⟨❝ OO ❞⟩

1.7K 127 33
                                    


— Tengo algunas buenas noticias para tí, Abril —El Dr. Juan Guarnizo sonrió radiante, aparentemente entusiasta por una razón desconocida para mí.

Era inusual de su parte llamarme a las seis y media de la mañana cuando todo lo que necesitaba era una dosis de cafeína y nada que ver con la mierda que había planeado decirme.

Estaba un poco indecisa de hacer mi pregunta— ¿Cuál es la buena noticia doctor?

Las buenas noticias de Juan apenas se consideraban buenas estos días.

El otro día, la enfermera Crystal iba a recibir buenas noticias y, a continuación, la enviaron al ala de los niños y ahora apenas dormía. La última vez que la ví, Crystal era una enfermera robot en el modo automático.

Me estremecí.

Los ojos del joven doctor se arrugaron y ya odiaba las siguientes palabras que salían de su boca.— El Dr. Aldo, cómo ya sabrá, todavía está en Malasia para el seminario, pero él y yo hablamos está mañana y me pidió que les pasara está noticia, ya que él no estará aquí por una semana más.

— Por favor, no. Me asignó al ala de los niños.

Se rió y agitó su mano como si hubiera dicho la mejor broma del mundo.— Por supuesto que no, Abril. Eres una de las enfermeras más trabajadoras que tenemos, así que mantuvimos el mejor espacio que teníamos para tí. El Dr. Aldo te está dando un ascenso. Serás transferida al ala C: la de los mentalmente insanos.

— ¿Y? —Presioné.

— Obtendrás un bono extra cada mes, horas extras bien pagadas y además todas tus asignaciones estarán cubiertas —Dijo todavía trabajando en esa sonrisa de plástico.

Esto era demasiado bueno para ser verdad.

Los milagros nunca ocurrían en mi caso.

Empujó un plato de galletas de chocolate hacia mí.

— Mi madre hace las mejores galletas. Toma.

Así de malo era.

Prácticamente tuvo que recurrir a sobornarme con deliciosas galletas.

Cuando traté de elegir una tercera, él quitó el plato y lo colocó debajo de su mesa.

Esa sonrisa estaba desapareciendo—. Te asignarán a una sola paciente. Tendrás que hacer lo de siempre, darle el desayuno, el almuerzo y la cena. Hacer sus chequeos de rutina, asegurarse de que tome sus medicinas a tiempo y ayudar al médico a cargo.

— ¿Ella? —pregunté— ¿Cuántos años tiene?

Guarnizo inspeccionó un archivo de manila azul, hojeó unas pocas páginas—. Samantha Rivera tendrá veintiseis el mes que viene.

— Corrígeme si me equivoco, quieres que cambie pañales todas las mañanas de una mujer loca de veintiseis años. No es de extrañar que obtenga este ascenso.

— No está loca, sólo mentalmente insana.

Fantástico.

Continúo.— No tienes que bañarla, o limpiarle el trasero. Te lo aseguro, ella es capaz de hacer todo eso por su cuenta.

— Estupendo. Eso me hace sentir mucho mejor —dije sarcásticamente.

— Te sentirás aún mejor al saber que no tendrás turnos nocturnos. Por supuesto, te pueden llamar para ayudar a los médicos si es necesario, pero eso sería ocasionalmente. No hay carga de trabajo aquí.

Eso parecía menos trabajo y, en general, una buena oportunidad, pero las cosas no me sentaban bien.

— ¿No fue trasladada también la enfermera Alana al ala C? ¿Ella también fue promovida?

❝𝐌𝐞𝐧𝐭𝐚𝐥 𝐀𝐬𝐲𝐥𝐮𝐦❞ 𝚁𝚒𝚟𝚊𝚛𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora