VI

3 0 0
                                    

Miró su reloj. Faltaban diez minutos para las cinco de la tarde. En cualquier momento, los sujetos de Broadway Magazine atravesarían la puerta para comenzar con la reunión que daría inicio a la confección de la nota. Volvió a mirar. El minutero apenas se había corrido. El tiempo parecía eterno. Decidió hacer algo para matar la ansiedad. Se levantó de la mesa donde estaba sentado, y se dirigió a la cocina. No había nada que hacer. Las mesadas de aluminio brillaban a la luz artificial. La vajilla se encontraba meticulosamente organizada en los diversos estantes. Los fogones descansaban luego de un agitado fin de semana. Entonces se puso a preparar café. Se sentía raro estar en el restaurante vacío. Los lunes Cinnamon cerraba, y se le antojó un buen lugar para hacer la reunión pero... ¿era lo correcto? ¿Debía haber preparado algo para comer? Nunca había estado en esa situación, y desconocía los protocolos. Seguro que el café era más que suficiente.

    Volvió a mirar el reloj. Todavía faltaban cinco minutos cuando sintió un leve golpe en las puertas del restaurante. Con paso firme y tratando de dejar atrás sus preocupaciones, fue hasta la entrada. Las puertas de madera tenían un gran ventanal que, de estar abierto el local, permitían visualizar la calle; pero ahora las mismas estaban cubiertas con una cortina negra que indicaba al visitante que el restaurante se encontraba cerrado. Liam giró el mecanismo de cierre de la puerta, movió el dorado pestillo y abrió de par en par las dos hojas de la puerta.

    Sus ojos no daban crédito a lo que veía. De repente sintió que su corazón daba un vuelco. Un vacío apretó su estómago, y no encontraba palabra alguna para quebrar ese sólido silencio que le pareció una eternidad. Parada junto a un hombre alto, estaba la mujer que había estado colgada en sus pensamientos desde hacía unos días.

    Ella parecía sorprendida de alguna manera. En realidad, tal vez era lo que él se imaginaba, tal vez es lo que en el fondo a él le gustaría creer. Porque tal vez aquella fugaz mirada nunca sucedió y sólo fue una coincidencia. Tal vez...

— Buenas tardes, chef Liam Ward, ¿verdad? —se pronunció el hombre— somos el equipo asignado de Broadway Magazine.

— Bienvenidos —se apresuró a responder con su habitual cortesía y seriedad, tal como cuando saludaba a sus comensales, ocultando así toda la conmoción que el descubrimiento le había causado —soy el chef Liam Ward— y estrechó la mano al hombre.

—Muchas gracias por recibirnos —respondió— me llamo Jason Scott, redactor de la revista, mi colega, la fotógrafa Olivia Rossi-

    Liam estrechó ahora la mano de ella. Sintió su dedos finos y su piel suave en el firme saludo. Contempló su rostro. No se veían huellas de aquella sonrisa del viernes, pero pudo observar otros detalles que le resultaron llamativos: los ojos verdes enmarcados en un gesto de seriedad profesional, unas pocas pecas esparcidas en su nariz, las mejillas rosadas que contrastaban con su piel...

— Encantado. Muchas gracias por el interés en nuestro trabajo. Por favor pasen —se obligó a decir Liam, mostrándose cortés y serio.

    Los condujo por el salón hasta una mesa amplia y les indicó que tomaran asiento allí. Les ofreció el café que tenía preparado y preguntó si querían comer algo, lo que ambos rechazaron. Entonces, tomó asiento en frente de ellos y Jason comenzó a hablar

— Para comenzar la reunión de hoy queríamos contarle un poco cómo desarrollaremos esta entrevista con formato de documental. Si está de acuerdo, ya coordinaríamos con usted los distintos encuentros que tendremos a lo largo de esta semana.

    Liam asintió con un gesto y miró fijamente a ambos. Había logrado encontrar la calma de siempre. Concentrarse en hablar de trabajo, lo hacía sentir seguro.

— Bien —respondió sonriendo Jason— Como le habrá comunicado nuestra editora, la idea es acompañarlo a lo largo de los próximos días. Queremos capturar la esencia de su trabajo y cómo éste repercute en su vida diaria. Para ello, necesitaremos acompañarlo en distintos momentos del día a lo largo de esta semana. Algunos días estará solo con Olivia —al decir esto, Liam pudo observar que ella desviaba levemente los ojos de él— y otros días estaremos ambos. No necesitará interrumpir ninguna de sus actividades y quizá lo más complicado será tener que lidiar con nuestra presencia— y soltó una breve risa para distender la reunión.

    Liam sonrió de costado ante el comentario de Jason y respondió:

— Parece una modalidad bien interesante. No serán ninguna molestia para mi— volvió a mirarlos fijamente a ambos. — ¿Tienen algún plan de visitas o será espontáneo y sin aviso?

—No, las visitas podemos coordinarlas. No hay necesidad de la sorpresa. De mi parte necesitaría una visita en las cocinas, otra fuera de ellas y una tercera que me permita indagar en sus cuestiones más personales, en esta tal vez puede que requiera más de su disponibilidad. Olivia seguro necesitará más encuentros, pero mejor la dejo hablar a ella, porque creo que he acaparado la reunión.

    Olivia esbozó una tímida sonrisa a su compañero. Extendió la tablet que llevaba consigo a Liam, y comenzó a hablar:

— Si desea señor Ward, puede observar un poco de mi trabajo para hacerse una idea de lo que voy a tratar de capturar en mis encuentros con usted —explicó con un muy marcado acento.

    Liam no pudo evitar recordar que había sido su voz lo que había atraído su atención unas noches atrás. Sin dejar de mirarla, tomó el IPad que ya estaba encendido de la mesa, y comenzó a barrer con el dedo, las imágenes que el dispositivo mostraba. No había allí las típicas fotos de una revista. No había gente famosa, ni estudio, ni una iluminación perfecta. La pantalla mostraba imágenes casuales. Protagonistas anónimos de la ciudad de Nueva York, que habían sido sorprendidos por el atento ojo de Olivia. Algunos distraídos, otros desafiando el lente de la cámara, pero en todos ellos había naturalidad. Las fotos hablaban y contaban una historia que él creía entender. Volvió su mirada hacia ella, cuando retomó el diálogo.

— Para este proyecto, señor Ward, no deseo realizar fotos típicas de una sesión de fotografía. No necesito poses ni lugares especiales. Lo único que voy a necesitar es que me permita acompañarlo en algunos momentos de su jornada para poder capturar la esencia de su trabajo y su rutina. Por lo cual, intentaría estar en diversos momentos de su día. Con Jason, nos propusimos desarrollar el artículo no sólo con entrevistas e imágenes, sino también construir una narrativa desde nuestro punto de vista, que nazca de la convivencia con usted.

    Volvió a mirar la pantalla.

— Es un trabajo muy interesante ¿señorita?... —Olivia asintió con la cabeza ante la duda de Liam— señorita Rossi. Comprendo su punto, y me atrevo a decir que la filosofía de su trabajo es compatible con el espíritu de mi cocina —se sintió un poco pedante con ese comentario pero no culpable. Estaba bien con haber captado la atención de la prensa del espectáculo, pero tampoco quería que banalizaran su trabajo con la frivolidad del ambiente. — Coordinemos entonces nuestros encuentros.

    El tiempo restante de la reunión se pasó en ajustes. Se estableció que Olivia lo frecuentaría todos los días en distintos momentos. Convinieron que sería bueno asistir durante el servicio, cuando Liam fuese al mercado y compartir algún momento de su tiempo libre; por otro lado, también ella estaría durante los encuentros entre él y Jason.

    Al terminar, Liam los acompañó hasta la puerta, y al cerrarla tras su espalda, pudo sentir una cierta sensación de alivio. Había pasado buena parte de la entrevista tenso, tratando de controlar por un lado los nervios y la confusión generada en su cabeza por aquella mujer que ahora tenía un nombre. A pesar de todo, había logrado dejar otra imagen al equipo de Broadway Magazine, y todo aquel maremoto de sensaciones se vieron opacadas por su seriedad y su capacidad para enfocarse en su trabajo.

Solo Una Pizca De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora