eso a mi hija en la cabeza y sigo a Em fuera del apartamento. Ella confía en las Zero para cuidar de Kit, así que yo también. Además no quiero perderme lo que va a pasar esta noche.
Todavía no puedo creer que Friday me haya convencido de usar un maldito traje de elfo. Con medias. Tiro de las medias en mis piernas, tratando de darle a mis bolas algo de espacio. Sam no estaba bromeando. Estas cosas son bastante apretadas.
Emily me arquea una ceja.
-¿Ocurre algo?
Niego.
-Nop.
Sonríe y saca su teléfono.
-Ustedes chicos lucen increíbles. -Me toma una foto.
Sostengo su mano mientras caminábamos por la calle. Es extraño caminar a su lado sin tener mis manos libres para hablar. Aún hacemos señas, pero no todo el tiempo. Ahora puedo sostener su mano como si fuéramos cualquier otra pareja, y no me pierdo de nada.
Em sostiene mi mano en una de las suyas, y su guitarra en la otra, y no puedo evitar pensar el día que cambió mi vida. El día cuando la cargué encima de mi hombro y la llevé a casa conmigo. Sus bragas de Betty Boop mostrándose y no me importó. Colgaba sobre mi hombro, y quería tanto mantenerla a salvo, pero no me había dado cuenta lo que ella me daría.
Me aceptó tal y como era. Se comunicaba conmigo, he hizo todo lo que pudo para hacerme saber que amaba, quería, y me respetaba. Y todo lo que pidió de mí era exactamente eso. Quería lo mismo a cambio, y amarla era inevitable.
Aprieta mi mano.
-¿Estás bien? -pregunta.
Asiento y le sonrío.
-Bien.
Estamos en camino para el refugio de desamparados. Es el mismo refugio que estaba lleno la noche que la llevé conmigo por primera vez.
B
17
Recuerdo haberla visto allí en la acera. Ella echó la cabeza hacia atrás y lucía tan derrotada... pero no duró más que un momento. Cuadró sus hombros y siguió. Justo en mi corazón.
Afuera del refugio, una fila estaba formada. Los niños alrededor, esperando a ver a Santa Claus. Y luego están los que no creían en Santa, porque él nunca había venido a verlos. Esos eran a los que más quería ayudar. Esos eran los que han asumido muchas cargas demasiado temprano en la vida. Esos eran los que merecen ser sólo niños.
Me acerco a una chica joven que está de pie en la esquina de la calle.
-¿Cuánto va a hacer por esta noche? -le pregunté. Emily junto a mí.
-Por ustedes dos juntos, será caro -dijo la chica.
Las mejillas de Emily son rosa y acomoda su rostro en mi manga.
-¿Cuánto para que te quites de la esquina esta noche? -pregunto.
La chica finalmente entiende.
-Mi hermana menor, ella necesita medicinas -se apresura en decir. Ella no estaría aquí si no tuviera que hacerlo. Nadie lo haría.
-¿Cuánto? -repito.
Tengo un fajo de billetes de cien dólares en mi bolsillo. Todos lo tenemos. Es parte de lo que estamos haciendo esta noche.
-Cien -dice.
-¿Eso es todo? -pregunto-. ¿Dónde estás durmiendo?
Señala con un dedo el refugio.
-¿Dónde está tu hermana?
-Esperando a ver a Santa.
Saco cuatro billetes de cien dólares de mi bolsillo y los doblo en un cuadrado. Sus ojos como platos. Los pongo en su palma.
-Después de que vea a Santa, quiero que vengas y me encuentres, ¿de acuerdo? -le digo-. No importa lo que esté haciendo. Ven a mí y me dices lo que necesitarías para conseguir un trabajo. Un lugar donde vivir. O educación. Piénsalo y luego vienes y me dices cual quieres que sea tu próximo paso. Te ayudaré a que suceda.
Lágrimas llenaron sus ojos y las dejó caer.
-¿En serio?
-De verdad -dice Emily-. Comida. Medicina. Un lugar donde vivir. -Sus cejas se fruncieron-. ¿Cuántos años tienes?
-Dieciocho -dice rápidamente la chica. Pero sé que está mintiendo.
18
-Nada de trabajos esta noche -le digo-. Ve adentro, consigue una comida caliente, ve a Santa, y luego vienes y me encuentras, ¿de acuerdo?
-Está bien -susurró.
-Dile a Santa algo que quieras también, ¿de acuerdo? -le digo.
Asiente. Pero tiene una mirada de derrota en sus ojos.
-Éste Santa... -dice-. Lo que le va a dar a mi hermana es el único presente que tendrá. No me importa si es sólo un bastón de caramelo. Es más de lo que puedo darle.
-Escuché que Santa tiene algunos trucos bajo la manga. -Le doy la vuelta hacia la línea-. Ve a buscar a tu hermana.
La veo pararse en la línea con su hermana menor y mete el dinero que le acabo de dar adentro de su bolsillo del pantalón.
-Eso fue lindo de tu parte -dice Emily.
-No, eso fue humano de mi parte. Lindo ni siquiera era una parte de ello.
-Nunca tuve a nadie excepto yo misma que me cuidara -dice Emily-. Podría haber tenido hambre, pero no tuve a nadie esperando por mí para darle de comer.
Emily señala a una persona en la fila quien tenía a cuatro niños con ella. Ellos la llaman Nana, y el más pequeño estaba tan contento que apenas podía soportar la espera.
-Hazlos los siguientes -dice Em.
Me detengo a hablar con ellos.
-¿Ustedes chicos están aquí para ver a Santa? -pregunto.
El chico más pequeño está fascinado con mi traje. El más grande, sin embargo, es cínico.
-Todos saben que Santa no es real -gruñe.
Me muevo hacia adelante. Saco un billete de cien dólares de mi bolsillo y lo presiono en su palma.
-Santa dijo que fueras a comprar algunos comestibles para tus hermanos y hermanas. Y tu abuela.
Los hombros del chico se enderezaron y dijo:
-Sí, señor.
Miré alrededor y vi a mis hermanos haciendo lo mismo que yo. Las personas están llorando por la alegría en la calle. Daniel tiene a una mujer que casi lo tumba cuando se lanza a abrazarlo. Y Josh... bueno, Josh no ha pasado ni un dólar todavía. Pero estoy seguro que lo hará.
19
Abren las puertas del refugio y las personas lentamente entran. Primero, habrá una cena navideña. Luego Santa visitará con todos los niños. Luego haremos algunos sueños realidad. Y tengo la oportunidad de tomar el resplandor de todo.
-Te amo, Logan -dice Em suavemente.
-Te amo, también -le digo. La beso rápidamente, y luego nos vamos adentro. Es hora de empezar a servir las comidas.