⟨❝ O9 ❞⟩

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Samantha había intentado suicidarse, pero afortunadamente habíamos llegado a tiempo para salvar su vida.

Estaba acostada en la cama del hospital respirando a través de una máscara de oxígeno, una vía intravenosa conectada a ella.

Como su enfermera, me sentí responsable de lo que le sucedió. Si no la hubiera dejado fuera de mi vista, tal vez esto no hubiera sucedido en absoluto.

Observé a Samantha mientras dormía pacíficamente, a pesar de lo caótica que había sido su vida. Su pecho se movía en una constante subida y caída lenta.

Cualquier persona normal fácilmente la consideraría digna de Hollywood. Debería haber estado en uno de los escenarios de la película; sentada en su habitación privada, leyendo las líneas que se suponía que tenía que recitar y tomando un sorbo de jugo fresco que le había traído algún asistente, en cambio, era una maníaca condenada por asesinatos.

Además, era tan impredecible y eso era lo que la hacía aún más misteriosa.

Misteriosa.

Impredecible.

Preciosa.

Instintivamente, aparté los mechones de cabello de su cara.

Era casi pasada la hora del almuerzo cuando Samantha abrió los ojos. Su respiración era normal por lo que se retiró el ventilador.

Miraba al frente; cualquier signo de diversión no existía. Revisé sus signos vitales y le conté sobre las dosis adicionales de medicamentos que debía comenzar al día siguiente.

Ella solo asintió una vez, su rostro enmascaraba la indiferencia. Luego fue trasladada de la sala de emergencias a una habitación normal de hospital en una camilla donde iba a estar bajo observación. Esta habitación en particular tenía una pantalla plana montada contra la pared.

El silencio se estaba volviendo incómodo, así que decidí romperlo.

— ¿Te gustaría descansar un poco más? Creo que es mejor si duermes toda la noche. Te sentirás mejor mañana —sugerí.

Samantha me miró con su mirada oscura.

— Todo lo que he estado haciendo durante los últimos seis meses es jodido descanso. Lo que realmente quiero hacer es salir de este maldito lugar.

No le dije nada a eso, en cambio le pregunté.

— ¿Realmente mataste a Olli?

— Enfermera Abril, no tú también —ella dijo—. Alguien obviamente me está inculpando.

— Pero toda la evidencia está en tu contra, Samantha —dije—. El asesinato... es similar a los anteriores.

— Yo.No.Lo.Hice.No.Maté.A.Sergio —dijo con una voz en alto—. Si hay alguien a quien me gustaría matar, sería a a Millaray Maldita Gómez.

— Shhh —dije—. Baja tu voz.

— Si te dijera algo, Abby, ¿Me creerías? —preguntó, su voz se suavizó un poco.

Ella me había dicho "Abby", como en aquella llamada después de llevarle el pastel de chocolate. Esto me dió la impresión de que hablaba enserio.

— ¿Qué cosa?

Se enderezó y me miró a los ojos.

— Los asesinatos antes. Yo... no maté a ninguno de ellos.

Creo que tomó mucho tiempo para asimilar sus palabras y el shock se registrara en mi cara.

— No te creo.

❝𝐌𝐞𝐧𝐭𝐚𝐥 𝐀𝐬𝐲𝐥𝐮𝐦❞ 𝚁𝚒𝚟𝚊𝚛𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora