xiv.

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La nativa del bosque no sabía hacia donde mirar, más que nada porque si desviaba su vista ahora perdería el poco orgullo que le quedaba cuando estaba con ese chico.

Su cola siguió moviéndose de forma nerviosa, aunque ella intentaba ignorarla, pero para su mala suerte a él parecía divertirle que su cola la delatara.

Ao’nung no supo exactamente de donde demonios había conseguido sacar el valor para acercar tanto a esa chica. Por Eywa, la tenía casi sentada encima de él, aunque ella poca resistencia había puesto, tal vez la había pillado desprevenida.

Sí, sería eso. No la conocía tanto como para estar seguro, pero apostaría que ella jamás permitiría estar tan cerca de alguien —a parte de su familia.

Pensó en algo, tal vez luego se arrepentiría como nunca, pero tenía que intentarlo.

—Así que, ¿crees que puedes tenerme? —susurró acortando un poco la distancia entre los rostros de ambos.

Kai’lä tragó saliva, ¿qué estaba haciendo? Decidió no pensarlo mucho y seguirle el juego, aunque no pudiera ni mirarlo a la cara después.

—Quiero decir, ¿no podría? —respondió haciendo que sus labios casi se rozaran.

—Mierda —murmuró, no se había esperado eso, ni siquiera sabía bien lo que hacía, pero no iba a desaprovechar cualquier oportunidad que Eywa le estuviera dando.

—¿Sí... o no? —insistió suavemente, dejando que fuera él quién decidiera si era sensato acortar esa distancia.

—Sí. —Casi suplicó por ese contacto.

Kai pasó sus brazos alrededor del cuello del Metkayina mientras él unía los labios de ambos en un beso suave, como si ellos estuvieran hechos para el otro.

Ao’nung lo pensó, la había besado con una naturalidad inexplicable, como si eso, ese beso, lo que fuera la relación que tenían, estuviera predeterminada. De verdad parecía que sus labios se complementaban perfectamente.

Él acarició toda la piel que encontraba a su paso desde la posición inicial de sus manos hasta la nuca de ella, la Rongola sintió cómo le recorría un escalofrío por todo el cuerpo, cómo se le erizaba la piel.

El beso duró más tiempo del que habría sido sano para otros clanes, pero él era del arrecife y ella podía estar sin respirar lo suficiente. Pero de una forma u otra tuvieron que separarse igual.

Lo primero que hizo ella fue tragar saliva, como si acabara de romper una docena entera de leyes, él, por el contrario, estaba más tranquilo, hasta feliz podría decir.

—Esto sí es una buena felicitación de cumpleaños. —Sonrió con cierta diversión. Ella agachó las orejas debido al tono un poco más alto que él había utilizado.

—¿Te importaría gritarlo? —preguntó con un sarcasmo palpable.

—No tendría problema —respondió ignorando su sarcasmo y la pregunta retórica.

Skxáwng —susurró apretando sus orejas contra su cráneo.

—Tu skxáwng ahora —le advirtió con su típica sonrisa arrogante.

Kai lo aceptó en silencio, intentando no sonreír como una idiota enamorada. Entonces observó el cielo nocturno.

—Deberíamos irnos a dormir —aconsejó viendo que faltaban poco más de seis horas para que amaneciera.

—No quiero —negó, abrazándola como al principio, solo que esta vez enterrando su cara en el cuello de ella.

La nativa del bosque inspiró varias veces sintiendo algún que otro beso por parte de Ao’nung sobre su cuello y su hombro.

Ocean Light - Ao'nungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora