... ✎ #04. Cartones de leche

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Me muerdo la punta de la uña sin llegar a ejercer presión.  No quería llegar al extremo de romperla.  Tenía las uñas muy bonitas, cortitas y pintadas con una ligera capa de gel brillante; por lo tanto, no quería dañármelas. La razón de mi ansiedad era buscar cómo hablarle a Zee.  Tenía duda con mi tarea de matemáticas, y ciertamente, él era el mejor de la clase.  No cabía duda que me podría ayudar.  Pero... 


La realidad es que yo no quiero hablarle solo para tarea.


Miré la hora, eran las 9:00 pm.  En un rato mi mamá me regañará por estar aún despierto cuando tengo que madrugar para la escuela.  Suspiro.  Me remuevo incómodo en mi escritorio, mientras miraba de forma intensa la pantalla de mi celular, como si de la nada fuera a desarrollar poderes telepáticos que obliguen a Zee a escribirme primero.  Encierro el squishmallow* de gatito entre mis brazos para reconfortarme, pero termina haciendo el efecto contrario y lo lanzo contra la pared sin pena alguna.


—  ¡YA ESTÁ!  —Grité, estresado y dándome por vencido de batallarme tanto.


Me concentré en buscar su número, mientras inconscientemente sacaba la lengua.  Entré al chat y le escribí. Obtuve la grata sorpresa de ser respondido inmediatamente.  Un pequeño grito de emoción se me escapa y me tiro a la cama de pecho, estirando mis brazos y piernas hacia los lados como una ardilla planeadora. Torpemente, me golpeo la barbilla y suelto un quejido.  Pero no me importa.  Nada me importa más que mantener la atención de Zee.  Me sigue contestando, y yo el más feliz de responderle, aún si el motivo de ello es tarea.



  Me sigue contestando, y yo el más feliz de responderle, aún si el motivo de ello es tarea

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— ¡Ow!  ¿y eso es todo?  —Arrugo el entrecejo y hago un puchero.


«¡Ah! ¡qué frustración!  ¿Así se va a morir la conversación?  ¡No puedo permitirlo!»  Vuelvo a concentrarme en lo que voy a decir, nuevamente sacando inconscientemente la lengua.



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