7- Apresión.

8 1 0
                                    


Cuatro días han pasado y mi brazo aún tiene pequeños moretones a su alrededor. Ese día Erick se ofreció a traerme a casa, Aida y Bella nos acompañaban y desde entonces no he hablado con él; no es que no quiera, solamente temo que él me pregunte algo y no sepa que decirle, por suerte Aida no me preguntó nada. Gabriela se fue junto con su novio y Miguel, a este último no lo he vuelto a ver, tampoco nos hemos cruzado en el instituto y espero que siga así.

Sentada en la cama de Aida mientras ambas vemos una película de terror y ambas comemos palomitas escucho mi teléfono sonar. Lo dejo en silencioso sin ver la razón del sonido y sigo viendo la película.

—¿Pasó algo con Erick que no me hayas contado? —observo a mi amiga, se está llevando un puñado de palomitas a la boca.

—No—Ignoro el sentimiento que se me atora en el pecho al recordar que Erick y yo no hemos cruzado palabras.

¿Dónde quedo su insistencia por hablarme cada dos segundos?

Seguro que pasa muy ocupado dándole a Bella la misma atención que me daba hace unas semanas a mí.

—No seas mentirosa. —Se sienta y cruza sus piernas bajo su cuerpo dejando el embace de palomitas es estas.

—No ha pasado nada.

—Elisa, cuéntame —Usa ese tono suplicante y esa mirada de cachorro adorable capaz de convencer a cualquiera, pero esta vez no me va a convencer.

—¡Shhh! —la cayó—, No me distraigas y concéntrate en la película. —La película es lo último que me interesa, está demasiado aburrida. Aida toma el control de la televisión y lo apaga—. ¡Oye!

—¡Cuéntame! —Sigue con su mirada tierna y al ver que no le funciona empieza a abalanzarme de los hombros mientras sigue insistiendo.

—Aida, no ha pasado nada.

—Pues no me cuentes, además ni quería saber. —Se pone de pie y entra a su baño.

—Aida, no seas berrinchuda —No me responde—, ¡Aida, sal de ahí! —sigue sin responder—. Me enoje con él porque no me dijo que tenía novia —Hasta cierto punto eso es cierto, aunque no sea la única razón.

Aida sale del baño se queda un par de segundos viéndome sin parpadear y hace lo que menos espero, empieza reírse.

—No veo que es lo gracioso —sigue en su ataque de risa y se tira a la cama—. Deja de reírte.

—¿Quién te dijo que tiene novia? —se acuesta de lado sosteniéndose con una mano la cabeza mientras intenta suprimir su risa.

—Es más que obvio, cuando recién llego yo estaba con él y ambos se veían muy contentos de verse, ella se abalanzo sobre él hasta sentí que estaba de más. —Solo recordarlo me pone de mal humor—. Desde que llego ella, Erick no me habla, además ¿Por qué le dice Bella?

—Estás celosa y por eso no te das cuenta de que la que no le ha hablado eres tú. Desde el domingo tengo la idea de que huyes de él y si le dice Bella es porque se llama Marbella. —Agarra un poco de palomitas de mi recipiente porque el de ella se desparramo en la cama—. Eres una loca celosa —habla con la boca llena.

—Yo no soy celosa y tampoco lo estaba —le aviento un poco de palomitas.

—Aja —Ambas nos quedamos acostadas boca arriba siendo el sonido de Aida masticando lo único que se escucha—. Entonces ¿sí?

—¿Si qué? —la observo y ella hace lo mismo.

—Si te gusta mi primo —siento que mis mejillas se están sonrojando— ¡aaah! –pega un pequeño grito y se sienta a la velocidad de un rayo. Si no estuviera tan acostumbrada a sus demasiadas muestras de expresión juro que me asustaría—. ¡Lo sabía! ¿Te lo dije o no? ¿Si te das cuenta? —me queda observando y al ver que no entiendo de lo que habla gira sus ojos—. Ahora seremos primas. —Lo dice con demasiada emoción.

VOLVIENDO A LOS BRAZOS DE PAPÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora