6. PASIÓN (Nami x Sanji 2ª Parte)

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Travesía por el nuevo mundo, cocina del Sunny, 10:00 AM.

Narra Nami.

Me había colado en la cocina después del desayuno. El cocinero estaba fundiendo chocolate para la tarta que nuestro capitán le había pedido. Su espalda ancha se marcaba a través de la tela carmesí de su camisa.

Me acerqué a él despacio, el ritmo de sus movimientos descendió mientras mi pecho se pegaba a su espalda, abrazándolo. Noté como su respiración se aceleraba mientras una sonrisa traviesa se extendía por su cara. Froté mi mejilla contra su hombro disfrutando de su calidez.

Todavía no me podía creer que lo tuviésemos de vuelta con nosotros. Me había costado perdonarle, la herida que todavía latía en mi corazón pesaba profundamente entre nosotros. Había estado a punto de casarse con otra. Y durante un tiempo, había estado encantado con esa idea. Entendía qué le había llevado a hacerlo. Su desesperación.

Le había perdonado porque, a pesar de todo, había intentado protegernos, me había protegido frente a todo. Aún así, me dolía recordarlo.

Sanji se dio la vuelta entre mis brazos para sostener mis mejillas entre sus fuertes manos. Nos miramos durante unos segundo interminables. Como si el tiempo se hubiese parado. Como si solo existiésemos nosotros.

Nos besamos con dulzura, con hambre, con...Necesidad. Mis manos revolvieron su pelo mientras nuestras lenguas jugaban en una danza infinita. Mi respiración se agitó cuando sus dedos empezaron a jugar con las tiras de mi bikini. Eché la cabeza hacia atrás en un jadeo sordo cuando sus pulgares empezaron a acariciar la parte baja de mis pechos, levanto a su vez, la tela que los cubría.

Escuchamos un ruido que rompió la burbuja en la que estábamos inmersos. Nuestros labios se separaron dejando un rastro de humedad entre nuestras bocas.

- ¡SANJIII! ¡¿QUÉ HACÉIS?! ¡¿Y MI TARTAAA!?- Nos separamos bruscamente ante los gritos de Luffy.

Ambos nos giramos a la vez, con las mejillas encendidas y la vergüenza escrita en nuestra cara. Observé con molestia como nuestro capitán y Chopper nos observaban con una mezcla de curiosidad e impaciencia. Respiramos aliviados. Solo estaban aquí por la tarta. Sanji se recompuso lo mejor que pudo les miró con la molestia reflejada en sus ojos.

- ¡TODAVÍA NO ESTÁ, MALDITOS IMPACIENTES! ¡FUERA DE MI COCINA!- El cocinero cerró la puerta de una patada, dejándolos a ambos, literalmente, fuera de combate.

Me miró con una mueca de exasperación y acarició mis brazos con dulzura.

- Esos cabrones siempre nos interrumpen, Mellorine - asentí. Desde que habíamos huido, no habíamos podido estar a solas ni un segundo y echaba de menos el calor de su cuerpo-. Ahora debo terminar la maldita tarta, pero, esta noche, nadie va a impedir que bese cada poro de tu piel.- me miró mientras se encendía un cigarrillo y yo pegué mi frente en su hombro.

Esa fue su promesa. Nos despedimos con otro beso furtivo hasta que en la oscuridad de la noche, pudiésemos dar rienda suelta a nuestros deseos. Fuera de cualquier mirada indiscreta, ocultos por el rubor del amanecer.

***

Baño del Sunny, 12:00 PM.

El agua caliente destensaba mis músculos doloridos. La espuma acariciaba mi piel con cuidado inundando el baño de esencia de lavanda. Miré por la ventana para observar como el cielo era un haz de sombras y estrellas.

Noté un ruido en la puerta y me giré, echando la mano a mi Clima Tact, hasta que noté como Sanji se acercaba a mí, quitándose la ropa. Miré su torso definido con hambre.

