Durante mucho tiempo, Caspian se había sentido atraído por el retrato de la reina Susan y las historias sobre ella. Pero a medida que crecía, su mirada se había vuelto hacia el rey Edmund, su hermano menor. El brillante estratega, diplomático y espadachín, y tan increíblemente justo. Caspian había estado enamorado durante años.
Por supuesto, nada podría haber preparado al príncipe para la realidad.
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Caspian había crecido escuchando atentamente las historias de su profesor. Tras la muerte de su padre, fallecido mientras dormía, y mientras su tío siempre lo observaba con desafío, todo lo que el joven príncipe pudo haber hecho entonces fue volverse hacia la única figura que le inspiraba confianza y ternura.
El doctor Cornelius le había contado las viejas leyendas de Narnia y los reyes y reinas de antaño que habían reinado sobre Narnia hace mil años, a pesar de la prohibición de Miraz sobre estas historias. Caspian había encontrado gratificante desobedecer a su tío, incluso si el hombre no tenía idea de ello, y le había encantado aprender estas increíbles historias sobre brujas, animales parlantes y reyes leones. Solo habían sido cuentos de hadas para él en ese entonces.
Cornelius le había mostrado reproducciones de antiguos grabados y pinturas de los reyes y reinas Peter, Susan, Edmund y Lucy. Cornelius incluso le había mostrado los retratos más leales que jamás había encontrado.
Durante mucho tiempo, Caspian se había sentido atraído por el retrato de la reina Susan y las historias sobre ella. Pero a medida que crecía, su mirada se había vuelto hacia el rey Edmund, su hermano menor. El brillante estratega, diplomático y espadachín, y tan increíblemente justo. Caspian había estado enamorado durante años.
Por supuesto, nada podría haber preparado al príncipe para la realidad.
Cuando Caspian había comenzado esta pelea con un extraño en el bosque, no pudo haber concebido ni por un minuto que realmente había traído de vuelta a los Reyes y Reinas de antaño bajo la forma de adolescentes .
Lo primero que le vino a la mente fue que el rey Edmund era definitivamente adorable y lindo, y la vista de él había hecho que el príncipe tragara saliva. Podría haber escrito versos sobre su cabello negro azabache, sus ojos profundos, tan oscuros como la noche misma, su piel lechosa besada por el sol con pecas, y por supuesto sus labios, oh Dios, sus labios carnosos y rosados pidiendo besos...
