¿Qué pasaría si al salir de comprar un juego de realidad virtual, terminas despertando siendo uno de los personajes? Y para volver todo más extraño y difícil, resultas ser la villana de la trama.
Esto le paso a Chloe Portman, quien después de comp...
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Silencio. Ni un chiste, pregunta, nada, solo el sonido de los libros al deslizarse en los estantes al ser colocados.
Lo miré por enésima vez esperando que siquiera me dirigiera la mirada, pero nada, simplemente mantiene la mirada fija al carrito.
Suspiré, mire los siguientes estantes que faltaban llenar de nuevos libros, note enseguida que hacía falta limpiarlos.
-Iré a buscar agua, y algo para limpiar. -dije y salí hacia el baño.
Coloqué el balde debajo de la canilla y espere a que este se llenara. El lento caer del agua me dejó en una especie de trance.
-¡¿Haruki?! -la voz de Noah me hizo volver en mi.
El balde se estaba desbordando de agua ocasionando que esta salpicara mojando el piso del pequeño baño. Noah cerro el grifo y ambos nos quedamos mirando el suelo empapado de agua.
-Yo... Lo siento mucho, no era mi intención. -agarré un trapo de piso y sin dudarlo me arrodillé para intentar secarlo.
-Espera, Haruki... -se inclinó hacia mi agarrándome de los hombros.
-¡Lo limpiaré enseguida, lo aseguro! -escurrí el trapo con mis manos.
-Tranquila, enana, no pasa nada. -intentó calmarme.
-Por favor... Por favor no me despidas, necesito el trabajo yo... -suplique.
Ambos nos quedamos en silencio, deje caer el trapo, y ahí me quedé, arrodillada en el suelo dándome cuenta que había hecho exactamente lo mismo que cuando era Chole.
Cada vez que yo cometía un error en mi trabajo suplicaba para que no me despidieran mientras intentaba arreglar las cosas. Normalmente mis jefes no me tenían piedad, por muy buena que fuera trabajando, el más mínimo error no me era perdonado.
No importa cuánto bien hagas, solo un pequeño error es suficiente como para tacharte de inservible.
-Vamos, arriba, está frío como para que estés en el piso mojado. -me ayudo a parar y salimos del baño. -Habrá que cambiar esas vendas.
Me sentí tonta, patética. No podía levantar la mirada del suelo, y eso me frustraba, hacía mucho tiempo que no me sentía así.
Noah no dijo nada, simplemente me guío por el almacén, rebuscó entre los estantes y saco algo de ropa.
