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Entramos a la casa y me indico que me sentará en el sillón, observé todo su hogar y podía ver qué estaba bien ubicado. Instantes después regreso con un vaso de agua y me lo entrego en mi delgada mano.
—Toma —lo tomé con gusto.
—Gracias —di un sorbo—. ¿No vas a preguntar acerca de lo que pasó hace algunos años? —quería contárselo pero no sabía cómo reaccionaría.
—La verdad, siento que tuviste tus razones y no quiero incomodarte —me impresionó su respuesta, pensé que me respondería de otra manera.
—Lo siento —fue lo primero que salió de mi rostro—. No sabía cómo verte a los ojos y menos ahora que nos encontramos de esta manera —las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.
—No tienes que desgastar esas lágrimas, lo único que quiero volver a ver es tu bella sonrisa —me abrazo y sentí que de nuevo estaba completo, con mi alfa.
Estaba tan relajado que termine durmiéndome en sus brazos, nunca pensaría que él siguiera sintiendo lo mismo después de tantos años. ¿Ahora podría cumplir con la promesa que algún día nos hicimos?
———Perspectiva de Tsukishima———
Estaba tan impactado de volver a ver a Tadashi, no podía creer que él estuviera hermoso como la última vez que lo tuve en mis brazos. Ahora estoy con él, recostándolo en la cama ya que se quedó dormido en el largo abrazo que nos dimos.
—...Hana... —en un pequeño susurro escuché que la mencionó, ¿quien es ella?
Hasta donde yo sabía él se había declarado como gay pero, ¿qué tal si había cambiado de parecer? Mil ideas cruzaron mi mente aunque no quería saber cuál era la realidad, así que lo tape con una cobija y me fui a dormir al sillón, o eso intenté.
—Kei.. —su delgada mano me jalaba de mi camisa—. Quédate conmigo ¿Si? —y de nuevo ví esa sonrisa que tanto me gustaba, aunque él está adormilado.
Solamente asentí y me acosté a su lado, al rato sentí como sus manos rodeaban mi cuerpo y se acercaba cada vez más.
——Perspectiva de Yamaguchi——
Un rayo de luz golpeaba mi rostro pero un aroma tan delicioso llegó a mi nariz, era Tsukishima tomándome de la cintura, una sonrisa salió de mi rostro junto con algunas feromonas.
Cómo pude salí de su agarre y me encaminé a la cocina preparando un desayuno como agradecimiento por dejarme quedar en su casa. Unos wafles, fruta picada y un poco de licuado de fresas se hizo presente en la mesa del comedor.
