Alfonso se sacó del bolsillo de la camisa una memoria USB y la dejó encima del escritorio de Todd.
—Tenemos un problema.
Todd agarró la memoria USB.
—No me va a gustar el problema, ¿verdad?
—Me parece que no. La nueva empresa se basa en los programas exclusivos que tiene. Si los perdemos, tendremos que cerrar. Evidentemente, los empleados, en virtud de su contrato, no pueden divulgar información; y en cuanto a la piratería informática, se han instaurado las medidas pertinentes para evitarla. No obstante, alguien con un par de memorias USB en el bolsillo puede robar la suficiente información como para hundir la empresa.
—¿Puedes tomar las medidas necesarias para evitar que eso ocurra? —preguntó Todd.
—Sí, claro. Pero no va a ser barato y es bastante complicado desde el punto de vista logístico.
—Para eso se te paga tanto dinero.
Alfonso sonrió.
—En ese caso, ¿tengo carta blanca para hacer lo que tenga que hacer?
Todd le devolvió la memoria USB.
—¿Estás bien aquí, trabajando para Ryan y para mí?
Alfonso miró a su jefe. ¿Qué pasaba? ¿Se iba a poner Todd sentimental?
—¿Por qué lo preguntas?
—Porque eres bueno en tu trabajo y no queremos perderte. Sé que te han hecho muchas ofertas. Ofertas horribles. Misiones secretas en lugares conflictivos con el fin de proteger a imbéciles que, en principio, no deberían estar allí.
—No me ha tentado ninguna —contestó Alfonso.
—¿No te han ofrecido el suficiente dinero?
—Como te he dicho, estoy bien aquí. Y no puedo quejarme del sueldo.
—Sé que no es asunto mío, pero… ¿no tienes ya dinero de sobra para jubilarte? —preguntó Todd—. No necesitas seguir trabajando.
«Ocho millones», pensó Alfonso. Pero quería doblar esa cantidad antes de irse a vivir a su aislado paraíso.
—Me gusta este trabajo. Además, tengo gustos muy caros. Seguiré aquí durante algún tiempo más.
—Me alegra oírte decir eso —respondió Todd—. Hablando de otra cosa, ¿qué tal con Anahí?
—¿Por qué lo preguntas?
—Porque hace un par de noches vi su coche aparcado delante de tu casa. ¿Estáis…?
—No —respondió Alfonso rápidamente—. No estamos juntos.
—Mmmm —murmuró Todd—. Mira a Ryan, por ejemplo. Hace unos meses, yo habría jurado que era el soltero más empedernido que conocía. Pero ahora… está loco por Julie. Nunca lo había visto tan feliz.
—¿Te da envidia? —preguntó Alfonso.
—No. Nunca he tenido suerte con las relaciones y no tengo intención de casarme. Cuando sea viejo, me haré con un montón de perros y les dejaré mi herencia cuando muera.
Alfonso se echó a reír.
—Eso no hay quien se lo crea.
—Lo sé, pero me encanta decir este tipo de cosas a mi familia; sobre todo, a la tía Ruth. Por cierto, sigue empeñada en casarme.
Todd pronunció la última frase con una mezcla de frustración y afecto. Alfonso sabía que tanto Todd como Ryan querían mucho a su tía.
—Bueno, Julie ya no es un peligro para ti —dijo Alfonso, recordando el millón de dólares que las hermanas Puente cobrarían si alguna de ellas se casaba con Todd.
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Placer Insospechado
Romance[Aclaración: esta historia es una ADAPTACIÓN sin fines de lucro. Todos los derechos quedan reservados a su autor original, así como la portada] Una mujer como ella merecía algo más que una aventura de una noche. El primer error del millonario Alfons...