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—Sois unos cotillas —recriminó Kai agazapándose al lado de sus primos, quiénes escuchaban la conversación de los padres de los cinco niños.

Aunque ella también se quedó a escuchar, preocupándose cada vez más por los adultos que ahora discutían un tema de vital importancia.

—Mi padre me dio este arco en su lecho muerte —estaba diciendo Neytiri mientras agarraba un arco tan grande como ella con sus dos manos—, para que protegiera a mi pueblo.

—Neytiri —pidió Jake sin levantarle la voz, sabía que no debía hacerlo por varias razones distintas—, tenían a nuestros hijos retenidos con cuchillos al cuello y armas en la cabeza...

Ma’Jake...

—No tengo un plan, no sé que hacer, pero lo que sí puedo hacer es proteger a esta familia —sentenció mirando hacia su amigo—, si tú también estás de acuerdo.

—Ahora mismo podría golpearte hasta morir por querer llevarte a mi hija contigo, pero creo que es lo mejor para ella, para su seguridad —respondió con toda la calma del mundo—. No quiero perderla a ella también.

Neytiri puso una mano sobre el hombro de su amigo y hermano de otra madre, intentando consolarlo. La muerte de su compañera lo había afectado tanto o más de lo que había afectado al Sully restante.

—¿Nos vamos? —susurró Tuk mirando a su familia con preocupación.

—No lo sé, Tuk, no lo sé —admitió Kiri atrayéndola hacia sí.

Los otros tres se miraron entre ellos, tanto o más preocupados que las mujeres que ahora se abrazaban. Kai’lä no quería irse, el bosque era su casa, no cualquier lado al que terminaran yendo.

El bosque en el que había nacido y crecido y entrenado, no podían quitarle eso.

—Aunque deberías ser consciente de que a ella no le va a gustar mucho esta decisión —avisó Tsu’tey de pronto.

—Lo sé, hermano, lo sé.

[𓂃]

—Cuídate, Kai —pidió el guerrero Omatikaya, ahora Olo’eyktan de su clan, poniendo una mano sobre la cabeza de su niña.

—Tú también, papá —dijo con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

La Rongola se despidió de nuevo y subió a su ikran, empezando junto al resto de su familia un viaje que no tenían claro que los condujera de vuelta a su hogar.

Lä miró hacia atrás, en un último adiós a su tierra, y vio a su padre despedirse en la distancia. Ella levantó un brazo, esperanzada de que él lo viera.

Fue un viaje silencioso, al menos dentro de la cabeza de la hija de Mireya, por el resto, el tiempo era cuanto más ruidoso.

Hubo varias partes del camino en el que Kai era obligada a volver a la realidad para no perder el control de su ikran en medio de la tormenta.

Veía de reojo a sus dos primos mayores mirarse de vez en cuando y luego mirarla a ella, como si en algún momento se fuera a tirar en medio de la lluvia o a hacer que su ikran se quedara en algún lado para poder volver a su tierra, a su hogar.

Pero no lo hizo, siguió el viaje sin réplicas, con el grupo, en silencio casi absoluto.

Tardaron varios días en llegar a un clan situado en los arrecifes de Pandora, en el límite de la gran barrera que separaba el mar profundo de su tierra había algunos nativos.

Ocean Light - Ao'nungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora