Diego en rosa pastel.

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03

Bajamos una vez que se hicieron las ocho de la noche con diez, Kenan suele poner un poco más de empeño hacia su persona, por no decir que es más vanidoso que una mujer.

—Estos eventos en la costa de Sicilia son tu fuerte ¿no? parece que eres uno más de la familia, con ese traje aparentas ser el próximo heredero de la villa —canturreo mientras bajo el último escalón de las escaleras, es la vanidad pura este joven.

—¿Envidia es lo que percibo? deberías socializar más a tu edad, Serena—pregunta mientras hace un movimiento en las manos atrayendo un olor ficticio hacia sus narices.

Antes de que le dé la mejor respuesta y lastime su ego, Madame nos interrumpe sorprendiéndonos y tomándome por los hombros para dar un beso en cada una de mis mejillas a manera de saludo. Hace lo mismo con Kenan.

—Se ven muy guapos, se verían lindos posando para mi nueva colección —menciona contenta y elevando aún más el ego de mi querido asistente.

—¡Oh no! ¡No le des más aires de grandeza a Kenan! ¡Está que no se soporta ni el mismo está noche! —lo digo mientras ruedo los ojos y me cruzo de brazos. —Te vez preciosa, Madame, eres la anfitriona de esta noche— añado sonriente con un leve alago.

—Puedo checar mi agenda, Madame ¡sería un placer estar a tus servicios!— responde mientras hace una reverencia como si de una reina de tratara.

Solo ríe y se aleja de nosotros para comenzar a saludar a los invitados de papá, Kenan la sigue para ir por unos tragos y yo solo me acerco al borde de piedra que separa el jardín de la playa, la increíble vista que me regala Italia, es bellísima.

—Todo les quedó increíble y... muy rosa— escucho decir y es la voz de mi padre detrás mío, me pilla por sorpresa tocando mi hombro y uniéndose a mi lado. —El rosa te sienta bien, cariño— explica con una sonrisa de lado, abrazándome.

—Hola papá, te extrañe mucho— le respondo correspondiendo a su abrazo y percibiendo su colonia amaderada —Te vez muy guapo, puedo jurar que Madame te vistió el día de hoy... y todos los otros días— bromeó riendo a carcajadas separándome de él, desde que ella llegó a su vida, también su guardarropa tuvo un extremo cambio.

—Muy graciosa —dice con sus ojos rasgados —Hoy es una cena importante, Serena, es por eso que pedí que me ayudaran con todo esto, sé que la noticia te encantará— añade muy emocionado, pero no sé porque tengo un presentimiento que no será así, odio las sorpresas.

—¡Edward, cariño! ¿Puedes venir un momento? —le pregunta Madame tomándolo por el hombro —Serena préstame a tu padre un momento, no será mucho tiempo— me dice dulcemente.

—Puedes llevártelo toda la noche si quieres, ¡es todo tuyo! —respondo riendo, veo cómo se alejan.

Algo me hace voltear hacia el marco de la entrada del jardín, frunzo el ceño identificado quien es el tipo que está parado ahí.

¿Qué? ¡Es imposible!

Se acerca poco a poco al jardín donde estamos todos.

No puede ser.

Esto es demasiado irreal.

Una broma de mal gusto.

Es Él. Diego Rose.

Es mi ex-novio.

¿Que mierda hace aquí?

Se acerca hacia mi poco a poco quedando a más de un metro de distancia, lleva un perfecto traje color rosa pálido, sin corbata y con dos botones sueltos, al parecer le notificaron el color de la maldita cena, su barba castaña está perfectamente recortada y tupida, lo que lo hace ver muy apuesto, es más alto de lo que recordaba, sus brazos y sus hombros son más anchos y grandes, lo noto por el traje en donde sus bíceps se ven más ajustados, la camisa blanca hace que se transparente un poco de su abdomen bien trabajado.

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