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Lamento la demora, pensé que lo había subido ayer, pero parece que no se subió correctamente y no me di cuenta hasta ahora.
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Yaz soltó un grito de guerra, emocionada, mientras alzaba su ballesta en el aire y zigzagueaba a lomos de un tapejara entre los altos árboles de rojiza corteza. El aire azotaba su rostro y sacudía su cabello, la velocidad era embriagadora, pero la adrenalina, el peligro, el que la estuvieran persiguiendo,... ¿eso? eso lo hacía mucho mejor, al menos en este caso.
Miró un momento a su espalda comprobando que ya no había nadie detrás suyo, la velocidad y agilidad del tapejara había servido para alejarse del argentavis, pero no duraría demasiado. Aunque era un gran volador, el tapejara se cansaba rápido y debía hacer una pausa lo antes posible.
Tras rodear un árbol lo bastante ancho como para esconderse detrás, el pterosaurio se aferró a la corteza con sus garras y quedó allí colgado recuperando fuerzas. Mientras, Yaz cargó la ballesta y se preparó para recibir a su perseguidor, lo que no sabía era que no vendría volando desde la misma altura a la que estaba antes, ni por encima de ella como solía hacer, sino que llegó desde debajo.
Una fuerte garra la atrapó del hombro antes de que pudiese reaccionar y la arrancó de su montura elevándose cada vez más en el aire hasta quedar por encima de la copa de los árboles (que no son lo que se dice bajitos, precisamente).
—Creo que tienes algo que me pertenece —dijo la voz de la jinete, Sam, desde lo alto del Argentavis, donde Yaz no podía verla.
—¿Te refieres a esto? —respondió sacando de su bolsillo una cinta del pelo verde que levantó mostrándosela a su amiga y ondeó al viento un momento antes de atarla a la muñeca— si la quieres ven por ella.
Sam se echó hacia delante para tratar de pasar por encima del ala del ave y alcanzar a Yaz, pero no llegaba y Yaz fue más rápida. Con un silbido llamó al tapejara y usando su ballesta y la flecha de gancho que había preparado antes, disparó a un árbol y logró soltarse del argentavis. Calló por un momento, luego se balanceó como con una liana, soltó el gancho y disparó al siguiente árbol aprovechando la fuerza que llevaba para balancearse de nuevo como Tarzán entre los árboles, hasta que su tapejara pudo acercarse y saltó sobre su lomo tomando las riendas para zigzaguear de nuevo entre los troncos.
Sam hizo un descenso en picado y trató de seguirla, pero no podía evitar reírse al ver las acrobacias de su compañera.
—Un día tendrás que enseñarme a hacer eso —dijo Sam alcanzándola y volando junto a ella.
—Cuando quieras, pero antes tendréis que atraparnos —sacudió la mano en el aire mostrando la cinta atada en su muñeca y luego aceleró.
Eso de perseguirse se había convertido en un juego entre ellas desde hacía un tiempo. A veces, cuando no había nada que hacer, una le robaba algo a la otra y corría, comenzando un improvisado juego de atrapar la bandera; persiguiéndose a pie, con sus dinos habituales o con los voladores. Alguna vez habían jugado con Ben o Brooklyn también, pero solían ir solas, era su momento, solo para ellas.
Tras más de un año, casi dos, viviendo en aquél bosque, se conocían cada rincón y cada peligro, sabían que hacer para estar a salvo incluso haciendo locuras y no se cortaban en practicar trucos nuevos, picarse y lucirse delante de la otra.
Sam rio de nuevo y trató de seguirla.
Se estaban alejando de su refugio, hacia el lado opuesto del bosque, alrededor del Pico Rojo, a las ruinas de la cascada, donde terminaban siempre.
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Supervivientes de Nublar (Español)
FanfictionTras lograr escapar de Isla Nubla, los campista naufraga y llegan a la orilla de otra isla, otra isla llena de dinosaurios, dientes de sable, otras criaturas prehistóricas y hasta robots, donde encontrará peligros, secretos, nuevos enemigos y nuevos...