III

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Llegaron a Cinnamon. La caminata por las calles nocturnas de Nueva York era una de las cosas que a Olivia más le gustaba hacer, y adoraba hacerlo con sus amigos. A cada uno de ellos los había conocido trabajando en la revista. Andrew era parte del equipo de redactores, se dedicaba a trabajar siempre en la escena musical. En sus tiempos libres tocaba el bajo en una banda de jazz que cada tanto Olivia iba a ver junto con los demás. Tenía la misma edad que Sophia, y por un tiempo los dos habían salido como pareja oficial. Si bien la relación nunca prosperó tampoco fracasó, así que no era raro que de vez en cuando ambos retomaran el vínculo amoroso.

    Noah fue el primero de los cuatro que Olivia conoció: era fotógrafo y trabajaba junto a ella. Fue quien la orientó durante los primeros meses, y solían trabajar en equipo con frecuencia. Tenía un año más que Olivia y era íntimo amigo de Andrew.

    Por último estaba Lucille que desempeñaba su labor en el área de marketing. Era una mujer dinámica y proactiva; muy querida por todos en la revista y también muy amiga de Sophia desde que ambas habían entrado a la revista. Recientemente se había comprometido y por ese motivo el grupo de amigos había decidido salir a celebrar dándose el lujo de cenar en el restaurante de moda de la zona.

    La llegada al restaurante, ubicado a metros de la quinta avenida, fue más rápida de lo imaginado. Al entrar, Sophia se acercó a la chica que administraba las reservas, dando su nombre y recordando la cantidad de comensales que eran. Mientras tanto Olivia, a quien le gustaba mucho el diseño y la arquitectura, no podía dejar de admirar la decoración del lugar. El salón era amplio y llevaba un estilo minimalista. En las mesas y las sillas, abundaban el hierro negro y la madera endentada, dándole un toque moderno y sofisticado. Al fondo del salón, se podía ver la barra para aquellos que gustaban de tomar tragos, el sector de la caja y la puerta que comunicaba con la cocina. La iluminación tenue del local era provocada por unas lámparas de filamento que pendían del techo, y le daban al restaurante un aire íntimo y acogedor.

    Interrumpió su contemplación Noah que se acercó a ella para preguntarle qué le parecía el lugar.

— Es realmente muy lindo. Adoro este estilo. Espero que la comida sea tan buena como en la apariencia del lugar.

— Mi hermano lo recomendó. Vino hace muy poco con su novia. Dicen que tienen un nuevo chef que ayudó a levantar el sitio. No podrías imaginar lo que era este lugar antes— le explicó Noah a Olivia—. ¡Confía en mí! —. Y le guiñó un ojo a Olivia.

— Tú sabes que siempre confío en ti. — respondió en tono de broma, guiñandole a la vez su ojo.

— ¿En qué andan ustedes? —Sophia se acercó a ambos posicionándose entre medio de Noah y Olivia—. ¡Vamos que nos han indicado la mesa once!

    El grupo de amigos se encaminó a la mesa. Tomaron asiento en ella y esperaron a que la camarera les trajera la carta. Todos nombres complejos y sin idea de qué elegir. Ninguno de ellos solía frecuentar ese tipo de sitios. Eran personas que se movían en ámbitos más descontracturados: pubs, cafés, conciertos, sus propias casas; y les gustaba comer pizzas o hamburguesas, sentarse a ver alguna película, escuchar música, o divertirse jugando a algún juego en alguna consola. Esta vez quisieron romper su propio protocolo, y celebrar de una forma muy diferente el futuro casamiento de Lucille dándole un lugar que ellos creían se merecía su amiga.

— Olivia... ¿hay algo que nos puedas traducir?— preguntó Andrew socarronamente.

— Los idiomas no son tuo forte, vero Andrew? —disparó Olivia. — En realidad, no puedo, la carta está en inglés, que asumo tú sabes leer, o está en francés, que entiendo lo mismo que tú.

Solo Una Pizca De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora