Capítulo 8

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Travers que despertó con un ronco gruñido mientras miraba alrededor. Guardo silencio pensando por un instante que lo había imaginado. Pero apenas habia cerrado los ojos volvió a oírlo.

Sí era el gemido lloroso, pasó su lengua por sus labios delgados y salió de su cuarto, poniéndose unos pantalones, dejando a los dos hombres desnudos en su cama, ambos dormidos por el exceso de vino de la noche pasada.

Camino por un pasillo y vio a dos de los gañanes que llevaban con cierto trabajo un ataúd rustico en hombros. El gemido de un muchacho se escuchó opacado y creyó oír un seco puñetazo y la exclamación de dolor de alguien. Sonrió y siguió a los lacayos hasta que salieron al patio trasero del castillo negro.

Cuatro fornidos gañanes estaban saliendo de una fosa excavada uno le paso a otro una soga y el otro le paso otra. Miro alrededor y vio a Osias que miraba la escena con una mueca de desagrado en su rostro.

—Hola jefe. —Saludo mientras se acercaba a su lado. Aunque su saludo era alegre, tenía sus ojos fijos en la muchacho de apenas 16 o 17 años que era sujetado con cierta violencia por dos de los lacayos.

El pobre infeliz estaba semidesnudo y tenía cardenales y marcas de puñetazos, además de tener las manos y pies atados con una mordaza cruelmente apretada, pues tenía las mejillas muy coloradas, casi en carne viva.

A su lado otro de los sirvientes sostenía a otro joven entre los 20 años. Tenía el torso desnudo mostrando así unos músculos magros ligeramente definidos. Pero con diferencia del otro, esté estaba inconsciente. Aunque igualmente tenia marcas de puñetazos, tal parecía los lacayos se habían divertido dando una buena paliza, Travers se sintió ofendido por esto, le gustaba personalmente romper dedos y quijadas a base de golpes, estuvo a punto de preguntarle por qué no le había permitido divertirse también él, pero Osias hablo primero con frialdad.


—Abiæ me dijo que quisiste violarla. —Dijo secamente Osias. Travers maldijo entre dientes pero controlo su expresión, aunque su corazón se aceleró, y sintió unas gotas de sudor comenzar a brotar en su frente.

—Esa chiquilla, merecía que le enseñaran donde está su lugar, jefe. No iba a...

Detuvo su charla por que Osias se puso de pie de repente. Tenía la expresión endurecida y las mejillas un tanto encendidas como si hubiera estado en una acalorada discusión. Travers sintió un temor en sus entrañas como una navaja de hielo.
El Tratante, chasqueo los dedos, los gañanes obedecieron en silencio y dejaron el ataúd frente a Osias. El muchacho amordazado como pudo: grito con evidente esfuerzo y trato de resistirse, llorando y gimiendo ignorando las gotas de sangre que salían de sus labios, debido a la mordaza. Antes de que entendiera que pasaba, Osias levanto la mano y le dio un seco puñetazo en la cara que le hizo caer dentro del ataúd.

El desdichado intento gritar de nuevo e intento por todos los medios incorporarse, pero un momento después el joven inconsciente cayó sobre él. Mejor dicho lo dejaron caer sobre él; por lo que el joven ahora estaba siendo aplastado por el peso del otro. Los gañanes pusieron la tapa sobre el ataúd y comenzaron a clavarla.

Desde dentro del ataúd se oían golpes sordos y lo que parecían ser suplicas ahogadas. Pero Osias solo miro la escena sin dar muestras de misericordia en sus ojos azules.


— ¿Qué hizo? —Pregunto Travers con aire casual mientras los sirvientes levantaban el ataúd ahora ocupado y lo metían en la fosa con las cuerdas.

—Este... perro estúpido; creyó que podía falsificar mi sello en el consejo para robar dinero de las arcas e inculparme en el proceso, fui un ingenuo cuando se me acerco presumiendo ser un letrado y muy diestro en las matemáticas; sabes bien que los términos legales y escribirlos son un fastidio para mí... —Explico. —El otro, era un simple huérfano que... cierto paladín noto su talento para la espada y se las arregló para que formara parte de mis soldados con el fin de espiarme; así que hice pasar su muerte como a que murió ahogado salvando a un niño en un río impulsado por una riada; pero bueno, ya vez en donde acabo.

Guerras de EdurnenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora