Cap 06

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Enderecé los hombros y respiré hondo. Sólo tenía que hacer mi mejor esfuerzo para mantener las cosas profesionales en su presencia. Más tarde, en casa, era una historia diferente. No podía considerarme responsable de las fantasías inducidas por Sam que parecían perseguir mis sueños.

Después de darme una charla muy necesaria, volví a la habitación de Sam y me deslicé en la silla de plástico junto a su cama. Cuando por fin levanté la mirada hacia él, supe de mi error al instante. No me había permitido a mí mismo sentirme atraído por él. No tenía nada que decir sobre el asunto. Era simple química. Una atracción primaria que no podía ser controlada, o apagada, simplemente porque yo lo quisiera.

Me tomé un momento para aclarar mi cabeza y centrarme en el trabajo de hoy. Tenía que mantener la máxima profesionalidad. Tenía que ajustar el tono y los parámetros de nuestra relación. Él se encontraba en un estado emocional frágil, y la última cosa que necesitaba hacer era fantasear con tener sexo con él.

Pero Dios, sabía que sería bueno. Que él sería bueno.

Era totalmente follable y sacaba mi libido interior de una manera que ningún hombre había hecho antes. Recordé sus dedos sobre mi piel, y mentalmente me regañé por no llevar ropa interior mas sexy.

Aparté de mi mente el último pensamiento persistente de sus dedos rozando mi vientre, y puse la expresión más profesional que pude manejar. Tras el descubrimiento fascinante de nuestros tatuajes a juego, pasamos la tarde escuchando los distintos géneros de música que había pedido de la biblioteca. Descubrimos que prefería la música rock y el blues más clásico, o country. Había maldecido cuando le puse rap y cruzó la habitación para apagarlo, lo cual fue divertido. Me hizo repetir una canción de blues en particular tres o cuatro veces, diciendo que estaba seguro de que había algo familiar en ella, pero al final no pudo recordar nada específico. A pesar de la falta de avances en la producción de algún recuerdo, la tarde no se había sentido como un fracaso. Había sido en realidad divertida de algún modo. Sam se había acostado en la cama, con los ojos cerrados,

absorto en la concentración, mientras yo ponía música, cambiaba las canciones, o repetía sus preferencias.

Me pidió que le dejara los libros para leer, de esa manera se aseguraba de que volvería a verlo, dijo, por lo menos para recoger los libros. Si supiera que ya estaba anticipando mi próxima visita.

La sonrisa en mi rostro no se había desvanecido cuando me encontré con el Dr. Park en el pasillo.

—¿Has estado aquí toda la tarde? —Frunció el ceño, mirando su reloj. Era increíble que hubieran pasado varias horas sin que lo notara. —Um, sí. Tenemos mucho por hacer.

—¿Acaso recuerda algo sobre el asesinato?

Bueno, estalló mi burbuja.

Mi estómago cayó. —No. No estoy trabajando con él en recordar eso. Se burló de mi confesión directa.

—Dr. Park, usted fue el que le diagnosticó amnesia post- traumática o disociativa. Usted y yo sabemos que él se ha distanciado de importante información personal acerca de sí mismo y de su vida. Su memoria probablemente pueda restaurarse con el tiempo, pero los acontecimientos que condujeron al trauma probablemente serán los últimos en ser recordados. O nunca lo recordará en absoluto.

El Dr. Park arrastró los pies, todavía con el ceño fruncido. —Además, para eso esta el psicólogo asignado por la policía. —Escucha, Felix, sólo estoy tratando de cuidarte de él. Es peligroso. No has leído su expediente policial.

Mi vientre bailó con nervios, quería y no quería saber lo que contenían esos registros policiales.

—Lo encontraron en un almacén abandonado, cubierto de sangre, con un martillo y el cadáver de otro hombre yaciendo a su lado. Había golpeado el infierno fuera de él. Cosas horribles.

Mi piel fue recorrida por escalofríos. No podía imaginar a Sam siendo peligroso.

—Él es un hombre joven que no sabe ni su nombre, y aunque le agradezco su preocupación, sé lo que estoy haciendo. —Me di la vuelta y me dirigí hacia el ascensor, fingiendo una confianza que no sentía.

Pulsé varias veces el botón de bajada, por si acaso, y cuando me di la vuelta, el Dr. Andrews se había ido.

Esa noche me acosté en la cama, contemplando la escritura cursiva garabateada en mi cadera, a la tenue luz de la luna que se filtraba por las persianas. Me pasé los dedos ligeramente a lo largo de mi piel, tal y como lo había hecho Sam. Un dolor bajo y palpitante se había construido entre mis piernas, necesitando mucho más. Dejé que mis dedos danzaran justo por la zona y me imaginé que la palma de Sam era colocada sobre mi estómago. Cerré los ojos y me permití fantasear con qué tipo de amante sería.

A través de nuestras visitas, tuve la oportunidad de leer sus emociones casi mejor que las mías. Se sentía completamente solo y anhelaba comodidad y cercanía. Sentimientos que ni siquiera podía dejarme explorar con él.

Mis dedos se sumergieron más abajo, encontrándome ya mojado. Acaricié suavemente la yema hinchada, mientras me imaginaba lo que haría Sam, y un gemido de placer se disparó a través de mí. Nunca me tocaba así, prefiriendo en su lugar la eficiencia de mi vibrador, que hacia el trabajo rápidamente. Pero esa noche soñé despierto con Sam, quería prolongarlo, para que las sensaciones duraran. Para tener su rostro en mi mente y su nombre en mis labios cuando acabara.

Maniac || Hyunlix✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora