Nico se jactaba de saber muchas cosas. Sus viajes y dotes de investigación lo habían vuelto bueno en eso, y dado sus muchas fallas, le gustaba explotar sus fortalezas.
Por eso cuando los susurros, que no eran realmente susurros, aunque supuso que sí estaban planeados para que él no los escuchara, comenzaron. Supo que era cuestión de tiempo para que el miedo de los semidioses se volviera contra él, había visto lo que el miedo hacía en las personas, fueran mitad dioses o no.
El instinto de alguien con miedo era atacar o huir, y dado que ellos no iban a huir del lugar que los mantenía lo más seguro que un mestizo podía estar, iban a atacar. Él no pertenecía a ningún lugar, no con los griegos y por supuesto no con los romanos, por mucho que los acabara de conocer.
Su propio instinto se hizo cargo, empacó algunas cosas antes de hacer un viaje que se suponía iba a ser corto. No tomó en cuenta que su propio miedo emprendió el plan b. Huida
Ahora, de verdad estaba intentando entender dónde estaba, porque realmente no lo sabía. No entendía el lugar, las costumbres y por supuesto no el idioma, aunque empezaba a descifrar este último, el idioma se parecía al alemán, aunque también al holandés, lo cual... no lo hacía más fácil de aprender.
Habían pasado cerca de dos semanas desde que cayó en... ¿Kerch? ¿Ketterdam? Había escuchado mucho esos nombres, supuso que era el lugar
Nico tardó dos meses en aprender un kerch rudimentario, todavía confundía palabras, los verbos no le salían en el tiempo correcto y seguido se encontraba con palabras que no lograba entender, pero podía comenzar a investigar, y lo hizo.
Fue así que averiguo que "el barril" era la zona más peligrosa de la ciudad, no que realmente le importara, no veía posible que algún mortal lo hiriera, además de que tenía todas sus pertenencias escondidas en las sombras, por lo cual nadie podía robarle. Lo intentarían, luego el los golpearía lo suficiente como para que se les olvidara la idea de meterse con él. Ya le había pasado algunas veces.
También averiguó que estaba controlado en su mayor parte por bandas, la principal eran los Dime Lions, luego estaban los Dregs, había otras bandas como lo Black Tips o Razorgulls. Nico sabía y entendía poco de las bandas, pero después de la tercera noche de medio dormir y casi ser asesinado por algún idiota que pasaba, decidió que necesitaba alguien que le cubriera las espaldas y si bien tenía dinero gracias a algo de oro que había traído con él, no era suficiente para vivir en el distrito comercial a largo plazo, entre su dislexia preexistente y el hecho de que no sabía leer Kerch, lo hacían poco apto para la mayoría de los trabajos, trabajos honestos.
Nico alguna vez había tenido una moral, eso había muerto junto a su hermana. No era ajeno a pasar hambre, en las calles tenías que sobrevivir y parecía que esa regla solo se acentuaba más en el barril o en Ketterdam casi en general si lo poco que había visto del resto de la ciudad era algo por lo que pasar. La gente era codiciosa, ambiciosa y solo había una cosa que les importaba. El comercio y por lo consiguiente, los kruges, la moneda local.
Estaba la policía, la Stadwatch, pero por lo poco que había visto de ellos, eran una burla. Una mafia controlada por los que más dinero tenían, eran corruptos y avariciosos, como el resto de la ciudad.
Hubo varios momentos en los que pensó en irse, pero sabía que no se encontraba en el mundo que conocía, no sabía si podría regresar o incluso si deseaba hacerlo. No sabía que había más allá de Kerch, ni siquiera que había además de Ketterdam. Irse estaba descartado.
Lo que le quedó era investigar, recolectar conocimiento de ese nuevo mundo y ver si funcionaba, aunque sea un poco similar al suyo, lo que podría ayudarle... o no. No deseaba encontrarse con monstruos, los criminales ya suponían suficiente desafío.
Su primer hallazgo, Pekka Rollins no era alguien con quien él deseara asociarse, era vil, mentiroso, estafador, cruel y ambicioso, la muerte lo seguía y los fantasmas estaban enojados con él, Nico podía ver una larga fila de ellos siguiéndolo todo el tiempo, cada día que lo vio, cada día que el número crecía. Hubo de todo, hombres mayores que gritaban por injusticias, mujeres deshonradas, hombres jóvenes que habían sido de otras bandas, o simplemente una piedra más en su camino, pero lo que peor le cayó fueron los niños, niños desde los seis hasta los catorce, exigiendo justicia para ellos y sus familias, familias que habían sido destrozadas por la avaricia de ese hombre.
Los razorgulls no tenían el poder o influencia suficiente, y eran viles también, no había lealtad y se mataban entre ellos por una mejor posición en la banda
Los Black Tips eran apenas una banda mediocre, en auge, si sabían usar bien sus manos, eran ligeramente inteligentes, pero se habían estado metiendo con los Dregs, y Nico dudaba que fueran a salir bien de eso
Lo que lo dejaba con los Dregs, primero vio a Per Haskell, el hombre era un anciano y realmente Nico se preguntaba cómo es que las cosas funcionaban si el hombre tenía el temperamento tan blando. Luego conoció a Kaz
Kaz Brekker, alias manos sucias o el bastardo del barril, el hombre (¿adolescente?) era toda una leyenda en el barril, había leyenda sobre leyenda sobre él, cada una más sangrienta que la otra, pero leyendas al final. Tenía fantasmas tras de él, casi todos en esa ciudad los tenían, pero solo lo que Nico esperaba para alguien ahí, personas de otras bandas enojadas porque "un lisiado" les ganó. Solo había un niño, pero no exigía justicia o venganza. Gritaba por su hermano descarriado e infeliz.
Fue así que conoció a Jordie Rietveld, el hermano mayor de Kaz al parecer no Brekker. Jordie le contó la historia de dos niños que llegaron a la ciudad esperando triunfar tras quedarse huérfanos. Nico podía simpatizar con esa historia.
Jordie le contó sobre Jacob y su estafa, quedar en la calle y luchar por sobrevivir solo para terminar atorados a la mitad de una plaga y morir en las calles, sin un nombre, una sepultura o alguien que les importara.
Una historia de un niño que lucho por sobrevivir haciendo todo lo que pudo y más para llegar a ser la leyenda que era hoy y Nico se vio a sí mismo en Kaz. Un niño sin padres, un niño que adoraba a su hermano mayor que terminó muriendo. Un niño con mucho rencor detrás y deseos de venganza.
Una historia que terminó en tragedia gracias a Pekka Rollins, aunque Nico sabía que si no hubiera sido Pekka seguramente habría sido alguien más, eran dos niños con demasiada inocencia tratando de sobrevivir en una ciudad demasiado cruel.
Pero el rencor era algo que entendía, y contrario a él, Kaz tenía un motivo para odiar, no solo era una promesa tonta de un niño casi imposible de cumplir, había sido un adulto, un adulto que estafó a dos niños por todo lo que tenían dejándolos en las calles sin saber qué hacer.
Nico decidió entonces que él ayudaría a Kaz con su venganza, porque Kaz era como él, porque se podía ver en él y tal vez podría encontrar la manera de hacerse un hogar también, si alguien como Kaz podía, nació en él una esperanza de conseguir lo mismo para sí mismo.
ESTÁS LEYENDO
Seis de cuervos y un fantasma
FanfictionUn viaje de sombras mal ccalculado y Nico termina en un mundo completamente diferente. Buscará su lugar en este nuevo mundo y tal vez encuentre una familia en el camino