7. Furia (Viola x Doffy)

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Dressrosa, 1 año antes del rescate del país por los Muwiguara...

Narra Viola

Le odiaba. Le odiaba con todas mis fuerzas. Le odiaba tanto que había llegado a amarle.

Yo era su capricho, su secreto prohibido, yo y lo que este país simbolizaban para él. No había una persona en esta casa a la que yo no quisiera ver muerta, incluido él. Los odiaba a todos por igual, por lo que le habían hecho a mi familia, por lo que me habían hecho a mí...

Monet pasó por mi lado apresuradamente, su hombro chocó con la el mío con violencia. Me giré bruscamente para mirarla, ella me dedicó una estudiada mueca de desdén.

— El joven amo te espera en el salón del trono.— su voz destilaba todo el veneno que su lengua podía controlar. Sonreí de forma maliciosa. Ella era la que más me odiaba, y sabía muy bien el porqué. Me desabroché dos botones más del vestido, mostrando descaradamente mi generoso escote. Oía perfectamente como sus dientes chirriaban ante mi gesto. Esa conocida sensación de satisfacción subió por mi pecho en cuanto vi como sus ojos se volvían completamente negros.

— Está bien, iré a ver a Doffy ahora mismo.— Ella se dio la vuelta como si le hubiese dado una bofetada. No soportaba que lo llamase así, porque le recordaba la relación que teníamos.

Subí las escaleras despacio mientras la escuchaba alejarse volando. La torturaría de esta forma durante décadas. Monet amaba a Doffy desde que tenía uso de razón, había intentado por todos los medios conseguir un mínimo de atención romántica por su parte, pero, para Doffy, Monet era como su hermana pequeña, siempre por debajo de la devoción que sentía por Baby 5.

Ser consciente de ello la volvía loca. Sabía bien que, si Monet no levantaba su mano contra mí, era porque Doffy lo había prohibido expresamente. Yo era intocable, y solo él podía castigarme.

Respiré profundamente cuando llamé a la puerta. Un seco <<Pasa>> fue todo lo que necesité. Trébol y Pica abandonaban la sala mientras yo entraba. Ambos me dedicaron una mirada apreciativa que hizo que se me revolviese el estómago. Tenía la certeza de que si no fuera por la protección de Doffy, esos dos ya habrían intentado poner sus sucias manos sobre mí.

Centré toda mi atención en el hombre rubio que me esperaba sentado al frente de la gran mesa imperial. Su gesto relajado y su sonrisa despreocupada no delataban que no se perdía ni uno de mis movimientos desde que había entrado por esa puerta.

Hice el amago de sentarme a su lado, pero era un burdo intento de poner distancia entre nosotros porque sabía que en el momento que me acercase a él, cogería mi brazo y me sentaría sobre su regazo. No pude evitar sonreír en cuanto hizo exactamente eso.

Ladeé el rostro para verle. A pesar de todo, cuando le tenía cerca mi sangre se agitaba. Ni siquiera yo podía negar que era un hombre profundamente atractivo. Mi mano se deslizó por su pecho desnudo, clavándole las uñas a medida que me acercaba a sus abdominales de acero. Su sonrisa se amplió, pero, agarró mi muñeca con fuerza, para detenerme.

— No te he llamado para esto. — me cortó, liberando mi mano y subiendo las suyas hasta apretar mis pechos. Un gemido se escapó de mi garganta provocando una mueca traviesa en su boca. Apreté las piernas con anticipación cuando sus dedos acariciaron mis pezones por encima de la tela del vestido. Mi cabeza se apoyó en su pecho, mientras me abandonaba a las sensaciones de placer que recorrían mi columna—. Vamos a recibir la visita de Starligth 7— sabía por donde iba. Starligth era el jefe de la mafia de los bajos fondos, y llevaba encaprichado de mí desde que tenía 20 años— Necesito que lo distraigas, que lo seduzcas...Hasta que esté lo suficientemente borracho para que nos cuente qué coño está tramando.— le miré, arqueando las cejas.

100 Noches de PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora