Segunda cita: Vino tinto

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Después de esa primera cita "desastrosa" Hércules estuvo pensando un par de días encerrado en su templo sobre que era lo que debía hacer a continuación con Jack, pero al no encontrar ninguna respuesta que le agradara, decidió que lo mejor era platicar directamente del tema con el humano porque al final se dio cuenta de que solo ese hombre podría darle las respuestas que necesitaba.

Por su parte, el albino iba caminando hacia su departamento después de haber pasado toda la mañana tomando el té con Sasaki Kojiro en el departamento de este. De hecho, el edificio en el que vivían los einherjer era bastante cómodo y amplio ya que en el primer piso tenia un área común que incluía una enorme biblioteca, un área de entrenamiento y una especie de cafetería con terraza en la que solían reunirse los ex peleadores y las valquirias (o hacer fiestas como constantemente sugería Raiden y Nostradamus), mientras que en el segundo piso se encontraban las habitaciones de las valquirias y en el tercero, los departamentos personales de todos ellos.

Normalmente los einherjer solían encontrarse en la cafetería para platicar entre ellos, pero ya que el peliplateado y el samurái eran amantes de la calma y el silencio, no era raro que ellos prefirieran reunirse en casa de alguno de los dos. Por otro lado, aunque tomar té japones era una experiencia muy diferente (por sus procedimientos y sabores) a todo lo que estaba acostumbrado el londinense, era algo que ya había aprendido a disfrutar gracias a la gran paciencia del tranquilo moreno, sin mencionar que disfrutaba pasar muchas horas platicando con el pelicano ya que ambos solían compartir anécdotas e historias sobre los tiempos en los que vivieron.

No obstante, hoy el albino se retiró de la casa del samurái en cuanto él le dijo que había quedado en visitar a Poseidón por la tarde, ya que, aunque el ojicastaño pensaba que apenas estaba logrando cultivar una buena amistad con el llamado tirano de los mares, el ex asesino sabía por el aura de enojo y celos que mostraba el rubio cada vez que veía a Kojiro platicar con alguien más, que aquel dios sentía mucho más por su amigo de lo que nunca admitiría, por lo que el londinense sabía que era mejor no retener demasiado al moreno o podría ganarse la enemistad de aquel dios.

En eso iba pensando Jack mientras avanzaba hacia su apartamento, el cual a petición suya, se encontraba en la parte más apartada de aquel edificio circular y ya que tenia como vecinos al "hechicero de la humanidad" y al primer emperador de china, se podría decir que el ex asesino contaba con completa privacidad ya que no era raro que Tesla decidiera quedarse trabajando varios días seguidos en su laboratorio y solo fuera a su departamento muy de vez en cuando; mientras que Qin Shi Huang básicamente vivía en el palacio de Hades, ya que decía que solo allá lo trataban como merecía.

Al llegar a la puerta de su apartamento, el albino encontró sobre ella una rosa roja con una pequeña nota, lo cual le hizo sonreír con ternura. No tenía que ser un genio para saber quien era el remitente, por lo que nada más entrar a su casa, leyó la nota en la que solo venía escrito con un tosco inglés "¿Puedes venir esta noche a mi templo?"

El albino no pudo evitar sentirse halagado por el hecho de que ese semidios se hubiera tomado la molestia de escribirle en su idioma natal por lo que le escribió rápidamente "llegare a las 8 de la noche" y tras esto, el papel desapareció con una pequeña llama naranja. El humano admitía que ese medio de comunicación divino era realmente conveniente y por ello, tras poner la rosa en un pequeño florero, se sentó a leer uno de sus libros de poemas del maestro Shakespeare mientras pensaba que esta vez el pelinaranja lo había citado con mayor premura que la vez pasada; Ojalá que eso fuera un buen augurio de que hoy Hércules sería más directo y divertido que la última vez.

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Por la noche, cuando el albino llego al templo del semidios, nuevamente fue guiado por un sirviente a la misma terraza privada en donde se había encontrado con el pelinaranja la última vez y al parecer, el griego había decidido dejarlo con la misma decoración de rosas (aunque ahora se veían solo rosas rojas por todo el lugar). A Jack personalmente le parecía un poco cursi esa decoración, aunque no por ello dejaba de ser hermosa.

Entre flores y placeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora