Quinta cita: Verdad o reto

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Pasados tres días desde el último encuentro entre Hercules y Jack, el primero llegó, cerca de las diez de la noche, al departamento del otro. Ese había sido su acuerdo, ya que después de todo, el dios se quedaría a "dormir". Por ello, tocó la puerta suavemente tres veces y tras un momento, le abrió el hermoso tormento que lo traía de cabeza.

-Good night Sir, que puntual- dijo el inglés con una suave sonrisa -Welcome to my house...- comentó apartándose suavemente para dejar entrar al más alto.

El griego trago saliva antes de entrar y es que esa noche el peliplateado lucía especialmente adorable a sus ojos, y es que, al encontrarse "cómodo" en su casa, iba vestido con una camisa blanca arremangada hasta los codos, un chaleco gris oscuro largo, pantalones de vestir negros y un collar para caballero, sin embargo, lo más llamativo es que llevaba su cabello sujeto con una pequeña liga.

Por su parte, cuando el ojiazul entró, el otro pudo apreciar a detalle su apariencia, la cual esa noche, resultaba curiosamente atrayente ya que llevaba unos jeans azules, una playera blanca y una chamarra de piel negra con algunos adornos dorados. Vestido así, la apariencia juvenil y salvaje de ese pelinaranja, lo haría pasar fácilmente por cualquier joven modelo humano -Buenas noches Jack, gracias por invitarme... hoy luces encantador...- dijo el dios mientras sonreía algo apenado.

-Thank you sir, usted también hoy luce especialmente handsome...- comentó el inglés mientras cerraba la puerta y al girarse observó sorprendido una pequeña caja con moño de regalo que le extendía el más alto.

-toma corazón, espero que te gusten estos chocolates...- comentó el griego ligeramente sonrojado.

Tras parpadear un par de veces, el londinense recibió el regalo con una suave sonrisa -don't worry, seguro me van a encantar... ya sabe que me gustan mucho the sweet things- dijo el peliplateado colocando el regalo sobre la mesa de su comedor. El departamento del inglés era, de hecho, más pequeño que el de varios einherjer, ya que él siempre dijo que no necesitaba de muchas cosas: una pequeña cocina, una sala con un sillón y un sofá, así como un par de estantes llenos de libros junto a un pequeño comedor para 4 personas, un baño, su recamara, un vestidor y una pequeña armería. Fin. Ni más, ni menos.

Alguna vez, las valquirias le ofrecieron al albino hacer su departamento más grande, pero él lo rechazó amablemente, pues prefería los espacios justos, limpios y ordenados; por ello, estaba muy contento con su hogar tal y como era ahora.

-Me alegro que te guste. Decidí mostrarte esta nueva ropa para ver si era de tu gusto... aunque no estaría mal que me acompañes a comprar la próxima vez- comentó el ojiazul algo apenado para luego sentarse en el sofá de la sala mientras que el inglés entraba a su cocina.

-No creo que haga falta... me parece que ya ha encontrado el tipo de ropa que se adapta mejor a usted – comento el peliplateado con una sonrisa - ¿gusta algo de tomar sir? -

-lo que tú quieras está bien, corazón- respondió el griego mientras volteaba a ver con curiosidad hacia todos lados, tratando de gravarse nuevamente cada rincón de ese lugar, al tiempo que buscaba algo con la mirada.

En ese momento, el londinense se acerco a donde estaba el otro, con una charola con té y galletas, comenzando a acomodarlos frente a su invitado- ¿pasa algo Sir? Es que veo que busca algo-

-ahhh bueno, es que vi que tienes por allá la rosa que te mande la otra vez, pero no veo los alcatraces... supongo que ya debieron marchitarse y los tiraste, ¿cierto? - comentó el más alto algo apenado.

-Well Sir, no se marchitaron... los seque y guarde en mi habitación. No los tire porque son muy especiales... de no ser por ellos probablemente ni si quiera estaríamos aquí, ¿don't you think? - dijo el peliplateado mientras tomaba algo de té.

Entre flores y placeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora