Casi siempre los cuentos de princesas empiezan con ¨Había una vez¨ o ¨Erase una vez¨ pero esta historia no es un cuento y yo no soy una princesa; solo soy una chica de 18 años, que va al colegio y que ha cometido muchos errores, errores por los que me aleje de mi creador.
Esta es mi historia:
Como algo rutinario en mi vida me doy un baño y media hora después ya estoy lista para un día más de clases. Estudio en el "Instituto Privado de Formación Juvenil", esto gracias a una beca así que no me puedo dar el lujo de sacar malas calificaciones.
—Ya me voy mamá, —me acerco a ella con la mochila en mi hombro derecho y le doy un beso— adiós papá. —Salgo de casa, tomo el autobús y media hora después llego al Instituto.
La clase de ingles está finalizando, la mañana apenas empieza y yo tengo sueño, anoche me dormí tarde por estar viendo una película que Aida《mi mejor amiga》 me recomendó, ¡no debí hacer eso! también tengo hambre, no desayuné porque me desperté tarde.
El maestro de Finanzas entra al aula junto con el director y un chico.
—Buenos días —saludan a dúo el director Chávez y el maestro Juan mientras el chico está de pie junto a ellos.
¿Han sentido esa sensación en la que creen que conocen a alguien, pero no recuerdan de dónde? Es justo lo que estoy sintiendo en este momento.
Sus ojos son color miel, su piel se ve delicada y su estatura podría ser de 1.70 metros, un poco más un poco menos. Nuestras miradas chocan y creo que se dio cuenta de que lo observaba, mis mejillas se sonrojaron al ver esa divina y perfecta sonrisa. Tomo un leve suspiro para recuperar el aire que me falta y trato de escuchar lo que dice el director.
—... el joven Erick, será compañero de ustedes. —¿por qué no deja de mirarme?, me estoy poniendo nerviosa—. Tome asiento en la silla vacía que esta junto a Eliza —le indica a Erick.
Vuelvo a tomar aire, me acomodo en la silla y trato de ignorarle.
El profesor empieza con la clase haciendo un repaso de algunos conceptos ya explicados y dos horas después se dirige a la puerta para salir.
—Profesor, —escucho a alguien llamarlo mientras aguardo mis cosas— quisiera ponerme al corriente con los temas que ha dado, y pensé qué talvez podría darme un repaso. —Trato de ignorar la sensación que me causa escuchar su voz y sigo con lo mío.
—Elisa, —observo al maestro— ¿Podrías ayudar a Erick con eso? —Intento replicar, pero no me da tiempo—. Te lo agradezco —sale del aula y estoy segura que todos nos miran.
Observo a Erick y este ya me estaba viendo además me sonríe, siento que me sonrojo y aparto la mirada de nuevo.
La última clase acaba, guardo mis cosas, reviso mi celular y veo un mensaje de Aida.
Te espero afuera.
Ya salgo.
Tomo mi mochila, la mayoría de mis compañeros ya han salido, me dirijo a la puerta justamente en el momento en el que alguien me detiene. Me doy la vuelta, veo la mano que me sujeta del brazo y luego veo quien es.
—¿Necesitas algo? —pregunto a Erick mientras aparto mi mano de la suya.
—¿Me explicaras los temas que no entiendo?
—Te traeré un resumen —salgo del aula y no he avanzado nada cuando lo escucho de nuevo.
—Elisa. —Me giro en su dirección—. Se te olvida esto, estaba en tu silla —me entrega la calculadora ¿tan distraída estoy?
Sus dedos rosan los míos y una electricidad recorre mi cuerpo, volvemos a vernos y una sonrisa amable y a la vez tierna se dibuja en su rostro. Le doy las gracias y luego avanza hacia el pasillo que va a la salida.
No sé qué me da por voltear a ver a mi derecha y entonces me doy cuenta que ahí está Miguel. Siento que mi cuerpo se pone frio y camino lo más rápido que puedo para encontrarme con Aida, la veo a lo lejos y está hablando muy animada con ¿Erick?
Me acerque a Aida al ver que volvía a estar sola, no le pregunte nada porque no quise ser indiscreta; la señora Andrea, madre de Aida nos fue a recoger y desde hace una hora estábamos en su casa.
Hay días en que voy a casa de Aida luego del instituto, hoy es un día de esos.
—¡Chicas bajen rápido! —la señora Andrea nos habla tras la puerta del cuarto de Aida—Estela y Erick vinieron—observo a Aida.
Estoy sentada en el comedor con la madre, la tía y el primo de Aida. Yo sabía que lo conocía, bueno no lo conocía, pero al menos lo había visto en fotos.
—Entonces ¿Ahora eres compañero de Eliza? —pregunta la señora Andrea.
—De hecho, le estaba diciendo a Estela que quiero que Eliza me de cursos de los temas que no entiendo. —al escuchar mi nombre levanto la vista del plato de comida y lo observo—. Supe que das tutorías.
—¿Trabajas? —Pregunta la mamá de Erick《Estela》.
—No es un trabajo como tal pero me gano un poco de dinero dando tutorías.
—Entonces ¿Cuándo empezamos? —tome un poco de refresco tratando de disimular la sorpresa de dicho comentario, ni siquiera he dicho que sí.
—Es que no se si podre.
—¿Qué dices? ¡Claro que puedes! —observo a Aida.
—No desaproveches la oportunidad, Eli. —la señora Andrea me sonríe y ya no sé cómo negarme.
—Este fin de semana empezamos.
Terminamos de comer, la señora Andrea y la señora Estela se fueron a la cocina y Aida se fue al baño.
—Ya no es necesario que me des el resumen mañana. —Ahora que me armo de valor para darle un repaso exhaustivo me doy cuenta que el color de sus ojos es exactamente como los de Aida y sus pestañas son abundantes y largas.
—De igual forma lo haré para que leas y le agarres un poco al tema.
—¿Por qué te sonrojas cuando te hablo? —la pregunta me toma por sorpresa— ¿o cuando te veo?
—No sé de qué hablas y si me disculpas ya me tengo que ir. —Huir fue lo único que se me ocurrió. Subo al cuarto de Aida por mi mochila, voy a la cocina donde la encuentro muy sonriente viendo la pantalla de su celular.
—¿Por qué tan sonriente? —me acerco por detrás y al oírme esconde rápido su celular.
—Por nada. —se voltea y claro que está muy sonriente.
—Ya me voy —me despido de Aida.
—Eliza, espera que llegue Alejandro y así no te vas sola —habla la señora Andrea.
—No se preocupe, quiero caminar un rato.
—Tía, dígale a Erick que la vaya a dejar. —aprieto disimuladamente la mano de Aida y ella solo sonríe—. ¿No tienes problema verdad? —se dirige a Erick.
—Sera un gusto.
—¡No! —todos me miran—. Es decir, no quiero molestar.
—No es molestia, me alegra que Erick ya esté haciendo amigos del instituto. —Me agrada lo amable que es la señora Estela—además, nuestro padre nos dice que ayudemos a nuestro prójimo.
Veinte minutos mas tarde estoy frente a mi casa, durante el camino vine pensando lo que dijo la madre de Erick y llegue a la conclusión de que podría ser cristiana, eso explicaría su amabilidad.
—Sana y salva Jolie —lo quedo observando, no sé por qué me dice Jolie. Bajo del auto pasando aun lado de él 《se bajó a abrirme la puerta》.
—Gracias.
—Nos vemos mañana Jolie.
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VOLVIENDO A LOS BRAZOS DE PAPÁ
Roman pour AdolescentsEsta historia narra la vida de Elisa, una chica de 18 años que debido a errores que cometio se alejo de Dios y aunque sus amigos la invitan a que regrese a los brazos de papá, ella no se siente lista. Ha olvidado que Dios perdona a todo el que vien...