Esta mañana me desperté en mi propio apartamento, en mi propia cama. Era suave y cómoda, completamente diferente a la colchoneta en la prisión. Era tan cómoda que era casi imposible ir a dormir.
Me fui a mi propia ducha y me quedé todo el tiempo que quise, usando los jabones varoniles y crema de afeitar que alguien había dejado para mí. Ha sido un largo tiempo desde que he experimentado un lujo como este.
Todavía tengo un fajo de billetes de cien dólares en el bolsillo y me siento mal de que no terminé regalándolo. Es el día de Navidad, y tengo demasiado dinero. Dinero que no es mío. Casi pienso que necesito devolvérselo a los Reed, pero estoy bastante seguro de que no es lo que ellos querrían que haga con el.
Así que, en cambio, me voy al hospital, a la sala de cuidados a largo plazo. Es donde me quedé después de mi accidente, mientras aprendí cómo caminar por mí mismo, transferirme a una cama, aprendido cómo vestirme, y hacer todo lo necesario. Quiero ir a hablar con algunos de los pacientes allí, ver si hay algo que pueda hacer para ayudarlos.
Cuando llego, me voy a la estación de enfermeras y me presento.
-¿Está bien si voy y hablo con algunas de las personas aquí?
Se encoge de hombros. No creo que ella realmente quiera estar aquí el día de Navidad.
Camino por el pasillo, mirando en las puertas, hasta que veo a un joven apoyado en una cama.
-Feliz Navidad -le digo-. ¿Puedo entrar?
Él asiente con cautela. Me presento, y su madre vuelve a entrar en la habitación, así que me presento a ella también.
-¿Estás con el hospital? -pregunta.
Niego.
-¿Cómo está yendo la rehabilitación? -pregunto.
-Va bien. Estamos a la espera de una subvención para poder conseguirle una silla motorizada.
¡Bingo! Esto es por lo que vine aquí.
-¿Cuánto cuestan? -pregunto-. ¿Un montón?
E
33
-Mucho. Es como comprar un coche. -Ella suelta unas risitas nerviosamente.
Meto la mano en mi bolsillo y saco un fajo de billetes. Cuento unos cientos y veo como sus ojos crecen más y más.
-Si esto no es suficiente, ven a verme en la tienda de tatuajes Reeds, ¿de acuerdo? -le digo. Sacudo mi mano con la del joven-. Feliz Navidad.
La madre no puede hablar, pero me abraza y deja a mi corazón sintiéndose un poco más ligero.
Regalo un poco más, y finalmente me encuentro a un muchacho que necesita un ordenador para poder hablar. Es una como las que el amigo de Pete, Gonzo, utiliza para poder escribir y hacer que la computadora hable por él. Le doy a su papá un poco de dinero y él casi está sin palabras.
-¿Quién eres tú? -pregunta finalmente.
-Sólo un tipo con un poco de dinero extra -le digo. Dinero en efectivo y la culpa extra. Tengo un corazón pesado, y esto está ayudando, aunque nunca deshará lo que hice, y lo sé.
Me encuentro con algunas personas sin hogar y regalo lo último de efectivo que tengo y luego me dirijo a mi apartamento. Me voy a casa. Porque tengo una. Una casa.
Mientras paso por la puerta principal, una niña se apresura a abrirla para mí. Otra chica, un poco más vieja, está detrás de ella.
-¿Dónde está tu abrigo? -pregunto. Finjo un escalofrío-. Hace frío.
-Oh, no nos estábamos yendo. Solamente estábamos mirando alrededor. -Ella asiente a su hermana-. Nos acabamos de mudar.
-Yo también.
-¿Conoces a los Reeds? -pregunta la chica mayor.
-Sí.
Sus ojos se estrechan.
-¿Son realmente así de amables? ¿O hay algo de lo que debería estar preocupada?
Me río.
-Son realmente muy amables.
Ella deja escapar un suspiro.
-Oh, bien. -Ella se vuelve para alejarse, pero dice por encima de su hombro-: ¡Feliz Navidad!
Me meto en el ascensor y casi golpeo el botón de mi piso, pero aprieto el que va hacia el apartamento de Paul en su lugar. Sé que todos estarán allí, y probablemente no debería ir, pero me gusta lo que todos tienen en conjunto.
34
Sólo voy a quedarme por unos minutos.
Llamo a la puerta y Friday lo abre. Ella está en sus pijamas de color rojo y verde y casi me doy la vuelta para salir, pero luego me doy cuenta de todo el mundo está en sus pijamas también.
-Feliz Navidad -me dice Friday. Entro en la habitación y me detengo.
-¡Josh! -grita una habitación llena de voces masculinas. Mi cara se calienta. No sé por qué. Pero este sentimiento de pertenencia con esta gente... simplemente no se siente bien. Todavía.
-Feliz Navidad -respondo.
-Voy a tomar tu abrigo. -Friday extiende su mano.
-Oh, no me voy a quedar por mucho tiempo -le digo.
-Oh, sí, lo harás -dice ella-. Los muchachos van a jugar al Monopoly, y no me gusta ese juego. Ellos necesitan a alguien más para jugar. -Ella lleva su mano alrededor de su boca-. Al parecer, se trata de algo que solían hacer el día de Navidad con sus padres. Siempre termino con ganas de abofetear a Paul cada vez que me hace jugar, por lo que puedes tomar mi lugar.
-No sé cómo jugar Monopoly -admito.
-Oh, ellos te enseñarán. La regla de oro, sin embargo, comprar todo.
-Es bueno saberlo -le digo.
-¡Hay un regalo para ti debajo del árbol, Josh! -Una de las niñas pequeñas dice. No tengo ni idea de quiénes son todos, pero estoy bastante seguro de que ésta es de Paul.
-¿Para mí? -Pongo una mano en mi pecho.
Ella recoge el presente y me lo trae. Miro a Friday.
-¿Me consiguieron un regalo?
-No es mucho -dice en voz baja-. Sólo un pequeño obsequio.
Entonces más niños corren hacia mí y todos están llevando regalos. Todos tienen mi nombre en ellos, y son de Matt y familia, Pete y familia, Logan y familia, Paul y familia, y Sam y familia.
Probablemente luzco como un idiota mientras echo un vistazo alrededor de la habitación, yendo de un Reed a otro. Paul tiene su brazo alrededor de Friday. Matt tiene a Sky en su regazo. Logan y Emily están de la mano. Pete está ahuecando la nuca de Reagan. Y Sam se encuentra acurrucado en el sofá con Peck.
-Realmente no tenían que haber hecho esto -murmuro.
Pero Paul me escucha.
35
-Son simplemente unos regalos, amigo. No tienes que ponerte todo lloroso. ¿Debo conseguirte algún producto para el cabello y tampones? Hay algunos extras en el baño.
Me río y agacho mi cabeza.
-Gracias -le digo. Luego, cuando los niños no están viendo mi boca, gesticulo un "jódete mucho" a Paul. Se ríe.
Desenvuelvo el regalo de Paul y Friday. Es un par de pijamas, pero lo juro, son los mejores pijamas del mundo. Arrugo el papel de regalo en una bola y la tiro a la cabeza de Logan cuando se burla de que estoy siendo demasiado lento. Cuando he terminado de abrir los regalos, tengo una pequeña pila de artículos maravillosos que recordaré por el resto de mi vida.
No he tenido a alguien que se preocupara por mí en un tiempo muy largo. Pero esto se siente bien. Tan bien.
-Entonces, ¿juegas Monopoly? -pregunta Logan cuando se empieza a armar el tablero.
-¿Por qué no? -Le digo. No tengo otro lugar en donde estar