Me di la vuelta para mostrarle mi cuerpo desnudo. Su mirada se oscureció a medida que sus ojos recorrían mi anatomía con deseo. Se metió conmigo en la ducha mientras el agua nos mojaba a ambos.

Sus manos acariciaron mi cuello mientras su boca besaba la mía. Sus besos sabían a menta y a tabaco, me encantaba su olor, era simplemente irresistible. Llevábamos tanto tiempo deseándolo que no podíamos esperar ni un minuto más. La pasión nos consumía en una espiral de necesidad y deseo.

Nuestras lenguas se acariciaban mientras nuestras manos se afanaban por tocar cada parte de nuestros cuerpos. Sus dedos apretaron mis pechos mientras su boca besaba mi cuello. Las mías estaban perdidas entre la mata de rizos rubios que se perdía entre sus piernas. Arañaba su torso esculpido por los dioses mientras mi otra mano acaricia su erección con deseo. Era grande, dura y más suave de lo que recordaba. Como él.

Su lengua lamió mis pezones arrancándome un gemido ronco y haciendo que mi espalda se arquease. Me dio la vuelta, pegándome contra el azulejo frío de la pared. sus caderas se pegaron a mi culo, apretando su miembro entre mis piernas. Su mano bajó hasta mi centro para acariciar mi clítoris mientras con su otra mano enterraba sus dedos en mi pelo.

El baño se llenó de una sinfonía de gemidos y gruñidos que me erizaban la piel. Su miembro empezó a hacerse hueco entre mis pliegues para introducirse lentamente en mí. Cerré los ojos sobrepasada por el placer del invasión. Sanji pegó su frente a mi hombro en una mueca de deseo. Estaba forzándose a ir lento, temiendo hacerme daño, daba igual las veces que hubiésemos hecho el amor, él siempre era así. Era un caballero sin remedio. Eso fue lo que me enamoró de él.

- Sanji-Kun...Necesito...Ah...- mis caderas se movieron involuntariamente contra su miembro y entendió perfectamente a qué me refería. Su sonrisa traviesa erizó mi piel mientras me embestía con pasión.

Su pene entraba y salía de mi interior sin parar haciendo que mis manos tirasen de su pelo mientras me arqueaba contra él. Sus dedos apretaban mis pechos sin remisión mientras entraba y salía de mí. Sus gruñidos me estaban llevando al límite. Mi vagina se sentía placenteramente estirada mientras el miembro de mi amate sacudía cada fibra de mi ser. Sus estocadas cada vez eran más apasionadas y fuertes, mis gritos cada vez más desinhibidos y sensuales. Nunca le había visto así, era como si su fiera interior estuviese liberándose conmigo.

- Nami-san...- me estaba avisando de que se iba a correr. Yo ya no podía más, fue la señal que necesitaba para dejarme ir en un orgasmo infinito que Sanji alargó mientras acariciaba mi clítoris y se dejaba ir dentro de mí.

***

Sanji todavía me tenía abrazada contra la pared. Mi cuerpo temblaba entre sus brazos mientras mis piernas hacían lo posible por sostenerme. Su frente estaba pegada a mi hombro de forma relajada mientras recuperábamos el aliento. Sus manos acariciaron mi vientre con una delicadeza extrema que me hizo mirarle de reojo.

- Nami-San...Quiero que sepas que me haré responsable si...- no le dejé terminar la frase. Con las mejillas encendidas, me di la vuelta y le miré, mordiéndome el labio.

- No te preocupes, Chopper me puso la inyección anticonceptiva en cuanto volvimos al barco.-él asintió conforme, cogiéndome en brazos para sumergirnos en el agua ya fría de la bañera.

Esa noche, nuestros dedos se hicieron un mapa de cada parte de nuestro cuerpo, preparándonos para la que sería la batalla más complicada de nuestro viaje; sobrevivir al amor.


100 Noches de PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora