Capítulo I: Otra Isla con Dinosaurios

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No recordaba nada, todo le daba vueltas, debía haberse dado un buen golpe en la cabeza, realmente le dolía mucho la cabeza. Trató de incorporarse y sintió sus dedos hundirse bajo su peso en la húmeda arena; el agua mojando desde sus pies hasta sus rodillas y de nuevo sólo los pies con el ritmo de las olas; una suave brisa marina, fresca y húmeda, rozaba su pelo y rostro; podía oír hojas movidas por el viento, los graznidos de gaviotas lejanas y las olas rompiendo suavemente contra la costa a su alrededor... Cuando abrió los ojos tuvo que parpadear varias veces para adaptarse a la luz cegadora que la rodeaba. ¿Dónde demonios estaba?

Se incorporó hasta quedar sentada y miró a su alrededor viendo la playa en la que se encontraba. La arena era clara y fina, completamente limpia, el mar en calma parecía infinito, el cielo de un azul celeste intenso con sólo algunas nubes blancas. ¿Una playa? ¡El naufragio!

De pronto recordó todo el incidente con el Mosasaurio, el barco se hundió, pero vieron tierra a lo lejos, debía haber logrado alcanzar la orilla antes de que el mosasaurio la devorase, ¡Estaba viva! pero ¿Y el resto? ¿Estaban bien?

Al ponerse en pie sintió la arena meterse entre los dedos de sus pies, su piel también estaba cubierta de arena. ¿Su piel?

Se sobresaltó al darse cuenta de que no llevaba ropa, o al menos no la que llevaba antes, solo unas telas muy rudimentarias tapaban lo justo y necesario a modo de top y pantalones cortos. Eso era confuso, no entendía cómo había podido llegar allí, por qué no llevaba ropa o por qué esos "pollos" que caminaban por la orilla cerca suyo no parecían pollos, o pavos, o algún otro ave que conociese. Si no fuera imposible diría que era... ¿Dodos?

Una especie de bramido fuerte a su espalda, proveniente del bosque la asustó y se dio la vuelta para descubrir a un gran parasaurolophus saliendo de entre los árboles. No podía creerlo y por un momento quedó paralizada observando cómo el animal pasaba frente a sus ojos y se alejaba caminando por la costa con toda la calma del mundo.

—¿Qué clase de broma de mal gusto es esta? —preguntó para sí misma.

Yas se secó una lágrima que se le escapó por la preocupación y el miedo, no quería tener que enfrentarse a más depredadores sangrientos. Miró de nuevo a su alrededor, no vio a nadie más en la orilla, aparte de un par de dinosaurios, algunos que nunca antes había visto, pero no había ni rastro de los demás y por un momento temió lo peor. Solo... esperaba no estar sola, esperaba que los demás estuviesen bien.

Mientras intentaba mantener la calma, una extraña sensación en su muñeca izquierda, como si picase, la hizo llevarse la mano derecha a la zona para rascarse, pero sus dedos chocaron con algo duro y aparentemente metálico que no debía estar allí. Levantó la mano y, en la parte interior de su antebrazo, justo bajo la mano, había una especie de implante con forma de diamante que parecía brillar, estaba adherido a ella, como si formase parte de su muñeca ahora. Algo más que añadir a la lista de rarezas de las que ya se preocupará más tarde. Ahora tenía primero en la lista al inmenso dinosaurio emplumado, con garras más largas que su cabeza y que paseaba por la playa no muy lejos de allí.

Lo observó un rato desde la distancia, paralizada por el miedo y lo vio usar sus garras al estilo "Eduardo Manostijeras" para cortar arbustos y poder comer las hojas fácilmente, parecía un herbívoro. Yas respiró aliviada, ese ser parecía sacado de una pesadilla pero si era herbívoro... entonces salieron del bosque unos dilofosaurios y atacaron un dodo junto al gran herbívoros, por un momento Yas se preocupó, pero el dino-lobezno se giró hacia un dilo y de un zarpazo lo ensarto en sus garras, luego se lo sacudió, dejando caer el cuerpo sin vida del dilo en la arena, se cargó al otro de la misma forma y remató al dodo para que no le quitase la comida, para después continuar comiendo como si nada.

Supervivientes de Nublar (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora