VIII

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Estaba trabajando en su oficina. Desde que se había sentado en su escritorio, no había parado de editar las fotos del viernes anterior y aún no finalizaba. Las miraba una y otra vez. Técnicamente estaban bien, pero por alguna razón no la terminaban de satisfacer. En ese momento sintió la voz de Noah que la llamaba desde la puerta del despacho que estaba abierta.

    —Oli, ¿muy ocupada?

    Dejó de mirar la pantalla y vio a su amigo en el umbral.

    —Ocupada no, más bien preocupada. Pasa y cierra.

    Noah entró y cerró la puerta. Tomó asiento del otro lado del escritorio y le preguntó en qué podía ayudarla.

    —¿En todo se puede? —y dejó salir una leve risa que parecía más un resoplido de queja.

    —Relaja —respondió Noah con una sonrisa. —Primero me gustaría que me cuentes cómo te fue ayer con Jason y el chef. Creo que es un encargo que puede marcarte un cambio de rumbo dentro de la revista.

    —Sin dudas. Anoche en la cena, hablamos mucho sobre eso con Sophia. Creo que estoy empezando a entender la dimensión de este reportaje. Por la mañana me di cuenta que no dormí bien de los nervios. Empiezo a sentir la presión. De todas maneras la entrevista estuvo muy bien —y le contó en detalles lo sucedido al igual que había hecho con su amiga.

    —Bueno, veo que no hay nada por lo cual preocuparse. Realiza el trabajo disfrutando, como lo haces siempre. ¿Cuántas sesiones tienes con el chef?

    —Prácticamente todos los días desde hoy hasta el próximo martes o miércoles. Tengo horarios de inicio, pero no de finalización de los encuentros, y a eso debo sumarle el trabajo de selección y edición de fotos del casamiento que cubrí el fin de semana y debo terminar para esta semana las fotos de la sesión del viernes con la cantante ¿Recuerdas?.

    —¿Con Missa? Si, lo recuerdo.

    —Bien... estoy trabajando en la edición de las fotos, y no me estaría pudiendo decidir con cuáles me quedo para mandar a publicar. Ninguna me conforma lo suficiente.

    —En eso puedo ayudarte si quieres —y Noah se levantó de la silla en la que estaba, rodeó el escritorio y se paró detrás de Olivia para ver la pantalla de la computadora.

    —Cuando desees, estoy pronto —le dijo Noah, colocando su mano izquierda en el hombro de ella.

     Comenzó a pasar las fotos. Olivia había realizado una pre selección, y Noah iba comentando qué pensaba de cada una. Juntos analizaron las imágenes y fueron descartando o seleccionando aquellas que ambos creían estar mejor.

    —Espera, detente -indicó Noah cuando Olivia pasó velozmente las últimas fotos. Inclinó su torso hacia abajo, para estar a la altura de la pantalla. La mano derecha de él se apoyó en el escritorio, y su rostro quedó muy cerca al de ella.

     Olivia vio de soslayo la proximidad en la que Noah se encontraba, que este, aún no había sacado la mano de su hombro, y que de golpe, todo se volvió más íntimo. Su corazón comenzó a latir con fuerza.

    Volvió atrás en las fotos, para llegar a la que él le había señalado. En ella, se podía ver a Missa sentada en una silla vintage. La chica miraba hacia un costado, con cara de inocencia. Su gesto era hermoso pero melancólico a la vez. Tenía su cara apoyada en sus manos, y los codos en sus rodillas. Llevaba una especie de vestido de tul, y el cabello amarrado en un exótico peinado, coronado con pequeñas rosas. Olivia había trabajado muy poco en esa foto. Un poco de contraste, algunos retoques en la piel y un pasaje de foto color a blanco y negro.

    —Me gusta mucho esa foto, Olivia. Siento que pudiste capturar la esencia de ella.

    —¿Si? —Olivia trataba de no mirar a Noah.

    —Si. Su gesto es muy infantil, propio de su edad. Se siente como si añorara algo. ¿Tal vez su vida anónima? ¿Ir a estudiar con sus amigas? ¿Escaparse con un amor?... Me gusta. Además cómo trabajaste las sombras y las luces... encierra bien el drama de los ídolos jóvenes.

    —¡Qué profundo Noah! —exclamó sorprendida mientras se volteaba inconscientemente a mirarlo.

    —Tengo mis lados profundos sólo que los oculto... A todo esto... —y giró su rostro hacia el de Olivia, quedando a pocos centímetros de distancia- con tanto trabajo ¿tendrás tiempo aún para ser la protagonista de mi noche del sábado?- dijo en un volumen más bajo y en un tono que tenía notas de seducción.

    Todo dentro de Olivia estalló. Su estómago se apretó, y no podía modular palabra alguna. Los ojos azules de Noah se habían clavado en los suyos, y su boca dibujaba una sonrisa encantadora. Él había comenzado a acercarse un poco más. Sus labios estaban muy próximos cuando un golpe en la puerta los devolvió a la realidad de la oficina.

    —¡Adelante! —exclamó Olivia con voz entrecortada, mientras que Noah se alejaba del escritorio.

    La puerta se abrió y entró Jason.

    —Buen día Olivia, ¡ah! ¡Noah!, no sabía que estabas ocupada, vuelvo más tarde.

    —Buen día Jason, no te preocupes. Estaba ayudando a Olivia con una selección, pero ya terminamos. —Los dejo... —y comenzó a caminar hacia la puerta. Cuando estaba por llegar a ella, se dio vuelta, miró a Olivia y agregó -espero tu respuesta —dedicándole una guiñada. Pasó por al lado de Jason, a quien dio una palmadita en el hombro y dejó el lugar cerrando la puerta.

Llegó a Cinnamon unos minutos antes de lo acordado. Se había pasado buena parte del día trabajando con Jason en la estructura del reportaje. Él le había llevado unos borradores de las preguntas que iba a realizar en cada encuentro, para que Olivia tuviera una noción de hacia dónde conducir las fotografías que iban a acompañar la nota. Habían estado desde la mañana hasta un poco antes de salir para el restaurante. Ni siquiera pudo bajar al comedor a almorzar con Noah, lo que por un lado agradeció, porque era la excusa necesaria para no verlo y tener tiempo de procesar lo sucedido esa mañana en su oficina. ¿Quería otro tipo de relación con él?.

    Miró el reloj. Golpeó las puertas del restaurante, sin mucha esperanza que hubiese llegado alguien. Esperó un poco, y desistió. Para esperar la llegada del chef, se decidió ir por una bebida caliente. Giró sobre sí misma para cruzar la calle, cuando, sin querer, embistió a alguien.

    —Mi dispiace... digo, disculpe —dijo Olivia muy avergonzada.

    —¿Usted está bien señorita Rossi?

    Olivia levantó la mirada extrañada por oír su apellido. En ese momento pidió mil veces que la tierra se la tragara. 

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⏰ Última actualización: May 21, 2023 ⏰

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