Capitulo 2: Torneo de los cuatro magos.

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Me dolía todo el cuerpo.

Creo que haberme inscrito a las peleas de lobos no fue tan fácil como pensaba. Llevó apenas dos semanas y han sido muy pesadas, los entrenamientos son duros ya que el entrenador te pone a que los de séptimo año te enseñen. Quiera aceptarlo o no, ellos son lobos más grandes y con mayor fuerza.

¡Me han molido a golpes!

Bueno, a Nathaniel también... Y hoy le han dado una buena arrastrada que lo llevo casi cargado a nuestra cabaña.

—Se ven del asco—se burló Caspian, el único sensato que decidió no entrar a las peleas.

—Ayudame, Tarado—murmuré sin poder más con el peso de mi amigo y se lo pasé.

—¡Oye! ¡Está lleno de tierra!—se quejó devolviéndome a Nathaniel de un empujón.

—¡Yo me lo he traído desde el coliseo!—dije empujándolo de nuevo.

—Chicos...

—¡Pero ya me duché!

—¡No me importa!

—¡Apesta a perro!—al momento en el que me volvió a pasar yo me quité y Nathaniel cayó al suelo.

—Los dos son unos bastardos—dijo Nathaniel casi inconsciente—. Ay, mis costillas...

Caspian y yo nos miramos con los ojos abiertos y rápidamente recogimos a nuestro amigo moribundo pasándonos uno de sus brazos por los hombros.

—Lo siento, hermano—se disculpó Caspian mientras entrabamos a nuestra cabaña—. Pero Alek fue quien no te agarró.

—¡¿Eh?!—lo miré indignado y Caspian rio bajo.

No estaba para otra discusión, así que preferí no decir nada. Dejamos al peligro en su cama y me dirigí a la mía para lanzarme a ella sintiéndome completamente rendido. A pesar de vivir en la Academia, he compartido cabaña como los demás estudiantes durante estos seis años; y la verdad no me quejo pues la comparto con mis dos mejores amigos.

Las cabañas del lugar no era tan grandes, estaban diseñadas para 5 estudiantes y contaban con los necesario: baño, camas, sillones, armario, algunos juegos y escritorios. Se dividían entre cabañas de chicas y chicos, y contaban con un hechizó para que los chicos no entrarán a las cabañas de las chicas. Lo cual era algo injusto porque ellas si podrían entrar a la nuestra.

Estaba relajado en mi cama cuando el fuerte sonido de la puerta se abrió, dejando ver a nuestras dos amigas muy molestas, pero al vernos como estábamos suavizaron sus rostros.

—Por Merlín, se ven del asco—comentó Joanna entrando a la cabaña arrugando el ceño

—¡Eso fue lo que les dije!—rio Caspian, dejando por un lado el libro que leía.

—Ay no... ¿Nathaniel?—Joanna se acercó a su novio preocupada, este no respondió haciéndose el desmayado—. Cariño, despierta—la castaña empezó a sacudirlo—. Nathaniel, ¡Nathaniel! ¡Chicos creo que está muerto!

—Ay, por supuesto que no—Caspian rodó los ojos—. ¡Despierta!—le dió bofetón.

—¡Aauch!—exclamó Nathaniel de dolor y se incorporó viendo molesto al pelirrojo que reía—. ¡Imbécil, quería que ella me despertara con un beso!

—¿¡Estabas fingiendo!?—Joanna lo miró con la boca abierta y empezó a darle manotazos molesta—. ¡Eres un idiota!

—¡Ey! ¡Ey! ¡Para! ¡Era una broma inocente!

—¡Inocente tu abuela!

—Creo que te equivocas—intervino Caspian—. Solo fíjate que tuvo diez hijos. Inocente no creo que era.

Werewolf (H. Granger)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora