Capítulo II: Un nuevo aliado

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Sobrevivir, prosperar en lo salvaje, ser uno con la naturaleza,... era algo en lo que Ben NO era un experto en absoluto, pero eso creía él y la confianza en uno mismo es buena, te ayuda a seguir adelante pese a la adversidad. Puede que ahora no tuviera a Bumpy para ayudarle, pero ya había sobrevivido un tiempo sin él y estaba seguro que que podría volver a hacerlo, al menos hasta que encontrase al resto, pues, no podía estar solo ¿no?

Aunque el ataque de pánico nada más despertar no lo quitó nadie.

Verse sin poder respirar y apenas viendo fue confuso y los segundos que tardó en darse cuenta de que estaba bajo el agua le quitaron mucho tiempo para nadar a la orilla, suerte que no estaba demacrado lejos. Lo primero que vio al salir del agua fue un grupo de dilofosaurio y casi le da un infarto, pero se distrajeron persiguiendo a un dodo y puedo escapar. Cuando por fin pudo sentarse para tratar de recuperar el aliento, se vio sin ropa propiamente dicha, en una playa desconocida, rodeado de dinosaurios que en Nublar no existían, solo y con una extraña pieza metálica en la muñeca que desprendía un brillo bastante inquietante,... Eso asustaría a cualquiera, más a un chico que menos de tres meses atrás tenía pánico hasta del aire.

Pero fue muy valiente y, después de llorar un rato hecho un ovillo en la arena, se levantó y se dirigió al bosque a comenzar a recoger bayas y buscar una fuente de agua potable, como un buen superviviente, siempre alerta y listo para todo.

No tardó en descubrir que absolutamente toda al agua era potable, incluida la que parecía ser agua marina, pero también que las bayas rojas parecidas a las de Nublar no son venenosas, en cambio las negras pueden dejarte cao si comes demasiadas. También comenzó a localizar las especies peligrosas como los dilos, raptores o compys, y descubrió que podía evitarlos fácilmente si se distraen con otro herbívoro, no necesitaba correr más que el depredador, solo más que las otras presas.

También aprendió cómo fabricar una especie de tela, con la fibra que conseguía de los arbustos cuando buscaba vallas, y la usó para ponersela en la cabeza a modo de bandana, para sentirse más duro, y envolviendo sus manos para proteger sus palmas y nudillos. Y por supuesto, se hizo una lanza con la que defenderse.

—Ahora estoy listo para enfrentar lo que venga —se dijo a sí mismo lleno de orgullo y miró a su alrededor, la costa en la que había despertado— Chicos, pienso encontraros.

Y sin decir más se metió entre los árboles y comenzó a caminar, siempre sin alejarse demasiado de la costa, en busca de cualquier sonido, huella, rastro de cualquier tipo, que pudiera llevarle hasta sus amigos.

El encuentro con el carnotauro ya fue un imprevisto, verse en la huida frente a frente con un espinosaurio tampoco fue agradable, menos ver como este se cargaba al carnotauro como si nada. De milagro logró escapar, pero se había perdido en el bosque, se le rompió la lanza y no tenía a Bumpy para protegerlo.

Se tomó un descanso, necesitaba desahogarse, se sentó junto a una roca grande y comenzó a llorar.

Las horas pasaban y el sol ya casi alcanza su punto más alto en el cielo, pero Ben no se había movido de aquél lugar. Aunque el descanso le había sentado bien, ahora hacía demasiado calor en ese bosque para estar corriendo por ahí, así que decidió esperar a la sombra de aquella roca a que refrescase un poco. Los árboles sobre su cabeza tampoco cubrían demasiado, y parecía hacer más calor incluso que en Isla Nublar.

De pronto un sonido llamó su atención, eran pasos corriendo por la tierra, a su espalda, acercándose cada vez más y sonaban pesador, era algo grande. Ben se encogió de nuevo rezando porque no lo viese, esperó en silencio con lo que quedaba de la lanza lista por si debía luchar, pero con las manos temblando.

Supervivientes de Nublar (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora