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Bien, estoy pensando seriamente en saltar de un séptimo piso justo ahora.

En la sala de la casa nos encontramos sentados en el piso todos, Sugawara, Daichi, Kageyama y yo, los dos mayores frente a nosotros extremadamente serios, Kageyama perdido y yo cagandome encima.

— ¿Emperazar a explicar? — demandó Daichi con vos autoritaria.

— Es que no me la vas a creer... — dije nervioso.

— Si nos lo dices lo entenderemos Hinata... — dijo el peli-blanco intentando calmar el ambiente.

— Es que te juro que no me la van a creer...

— Hinata, habla ahora — exclamó el lider del club.

— Es que... — ¡DEBO PENSAR RAPIDO! — E-entraro a-a robar y yo n-no sabía que ha-hacer, entonces e-el llegó y sacó u-un arma y nos amenazó — dije "llorando" mientras mi voz sonaba alterada y rota — P-perdon, no me siento muy b-bien y n-no quiero recordar lo su-sucedido — dije hipiando en el proceso.

Kageyama me miro de manera demandante exigiendome con la mirada que dejara de fingir, pero no podía simplemente ir y decirles la verdad.

Sentí un abrazo por encima de mis hombros mientras una mano sobaba mi espalda.

— Está bien Hinata, no te presionaremos, mejor descansa un poco ¿sí? — dijo Sugawara con vos suave.

— T-te lo agradezco muchísimo Sugawara-sempai — dije correspondiendo el abrazo de manera fuerte.

Daichi y Sugawara se quedaron un rato mas platicando con nosotros intentando "calmarnos". Suga-san hizo té mientras Daichi nos acompañaba y hablabamos de cosas triviales para distraernos del tema principal, pasamos un buen rato juntos.

Al final quedé solo con Kageyama, los dos nos quedamos mirando fijamente y sin emitir palabra alguna a la puerta principal por la que hace menos de 5 minuto habían salido nuestros mayores.

— ¿Por qué les mentiste? — dijo el pelinegro sin voltear a verme.

— ¿Por qué les diría la verdad? — dije de igual manera.

— Son tus amigos.

— No quiero involucrarlos.

— Me involucraste a mi.

— Nos venían persiguiendo, seguramente ya te tienen en la mira — dije con cierto tono de preocupación mientras volteaba a mirarlo.

— ¿Me pasará algo? — preguntó mientras conectabamos miradas.

— No en mi guardia — dije dando una sonrisa confiada intentando transmitirle seguridad, cosa la cual, pareció funcionar.

— No en mi guardia — dije dando una sonrisa confiada intentando transmitirle seguridad, cosa la cual, pareció funcionar

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Dejé a Kageyama en su casa y me fuí a quedarme en otro departamento, no era seguro volver al mismo lugar.

El resto del día me la pasé entrenando y le informé a mis padres lo que había pasado, me ofrecieron volver a los Estados Unidos pero rechacé, porque ahora no solo me persiguen a mi, sino que ahora lo mas probable es que también persigan a Kageyama.

Rápidamente llegó el lunes y el entrenamiento matutino me hizo olvidar los problemas a mi al rededor y agradecía profundamente que Kageyama no estuviera actuando raro.

Hoy el día estaba nublado y por mas que estuviera de buen humor, tenía una mala espina.

Quizas solo sea paranoico, pero no me puedo sacar esa molestía del cuerpo. Hoy Nakahara no paró de ver cada acción y reacción que tenía con una sonrisa escalofriante, lo cual me causó mas incomodidad. Él sabe algo.

En todas las clases podía sentí un escalofrío recorrerle la espina dorsal al sentir la mirada burlona de Nakahara encima de el

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En todas las clases podía sentí un escalofrío recorrerle la espina dorsal al sentir la mirada burlona de Nakahara encima de el. Esa sonrisa no paró hasta el final de las clases.

Tocaba entrenamiento nuevamente pero aun asi su mal presentimiento no acababa y las cosas no mejoraron al ver que Nakahara había faltado al entrenamiento.

Hoy las dos managers no pudieron ayudarnos ya que estaban ocupadas con otras cosas, asi que por lo tanto nos turneabamos para ir a llenar las botellas de agua.

— ¡Hinata! — llamó Daichi, a lo que yo solo volteé y lo miré en forma de respuesta.

— Ve, te toca llenar las botellas — me dijo mientras me entregaba la canasta con las botellas de todos.

— ¡Bien! — dije con animo mientras salía corriendo con la canasta en manos.

Mientras llenaba las botellas no pude evitar pensar que el mal presentimiento que tenía solo era una estupidez ¿que sería lo peor que podría pasar?

Terminé de llenar las botellas y mientras me acercaba al gimnasio noté que no había el ruido habitual, no se escuchaban los zapatos rechinando ni los balones rebotando contra la madera y mucho menos se oía alguna palabra que indicara que estaban tomando un descanso. Mis alarmas internas sonaron.

Solté la canasta suavemente en el suelo y metí mi mano dentro de bolsillo sacando una navaja, no era la gran cosa pero mejor eso a nada.

Me concentre para intentar saber si había alguien de mas y prepararme por si tenía que pelear.

Y sí, habían dos personas de mas.

Maldita sea.

En 2 años.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora