100 Noches de Pasión

4. ÍMPETU (Mihawk x Perona x Zoro)

Habitación de Dracule Mihawk, 20:00 h.

Narra Perona.

Me cepillé el pelo una vez más y lo dejé caer a mi espalda. El espejo me devolvió una imagen que me hizo sonreír, satisfecha. Ajusté los ligueros y subí las copas del sujetador para que mis pechos sobresaliésen. Encajes y lazos adornaban mi cuerpo allá donde posaba mis ojos.

Ladeé el rostro para ver cómo él, me miraba, inspeccionando mi atuendo con un gesto de aprobación.

- ¿Qué te parece?- Le pregunté, dándome la vuelta. El pelinegro dio un sorbo a su copa de whiskey y sonrió contra el cristal.

- No es a mí al que tienes que seducir, querida.- me recordó. Me mordí el labio en un mohín. Le encantaba enfadarme.

- ¿Crees que a él no le gustará?-pregunté, apretando los puños. Dracule se levantó y dejó el vaso sobre el piano. Observé su cuerpo mientras se acercaba a mí. Sólo llevaba puestos unos pantalones de cuero y su torso esculpido por horas y horas de entrenamiento, hacía que quisiese pasar mis uñas por sus abdominales.

Sus mano agarró mi garganta con delicadeza y mordió mi labio inferior haciendo que mis piernas temblasen. Jamás me acostumbraría a la dominación que él ejercía en mí.

- Eres como un caramelo listo para desenvolver- me aseguró, besando mi cuello mientras me ponía frente al espejo. La imagen que proyectábamos hizo que el encaje de mi ropa interior se mojase-. El chico no es de piedra, le gustará.

Su lengua acarició mi oreja en el momento justo en el que escuchamos como la puerta se abría de un golpe seco. El peliverde entró en la habitación con su seriedad habitual. Estaba gratamente sorprendida de que por una vez, no se hubiera perdido. En cuanto se percató de nuestra presencia, y de la situación, abrió su ojo sano, y frunció los labios en una mueca de sorpresa.

- OI, OI...¡Os habéis equivocado de habitación! ¿¡QUÉ HACÉIS?! ¿¡No habíamos quedado para entrenar, Mihawk!?-Se quejó. Puse los ojos en blanco, era eso, el peliverde pensaba que los que estábamos en la habitación incorrecta éramos nosotros. Dracule se separó de mí y, tomándome en brazos me dejó encima de la gran cama con dosel. Zoro seguía sus movimientos, estupefacto, mientras recorría mi cuerpo semidesnudo con un rictus de tensión.

- Faltan 4 meses para que termine tu entrenamiento, Roronoa- Zoro le miró. Había captado toda su atención. Yo me desaté la bata transparente con parsimonia mientras rodaba los ojos.-. Te he citado aquí porque el entrenamiento de hoy es tu prueba final- el peliverde sonrió de forma arrogante y rozó sus catanas con los dedos-. Por muy buen espadachín que sea un hombre, por muy duro, inflexible, frío... Sólo hay una cosa que puede hacerle perder el control- Dracule se acercó a la cama y pasó su mano por el centro de mis pechos. Sonreí de forma burlona, en el momento en el que el peliverde apretó los dientes mientras sus mejillas se coloreaban. Simplemente adorable. Las manos del pelinegro me hicieron abrir las piernas, mostrando las bragas de encaje, que se abrían justo para mostrar la raja de mi sexo. Dracule agarró mi centro con la palma de su mano y lo apretó, haciéndome jadear-. Y es, esto...-Sus dedos se introdujeron en mis pliegues para dar énfasis a sus palabras. Zoro le miró, todavía atónito, por lo que estaba presenciando- El sexo puede ser el arma más poderosa o la derrota más humillante-Arqueé las caderas contra la mano de Mihawk de forma obediente-.Saber controlar el deseo, la pasión y la habilidad sexual, convierte un espadachín extraordinario en un samurái invencible.

- ¡¿QUÉ?! ¡YO YA SOY CAPAZ DE CONTROLARME! ¡UN HOMBRE DE VERDAD NO CEDE FÁCILMENTE ANTE INSTINTOS TAN BAJOS!- Mihawk sonrió, escéptico. Alejó su mano de mi cuerpo. Gemí, frustrada- ¿¡No querrás que me acueste con ella solo para demostrártelo!?- Me puse de rodillas en la cama y lo señalé un dedo acusador.