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Lo están pasando genial, han jugado en cada puesto y se han subido a cada juego mecánico que han podido. 

Hace unos minutos, mientras bajaban de la montaña rusa Emilio sintió cómo Joaquín rozaba sus manos, y aún está un poco confundido por ello. 

No sabe si realmente sucedió porque Joaquín lo quería ó porque fué un simple roce, pero no tiene mucho tiempo de pensarlo ya que el castaño se emocionó mucho al ver un carro de papas fritas por lo que ambos caminaron hacía allí para comer. 

Cuándo ambos tuvieron sus cajitas con papas, decidieron caminar hacía le estacionamiento y subieron a su auto. 

— Lo pasé genial ¿Y tú? — preguntó Joaquín.

— También — dijo sonriendo — hace años no lo pasaba tan bien en una feria. 

— Quizás es porque no estaba yo.

— De seguro que era por eso. 

En cuánto las palabras salieron de su boca, se sonrojó.  

Joaquín lo miró con una sonrisa que no le había visto antes, y asintió en silencio.

Cuándo iba conduciendo hacía la casa de Joaquín, el castaño encendió la radio y comenzó a bailar en su asiento mientras cantaba. 

Emilio no podía evitar la sonrisa que llevaba.

— Mañana abrirán un bar en el centro y queremos ir con Jorge ¿Quieres unirte? 

— ¡Claro! ¿ A qué hora irán? 

— No lo sé, cuándo coordine con Jorge te envío un mensaje ¿Bien? 

El castaño asintió mientras continuaba cantando, pero ésta vez comenzó a sonar Unholy de Sam Smith y definitivamente el castaño se veía sexy cantando y bailando esa canción. 

Emilio desearía poder centrar toda su atención en cómo las caderas del castaño se mueven contra el asiento, mientras continúa cantando.

El rizado mira por el rabillo del ojo y es inevitable comenzar a sentir la erección que se comenzó a formar en sus pantalones, su respiración está agitándose y se siente malditamente avergonzado por ello. 

Gracias al cielo, llegaron a la casa de Joaquín antes de que Emilio definitivamente se lanzara sobre él en ese asiento, y mierda...de sólo pensarlo siente palpitar sus pantalones. 

— ¿Quieres pasar un momento? — preguntó Joaquín, mientras se ponía una chaqueta. 

— No, gracias...me debo ir, mañana tengo clases. 

— Claro — asintió Joaquín con una sonrisa — adiós Emi.

Y antes de que Emilio pudiera reaccionar, Joaquín apoyaba una de sus manos en su muslo y se acerca a dejar un beso en su mejilla, para luego bajar del auto. 

Emilio apenas respira, y cuándo por fin cae en cuenta que ese era el puto momento en que debería haber besado a Joaquín, ya es muy tarde porque el castaño ha entrado a la casa. 

El rizado mira su entrepierna y soltando un suspiro, marca el número de Felipe. 





 

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Si Me Amaras // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora