La Chica con Poderes del más Allá

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Los inmortales eran aquellos que poseían más poder que los magos sobre una área en particular. Los inmortales carecían de nombre, aunque había muchos de ellos, hasta que la humanidad se los dio. Existía la Tierra, el Sol, la Guerra, la Paz, el Odio, el Amor, la Fuerza, el Mar, el Cielo, y otros muchos, y se reunían cada ciertos siglos para llevar acabo la predicción del destino de los siguientes.

No hace mucho que fue la última reunión. Como en todas las anteriores, los inmortales tomaron formas humanas y se sentaron en círculo, cada uno en un lugar concreto y previamente estipulado. Cuando estuvieron todos los demás, el Universo se unió a ellos, el más poderoso de todos. Y entonces cerraron los ojos los inmortales, y comenzaron con la predicción. Pero sucedió algo extraño.

El Universo abrió los ojos cuando sintió el poder que se estaba reuniendo a su lado, un poder demasiado grande incluso para que él lo contemplase de frente. Sin embargo, los ojos del Universo estaban en blanco, y empezó a entonar, de manera inconsciente, una profecía distinta a la que deseaban obtener en principio.

—Cuando el sol vuelva sangrienta la luna, nacerá bajo ella una niña. Será la séptima hermana, primera dama tras seis varones. Sus cabellos serán de todos los colores que se puedan imaginar, así como sus ojos, que jamás se han de cerrar por el peso de la muerte. Pero en esa niña habrá algo más: portará el poder de cada inmortal, tanto Tierra como Mar, tanto Paz como Guerra, incluso el Universo ha de inclinarse ante ella.

Todos abrieron los ojos, asustados por la predicción. Pero ésta no había terminado, y en pocos instantes se vieron obligados a continuar:

—No ha de estar la reina de inmortales sola, pues siempre el gobernante tiene un consorte. Vendrá a la luz del mundo un niño de cabellos plateados, con los ojos oscuros y profundos como el Océano. Un niño que en sí cierto poder debe albergar, que le apoye o le haga frente según su voluntad. Y hemos de tener cuidado, pues una guerra entre ambos con todo puede arrasar, y ella es la única que puede ganar.

Eso debió de asustarlos más si cabe. Aquella niña no había ni nacido, era solo una inmensa concentración de poder, todo su poder excepto el que necesitaban para sobrevivir, y sin embargo era aterrador saber de lo que sería capaz. A su lado, la concentración de poder correspondiente al niño que debería acompañarla durante su vida, resultaba ridículamente pequeña.

Ahora, a los inmortales solo les quedaba jugar bien sus cartas. Porque tenían que lograr que aquella niña creciese con todo lo bueno de ellos y no lo malo, para que ella no los erradicase.

No pasaron muchos meses antes de que la niña naciese en un cuerpo humano. Tal y como había predicho el Universo, tenía el pelo y los ojos de todos los colores, y era la séptima hija de la familia, justo después de su mellizo, sexto hijo varón consecutivo. Y, como también había predicho el inmortal, nació bajo una luna del color de la sangre. El niño llegó tan solo un mes después al mundo, con los ojos azul oscuro, tan profundos como el mar, y el cabello rubio plateado, siempre siguiendo las profecías del inmortal.

Pero los niños no podía haber nacido en condiciones más distintas, y más similares al mismo tiempo. Los Weasley, la familia en la que había nacido la niña, a la que habían llamado Mayette, eran sangre pura, pero aceptaban muy bien a los muggles y eran bastante pobres, tradicionalmente quedaban en la casa Gryffindor. Por el contrario, los Malfoy eran sangre pura y detestaban a los muggles, hasta el punto de que el señor Malfoy había sido mortífago. Además, eran inmensamente ricos, y tradicionalmente pertenecían a la casa de Slytherin.

Así, los dos niños destinados a conocerse, a cuidarse y protegerse e incluso a amarse, o por el contrario, a odiarse y destruirse el uno al otro, hasta que solo quedase uno (guerra sin interés alguno, ya que solo ella podía vencer), crecieron en ámbitos diferentes y esperaron para encontrarse sin saberlo.

El Poder de los InmortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora