscando algo más para ponerse.

Casi dejo caer todas mis cosas al ver el cuerpo de Jenna en ese traje de baño negro, que aunque llevaba un pequeño short de mezclilla ajustado era la primera vez que la veía así y me parecía preciosa, ese tono de piel se convertiría en mi favorito sin duda, antes de que pudieran voltear o algo, decidí huir de ahí para no quedar mal por verlas en ese momento.

Sentía las mejillas ardiendo y no me parecía razonable.

como si nunca hubieses visto una chica con poca ropa, Andrea. -Me recriminé a mí misma dejando nuevamente el bolso en la sala.

Souvenir • Jenna OrtegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora