Me pasé toda la noche en una habitación llena de personas, tanto hombres como mujeres, y no tuve un ataque de pánico o me sentí abrumada ni una sola vez. Ayudó que Pete mantuviera sus ojos en mí, y sabía que sus hermanos se unirían a mi alrededor a la primera señal de problema, pero también me gustaba saber que puedo hacer esto por mí misma. Puedo conquistar mis miedos. Puedo cuidar de mi misma y de las personas que amo.
Miro hacia abajo a la cuna de Kennedy y miro sus labios marcados suavemente como si aún estuviera chupando del biberón. Está de espaldas y luce tan linda y cálida en su pijamas pies, desde que no podemos mantenerla cubierta con ella.
Pete se detiene en el umbral. Está usando un par de pantalones de pijama rojo y verde y nada más. Levanta sus manos al marco de la puerta y se quedó ahí por un minuto, sus ojos se deslizaba de arriba abajo por mi cuerpo. Pero luego nuestro gato, Ginger, comenzó a envolverse en sus pies, haciendo pequeños círculos mientras sus ronroneos de gatito retumbaban en el aire. Pete la levanta para que así él pueda rascarle debajo de su barbilla. Los ronroneos se hacen más fuertes.
Me siento en la mecedora en la habitación de Kennedy y meto mis piernas debajo de mi camisa, porque hay frio navideño en el aire.
-Esta noche fue bastante maravillosa, ¿cierto? -digo.
-Sí, lo fue.
Baja a Ginger y se pone en frente de mí. Se hunde hasta las rodillas en la suave alfombra, tira de mis piernas hacia abajo, y luego extiende mis rodillas para que él pueda estar entre ellas. Cierro mis pies detrás de su espalda, y él se levanta conmigo como un mono Velcro. Sus manos amasan mi trasero, y de repente deseé no tener bragas, para que así sólo pueda hundirse dentro de mí.
Pete solía tener cuidado conmigo, pero ahora es sólo él, yo y la vida cotidiana, y ha conseguido superar sus miedos de lastimarme. Parte de eso se debe a que superé el miedo de que me lastime, también. Había una pequeña parte de mí que aún se estremecía en momentos en que él se movía demasiado rápido o me sobresaltaba. Odiaba que eso pasara,
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incluso más que él. Pero después de que nació Kennedy, todos esos sentimientos se fueron a la cuneta.
Pete es el hombre con el que pienso pasar el resto de mi vida. Sé eso. Él sabe eso.
Me acuesta en la cama y se me queda mirando. Luego quita mis bragas y procede a sacudir mi mundo, justo como siempre lo hace.
Cuando estuvimos saciados, me tira sobre su hombro, y envuelvo mis brazos a su alrededor.
Me quedo dormida al ritmo de los latidos de su corazón.
***
A la siguiente mañana, nos levantamos muy temprano y fuimos al departamento de Paul y Friday, porque todos los niños durmieron ahí. Acamparon en la habitación de Hayley en bolsas de dormir. No nos quedamos porque Kennedy es muy pequeña para Santa, pero espero con ansias el día cuando ella pueda pasar la noche con sus primos y estar contenta, escuchando los ruidos de la navidad.
No importa qué, queríamos estar ahí antes de que los niños se despertaran así podíamos ver sus rostros. Ni siquiera nos vestimos. Nos fuimos en pijamas, y sé que todos los demás harán lo mismo.
Las luces están brillando en el árbol de navidad, y Paul y Friday tienen una taza de café en el mostrador. Pete me sirve una taza, y caminamos alrededor y hablamos en voz baja mientras todos los adultos encuentran su camino a la habitación. Los niños no se quedan atrás.
Son como ratones escurridizos mientras ponen un pie sobre el umbral. Luego patinan en la habitación en medias o pantuflas.
PJ todavía está muy pequeño para saber que está pasando, así como Kennedy, pero los niños de Matt, Kit, y Hayley tienen todos los regalos debajo del árbol. Seth ayuda a ordenarlos y asegurarse de que cada niño tiene el regalo correcto, y hacemos que se turnen para abrirlos para estar seguros de quién tiene qué.
Paul y Matt tienen una caja de herramientas entre ellos en el piso, armando juguetes que no vinieron ensamblados correctamente, y Pete y Sam limpian el papel en el piso. Logan toma foto. Muchas fotos.
Pete desaparece por el pasillo y regresa con una pequeña caja con hoyos a los lados.
-¿Qué es eso? -pregunto mientras lo sostiene delante de mí.
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-No lo sé. Santa lo dejó.
La caja deja escapar un gemido y mis ojos como platos. ¡No lo hizo!
Levanto la tapa superior y sale de la caja cotorreando las más pequeña y adorable Fuzzball que jamás había visto. Se parece tanto a mi Maggie que las lágrimas llenan mis ojos.
-Oh, no llores -dice Pete, sentándose a mi lado-. No quería hacerte sentir triste.
Lo golpeo en su brazo.
-No estoy triste, bobo. Este es el mejor regalo que he tenido. -Justo después de que Pete y yo nos conociéramos, mi perra Maggie murió. Había querido otro perro, pero nunca encontré el tiempo para buscar uno.
-¿Te gusta? -pregunta.
Meto el cachorrito en mis brazos y empieza a lamer mi rostro, su lengua raspando mi barbilla-. Me encanta.
-Es macho. Espero que esté bien eso.
-Es perfecto. -Cierro mis ojos, porque mi nuevo cachorrito está lamiendo mis lágrimas.
Es tan parecido a Maggie, y puedo decir que es una mezcla de border collie, pero también puedo decir que no luce como ella y no va hacer que mi corazón duela cada vez que lo mire.
-¿Dónde lo encontraste? -pregunto.
-La Sra. Jenkins del piso de abajo. Su perra tuvo cachorritos, así que le dije que quería uno. -Se inclina para mirarme a los ojos-. ¿De verdad te gustó? Si no es así, podemos devolverlo.
-Inténtalo y te arrancaré las bolas.
Pete ríe y se agarra sus testículos.
-Tú eres más y más igual que tu padre todos los días ¿Lo sabías?
Río y le enseño el perrito a mi hija. Ella mueve sus pies y se arrulla.
-Feliz navidad -murmura Pete contra mis labios mientras me besa.