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- ¿Pasa algo Megumi-Chan? - Gojo preguntó al menor que no quitada su expresión. Totalmente apagada mientras empacaba sus cosas, su hermano por otra parte, se veía que estaba un poco más tranquila. Más confiada, no entendía porque si ella originalmente sabía tan poco cómo él. Pero, el albino les prometió seguridad. Apenas este se fue aquel día, Megumi regresó con su hermana, entre los 2 empezaron a platicar del tema. Lo poquito que sabían, lo poquito que entendían, simples niños en ese terreno que casi parecía un tablero de Ajedrez. Solo sabían desde hace bastante que no eran niños normales.

"Tu padre te vendió porque sabía que era lo mejor" algo que difícilmente un chico quería escuchar. Más porque se supone que los Zennit eran su familia, sus tíos, primos, abuelos, todo el clan tenía su sangre.

Pero, si su padre venía de ese clan por más que los dejará sin rastro o saber algo de él. El hecho que le pidiera a Gojo, un desconocido que ellos 2 nada sabían que tenían de relación pidió que los ayudará con ese clan. Era serio. Pudiera parecer una contradicción en varios aspectos pero había algo que les dejaba pensando más de lo debido.

— Vamos con él. Si en serio tú no puedes ser feliz en ese clan no quiero nada de ellos. Eres mi hermana después de todo. — Fue lo último que dijo Megumi tras toda una noche viendo sus opciones. Los 2 hermanos acordaron hacerle caso al albino, esperar por él y cuando llegue el momento pedir las respuestas que no tenían.

Megumi sabía que su existencia era extraña con solo ver criaturas en medio de la noche, sentir lo paranormal. Todos lo veían cómo el niño raro y callado. Era su destino, o una cosa de esas quería creer.

Los 2 se abrazaron esa noche, prometiendo estar juntos y cuidarse, aceptando alejarse de los Zennit.

- Pensando. Nada más. Asumo que fue complicado cerrar mi comprá. Me sorprendió que tardarás en cumplir tus promesas. - Tsukimi mirada a su hermano en reproche, sabía que desconfío del albino, le pareció grosero como le hablo, más Gojo intervino antes de decir algo.

- Eres muy inteligente. Eso me gusta, tampoco tienes problemas en hablar, eso me gusta más, debes saber que sí, los Zennit son un tema muy complicado. Pero nada que no pueda resolverse. ¡Ahora vivirán conmigo! - Chocando las manos en un aplauso declaró. Sonriendo de oreja a oreja.

- ¿Qué edad tienes? - Y así de fácil se le fue, no entendía esa pregunta. Una gota de sudor le resbaló a la chica en el cuarto.

- 22... - Su voz bajó de tono mientras respondía, mirando serio al infante. - ¿Enserio luzco tan joven? - Pero Megumi no respondió. Terminando con sus cosas.

- Señor Gojo. - El nombrado volteo el rostro en dirección a Tsukimi. Arrodillándose a su altura.

- ¿Pasa algo niña?

- ¿Sabe algo de mi madre? Osea, si el padre de Megumi le encargó a nosotros 2, me va curiosidad saber de mi madre.

- Lo lamento pequeña pero de eso no sé nada. Tal vez pueda indagar después. - Y lo haría. - Terminen con sus cosas, ya me encargue de todo, facturas, cuentas, seguirán asistiendo a la escuela, claramente, de paso tengo un cuarto cómodo para ambos. - Lleno de alegría les dijo, buscando levantar ánimos que no funcionaron en nada.

Estos niños eran raros. A su edad apenas se ríen. Se notaba más en Megumi qué su hermana, que por lo menos si mostraba más emoción.

____

La cara que tenía el padre no era muy diferente a la de los hijos.

Debajo de la venda Gojo estaba muy extrañado, sabía que Toji no reaccionaría de la mejor forma, sabía que no saltaría, no les hablaría, abrazaría ni nada que normalmente uno esperaría de un padre viendo a su hijo. Él le pidió que tuviera en secreto sus lazos sanguíneos, pero no esperaba que le demostrará de dónde la falta de expresividad la heredó Megumi. Toji se mantuvo serio cuando vio a los chicos, una mirada apagada que no se desvaneció cuando empezó a hablar.

- Hey papiguro, sabía que querías mantenerte bajo perfil, pero no esperaba que tan poco reaccionaras. Me arruinaste la sorpresa. - Melo dramáticamente hizo un puchero. Atacando a su compañero por la espalda, mientras sentando en un mueble parecía tener la mente en otro lado. Si pudiera Gojo se apoyaría en el hombro del fornido hombre.

- ¿Papiguro? - Arqueando las cejas prefirió no ponerle atención a ese apodo. - Así que sorpresa... ¿Eh? ¿Por qué esa mujer me fue a hablar? ¿Planteaste esto como si fuéramos niños?

- Jeje. Quería ver tu expresión a ver a tu hijo, pero eres igual de inexpresivo que él.

— Pensé que con la compra no se podría realizar hasta que Megumi liberé sus poderes. Me sorprende que lo hayas logrado traer acá.

— Exacto. Pero logré encontrar un hueco para traerlo, y es que, Megumi necesita estar en perfectas condiciones, cosa que no se podía lograr en el estado actual que se encontraba. Por lo que, solicite hacerme cargo de él para asegurar su bienestar.

— Imaginó la cara que habrán puesto varios. Pensando "ya se quiere hacer con el chico antes de cerrar la compra"

— Los conoces muy bien. Pero logramos tener un acuerdo justo.

Bufo. - No importa. Solo estoy feliz de que estará en mejores manos aquí que en el clan Zennit.

- Que lindo corazoncito tienes. - Poniendo sus manos en forma de corazón Ironizó. Sonriendo bastante notable, logrando, para su sorpresa, lograr que los labios de Toji se curven en una muy sutil expresión de alegría, solo que no sabía si genuina o era para molestarlo ya que mantenía ese tinte sádico que dió en su pelea.

No le disgustaba.

- ¿Llenarme de insultos era necesario?

- Digamos que sí. Los niños se están bañando, luego ¿Te parece si es correcto salir con ellos? O ¿Los dejamos que se adapten? Papiguro ~ jajaja.

- Lo que desees. - Toji se quedó acostado allí Gojo iba para solo él sabía dónde. Suspirando, las palabras de Mei Mei vinieron así en cuestión de segundos. La mujer terminó insinuando que podía ser un chamán si así lo deseaba.

¿Esa viva aún era para él? Ni idea. En su clan era un bastardo dónde él mismo renunció a todo, si bien, eso significaba que podía tomar esa oportunidad fuera de ellos, ¿Valía la pena? ¿A qué rumbo iba su vida? Sabía porque se quedó con Gojo, una oportunidad que le convenía, en un vida medianamente digna que nunca tuvo y enmendar cabos sueltos, si se volvía chamán posiblemente seguiría al lado Gojo, un tipo extraño que fácilmente haría sus encuentros divertidos dónde se encontrará en la batalla. El mismo Gojo insinuó que podría necesitar su ayuda en batalla.

Nuevamente Suspiro. Cuando se dió cuenta pasó media hora, extraño que aún había silencio. Cuando se levantó Megumi se quedó frente a él en cuestión de minutos, más ninguno dijo nada. Fue un silencio muy extraño. Megumi pasó de largo, detallando ligeramente al mayor por unos minutos.

- Ha cambiado tanto pero aún lo puedo reconocer. - Dijo para sí mismo. Negando lentamente con la cabeza, buscando tomar agua. - ¿Dónde se metió Satoru?

No lo veía. Estaba solo en esa cocina, volteando encontrándose con la figura de Tsukimi.

- ¿Pasa algo niña?

- Tsukimi. Es mi nombre. - Toji asintio. Tenía la sensación que ella lo reconocía, lo que le hizo maldecir para sus adentros. Tampoco recordaba qué edad tenía la niña cuando se metió con su mamá.

- Lamento si sueno seco, no soy muy de tratar con niños. No me sale bien. A diferencia de Gojo, que es básicamente un niño con el azúcar al por mayor. - La niña rió por lo bajo. - ¿Qué te puedo ofrecer?

- Me pareces familiar, es todo. - Le sonrió. - ¿Desde cuándo se conocen usted y Gojo? Tienen una curiosa confianza.

- Se podría decir que desde unos 10 o 12 años, si contamos el tiempo en los clanes. De resto, vários tortuosos meses con ese loquito.

- ¡El loquito está cerca! - No regaño, ni contradijo, solo de burló del peli negro.

- Mejor ve con él, pronto podremos dar explicaciones.

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